En la doctrina social de la Iglesia católica se define el bien común como « el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten, ya sea a la colectividad como así también a sus miembros, alcanzar la propia perfección más plena y rápidamente » (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005, n.164).
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¿Qué es el bien común en la Biblia?
Bien Común es lo que preserva, asegura y propicia el desarrollo de los diversos bienes particulares, los cuales se ordenan con base en él. La realización del Bien Común simultáneamente implica la justicia, la seguridad, la defensa del interés general, el respeto y la protección de la persona y sus derechos.
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¿Qué significa el bien común?
El ‘ bien común ‘ es una expresión a la cual se le han dado múltiples sentidos en la filosofía social, en la política, y también en el derecho. Básicamente remite a algo que se pretende que es bueno o beneficioso para todos los integrantes de una sociedad o comunidad.
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¿Qué es el bien común y ejemplos?
El bien común es todo aquel donde no hay exclusión en el consumo, es decir, todas las personas de la comunidad pueden utilizarlo y sacar beneficio de él. En otras palabras, el bien común es aquel que puede dar satisfacción a toda la sociedad. Esto, sin discriminación ni restricción, pudiendo incluso agotarse.
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¿Qué es el bien común conclusion?
El bien común se define ‘como aquello de lo que se benefician todos los ciudadanos o como los sistemas sociales, instituciones y medios socioeconómicos de los cuales todos dependemos que funcionen de manera que beneficien a toda la gente’, según Wikipedia.
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¿Qué es el bien común y sus características?
Características del bien común –
Es una concepción de aquello que favorece a todas personas. No excluye a ningún individuo de su utilización o consumo. Si no existe un control, puede agotarse. Posee características que son de ventajas para todos. Tiene distintos matices dependiendo del ámbito donde se aplica el concepto. Es un bien material o inmaterial.
¿Cuál es la importancia del bien común?
Importancia de los bienes comunes | El cuidado de los bienes comunes es de particular importancia para el desarrollo sostenible y la conservación de áreas con ecosistemas frágiles, como la Amazonía y las zonas alto andinas, porque de su cuidado y buen uso dependen la subsistencia y desarrollo de los pueblos que habitan en esta región, especialmente las poblaciones indígenas y campesinas.
El Instituto del Bien Común se centra en el estudio y ejecución de programas en la Amazonía peruana desde una perspectiva de bienes comunes al servicio del bienestar común. Los bienes comunes son todos aquellos bienes de cuyos usos y beneficios todos pueden disfrutar por igual. Los bienes comunes son de dos tipos: bienes comunes públicos, como cuerpos de agua, pesquerías, bosques y áreas naturales protegidas, y bienes comunes privados, como los territorios de las comunidades nativas y campesinas.
Así como existen bienes comunes, también existen los bienes privados. La existencia e interacción entre estos tipos de bienes comunes con los bienes individuales es necesaria y saludable. Los bienes comunes pertenecen a la colectividad y son indivisibles, aún cuando el esquema liberal de nuestra sociedad propicia, cada vez más, su divisibilidad.
- La continuidad de los bienes comunes exige el uso moderado y la gestión adecuada por parte de cada uno de los usuarios.
- Es un deber de toda la colectividad manejar y cuidar los bienes comunes ya que la salud de los mismos afecta a la vida de todos.
- Un modelo sostenible de bien común debe asegurar el acceso a los recursos comunes de manera ordenada y garantizar su perdurabilidad en el tiempo para las generaciones por venir.
El uso de los bienes comunes ofrece beneficios económicos o de subsistencia, pero también es importante desde el punto de vista cultural, puesto que el uso y la propia existencia de los bienes comunes aportan valores, sentido de pertenencia y saberes que configuran la cultura, de ahí también la importancia de su conservación.
De esta manera, el concepto de bien común asigna preferencia a los usos sociales y culturales frente a la lógica propiamente económica del bien individual, en la medida que un uso descontrolado puede repercutir en el desgaste de los bienes comunes, y consecuentemente, en la seguridad, el bienestar y el desarrollo sostenible de la población humana.
Hoy en día es grande el desafío de velar por los bienes comunes en el Perú, debido al descuido de los organismos públicos e instituciones de la sociedad civil peruana y frente a la visión extractivista y mercantilista de que son objeto los recursos naturales.
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¿Cuál es la posicion de la Iglesia frente al bien común?
En la doctrina social de la Iglesia católica se define el bien común como «el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten, ya sea a la colectividad como así también a sus miembros, alcanzar la propia perfección más plena y rápidamente» (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005, n.164).
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¿Cuáles son los bienes comunes?
Mayo Fuster Morell, responsable de BarCola, un grupo que trabaja sobre políticas de economía colaborativa en Barcelona, comparte sus impresiones y experiencias acerca de cómo las formas de colaboración basadas en los bienes comunes pueden construir una sociedad más justa. ¿Qué son los bienes comunes? Los bienes comunes son un conjunto de valores y un concepto general que abarca muchas prácticas y cambios transformadores. Los bienes comunes ponen el acento en los intereses y las necesidades comunes. Incluyen la producción colaborativa, los recursos abiertos y compartidos, la propiedad colectiva, así como formas de organización económica y política participativas y que empoderen a la ciudadanía.
Es, sin embargo, un concepto muy plural, con muchas y muy diversas ‘tradiciones’ y perspectivas. Algunos bienes comunes, por ejemplo, están conectados con recursos materiales (bienes pastoriles, prados, pesca, etc.) y, otros, con recursos inmateriales (conocimiento, etc.). En el área de los bienes comunes del conocimiento, el énfasis se pone sobre las condiciones de acceso: que exista acceso libre y la posibilidad de acceder a esos recursos e intervenir en su producción sin que ello requiera el permiso de otros.
Destaca el concepto de conocimiento como un bien público, una parte del patrimonio, y un derecho humano. ¿Por qué crees que necesitamos volver a la idea y las prácticas de los bienes comunes? Los bienes comunes existían antes del capitalismo. Pero, de alguna manera, esta cuestión implica que los bienes comunes son algo del pasado, no del presente.
¿Es acaso la familia, el mercado o el espacio público algo del pasado? Los bienes comunes constituyen una parte integral de nuestra sociedad presente, no algo que haya que recuperar del pasado. Buen apunte. Quizá la cuestión que debemos plantear es por qué este asunto está abriéndose paso en la agenda política.
Creo que, en parte, esto tiene relación con la democratización del conocimiento y la participación que surgió con la llegada de internet. Algunos académicos que llevan a cabo investigaciones sobre mundo digital, como Yochai Benkler (autor de La riqueza de las redes ), arguyen que los bienes comunes se desplazaron desde los márgenes hacia el centro de muchos sistemas económicos por la reducción de costes que suponían, en términos de acción colectiva, dada la adopción generalizada de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Otros, como Carol Rose (autora de La comedia de los comunes ), han mostrado cómo los recursos comunes de internet se volvieron más valiosos cuanto más gente los utilizaba, lo que ha terminado por desvirtuar antiguas críticas a los bienes comunes, que alegaban que eran insostenibles y que alentaban el oportunismo.
¡Con internet ocurre lo contrario! Una vía que ha saltado a la palestra ha sido la relativa a la gobernanza colectiva de los recursos naturales, en cuyo centro se erige la gobernanza comunal de un recurso de propiedad común. Este es el marco propuesto por la escuela de la ganadora del premio Nobel Elinor Ostrom,
Otra vía se relaciona con la defensa de los servicios públicos y la resistencia al confinamiento neoliberal de las instituciones públicas, un ámbito sobre el cual el TNI trabaja mucho, Sin embargo, a pesar de la diversidad de trayectorias, todas ellas apuntan claramente a partes integrales de nuestro sistema, y ofrecen soluciones.
¿Por qué la cultura digital ha recurrido ―y sigue recurriendo― tanto a planteamientos desde los bienes comunes? Existen muchas razones. Yo señalaría dos. La primera se refiere al hecho de que la cultura digital surgió, en gran medida, de la contracultura.
Esta historia aparece muy bien contada en un libro de Turner, De la contracultura a la cibercultura, Los hippies y las culturas psicodélicas estuvieron entre las primeras que se percataron de la utilidad de internet. De hecho, internet en sí era concebido, y todavía puede concebirse, como un bien común: incluso aunque haya sido cada vez más cercado por corporaciones aliadas con regímenes autoritarios.
La segunda razón es el carácter descentralizado de internet. Esto permitió la democratización del acceso a los medios de producción digital. Hoy, amplios sectores de la población tienen acceso a inmensos recursos de conocimiento, junto con programas que permiten crear y mezclar esos conocimientos.
Internet también facilitó nuevas formas de distribución de ese conocimiento, que favorecieron la producción abierta y colaborativa. Creó una economía basada en una producción y una distribución abiertas y colaborativas, y en la eficiencia del intercambio frente a los modos de producción basados en la propiedad y en el producto, característicos de la época industrial anterior.
¿Qué proyectos destacarías concretamente como los más interesantes dentro de los bienes comunes digitales? Wikipedia, sin duda, es uno. Desde su creación en 2001, se ha convertido en una de las mayores páginas web de referencia en el mundo, con la increíble cifra de 70 000 colaboradores activos trabajando sobre más de 41 millones de artículos en 294 idiomas.
El proyecto de software libre y de código abierto (FLOSS, por sus siglas en inglés, Free, Libre and Open Source Software ) que ha permitido a la gente utilizar, copiar, estudiar e intercambiar software de manera libre y gratuita, y que subyace a muchos programas reconocidos de software, sería otro.
El auge de plataformas colaborativas como Fairmondo y SMart también constituye un avance prometedor. Fairmondo es un mercado electrónico de bienes y servicios éticos que surgió en Alemania y se expandió al Reino Unido. Es una alternativa colaborativa a Amazon y eBay.
- SMart es una cooperativa que agrupa servicios y conocimientos para hacerlos asequibles a autónomos creativos.
- Plataformas de micromecenazgo como Goteo, que están construyendo alternativas al sistema financiero actual son potencialmente muy significativas.
- Goteo ha creado una comunidad de más de 65 000 personas, que ofrece financiación colectiva cívica y colaboración en iniciativas ciudadanas y proyectos sociales, culturales, tecnológicos y educativos.
Parece que los movimientos de bienes comunes digitales están inevitablemente vinculados con la cultura, tanto en la forma en que trabajan como en los productos que están elaborando. ¿Qué lecciones pueden aprender los movimientos sociales en general? Creo que es útil destacar dos grandes concepciones de la cultura: la cultura (con ‘c’ minúscula), y la Cultura (con ‘C’ mayúscula).
La Cultura se refiere a una expresión artística, mientras que la cultura hace referencia a nuestra naturaleza antropológica. Cada actividad humana implica cultura y, entonces, con este significado, los bienes comunes están sin duda conectados con la cultura. No es quizás una sorpresa que los bienes comunes emergieran como una forma predominante de organización para el ordenamiento de la gobernanza y la sostenibilidad de la producción artística.
Estas formas de Cultura se basan, normalmente, en modalidades de autogobierno que favorecen el acceso abierto, la innovación, la mezcla, y la situación de las necesidades de la comunidad y la creatividad en primer lugar, frente a la rentabilidad, que iría en segundo lugar.
Como ya he mencionado, una de las primeras áreas digitales para favorecer una forma de producción de bienes comunes más institucionalizada fue la de producción de software, con la emergencia de proyectos de acceso libre y de código abierto, como Linux o Apache, que se convirtieron en el modelo dominante de producción (mayor que los sistemas exclusivos) en áreas determinadas de la industria del software,
Desde ahí, fue sencillo trasladarlo a la música, a las películas, y también a las enciclopedias y otras áreas de contenidos, que podían beneficiarse de la producción colaborativa. El término ‘cultura libre’ hace referencia a esto. Ahora vemos que la producción de los comunes se expande hacia casi cualquier área de la producción, desde monedas, paisajes urbanos (como jardines y huertos urbanos ), arquitectura ( FabLab ), y el diseño abierto de automóviles (como Wikispeed car ) y juguetes.
Las primeras formas de los bienes comunes digitales han ayudado a orientar estas nuevas formas. Con respecto a las lecciones para los movimientos sociales, creo que pueden ayudarnos a expandir la concepción y la práctica de la participación, desde formas de organización que requieren altos niveles de implicación por parte de unos pocos ‘superactivistas’, hacia modelos basados en las economías de la participación.
La clave es integrar la participación basada en la diversidad: que no solo haya contribuyentes fuertes, sino que también se permita una participación débil y esporádica, y la colaboración de personas que solo pueden seguir el proceso, permitiendo que los diferentes tipos de participación se combinen.
- Tenemos que, de alguna manera, democratizar la participación en los movimientos sociales con el fin de alcanzar y adaptarnos a una base social más amplia.
- ¿Cuáles son los elementos clave que constituyen una cultura de los comunes? Los bienes comunes son muy, muy diversos ―eso es algo que los define―, en la medida en que se adaptan a circunstancias locales y específicas, y se integran en una comunidad determinada a la que pertenecen.
Diría que estos son los principios básicos, pero no todos están necesariamente presentes en todas las familias de bienes comunes, o de bienes comunes específicos:
Organización comunitaria (abierta a la participación). Autogobierno de la comunidad por parte de los creadores del valor común. Acceso libre a los recursos creados. Ética de mirar más allá de la rentabilidad para atender las necesidades sociales y medioambientales, y la inclusión.
La inclusión es, quizás, uno de los elementos más débiles, especialmente en el movimiento del Free/Libre/Open Source Software (FLOSS), Los estudios indican que solo el 1,5 % de los colaboradores en las comunidades FLOSS son mujeres, mientras que en la producción de software patentado cerrado, la proporción está más cerca del 30 %. ¿Cómo puede el FLOSS alzarse como modelo con una brecha de género tan grande en sus tasas de participación? Del mismo modo, las comunidades que gestionan los recursos naturales, como las instituciones de bienes comunes de pesca en Albufera, Valencia, restringieron la participación de las mujeres hasta hace muy poco. Además, la teoría de los bienes comunes tiende a ser muy dominada por autores masculinos, que establecen pocos vínculos con la teoría feminista. Los enfoques de los bienes comunes deben trabajar más para tratar de abarcar estos temas, desarrollar metodologías, y resaltar y aprender de los casos que han dado buenos resultados en términos de inclusión de género. Barcelona en Comú, en su intento de recuperar las instituciones políticas para el bien común, constituye un ejemplo de proyecto en el que la sabiduría feminista está debidamente comprometida con los bienes comunes, y que busca lograr la igualdad de género. Cuéntanos: ¿en qué has estado involucrada en Barcelona en Comú? Estaba en la lista inicial de personas que promovieron el lanzamiento de Barcelona en Comú, Se trata de una plataforma ciudadana lanzada en 2014 a raíz de las protestas populares que tomaron las plazas de muchas ciudades españolas tras la crisis financiera. La plataforma para Barcelona en Comú se concibió de manera participativa y ha tratado de poner la democracia participativa y las metodologías comunes en el centro de la gobernanza. Soy miembro de Barcelona en Comú, y soy responsable de BarCola, un grupo que trabaja en políticas de economía colaborativa dentro del Ayuntamiento de Barcelona. Nuestro grupo ha ayudado a organizar el proyecto y la conferencia de procomuns.net, que está tratando de sensibilizar sobre iniciativas económicas colaborativas basadas en los bienes comunes, proporcionando directrices técnicas a las comunidades para la construcción de tecnologías FLOSS, y formulando recomendaciones políticas específicas para el Ayuntamiento de Barcelona y para la Unión Europea y otras administraciones. Nuestro primer evento internacional, en marzo de 2016, reunió a más de 400 participantes para desarrollar 120 recomendaciones de políticas para los gobiernos. ¿En qué se diferencia el llamado ‘consumo colaborativo’ de los bienes comunes digitales? La economía compartida no difiere tanto de los bienes comunes digitales; solo pone un mayor acento en la dimensión económica de los bienes comunes. Sin embargo, ha tenido lugar un proceso de wikiwashing * del término, al que han contribuido los medios al usar incorrectamente el término ‘consumo colaborativo’ para referirse a la ‘economía a la carta’, dominada por compañías como Uber y Airbnb. Se trata de economías basadas en la producción colaborativa, pero no incluyen la gobernanza de los bienes comunes, el acceso a ellos, o una agenda al servicio del interés público. Una verdadera economía de consumo colaborativo es aquella que está conectada con la comunidad y la sociedad, y busca servir al interés común, construyendo relaciones más igualitarias. ¿Cómo evitamos que las corporaciones ―u otras estructuras de poder, tales como el ejército― se apoderen de los bienes comunes digitales?¿Cómo evitamos que las corporaciones ―u otras estructuras de poder, tales como el ejército― se apoderen de los bienes comunes digitales? En estos momentos hay, en mi opinión, tres estrategias y metas clave: Crear alianzas públicas de bienes comunes. Impulsar que las instituciones políticas se orienten por los principios que rigen los bienes comunes y apoyar la producción económica basada en los bienes comunes (como, por ejemplo, reinventar los servicios públicos liderados por la participación de los ciudadanos, lo que yo llamo ‘comunificación’). Barcelona en Comú puede ser un gran ejemplo a este respecto. Recuperar la economía y, en particular, desarrollar un sistema financiero alternativo. Enfrentarse al patriarcado con los bienes comunes; en otras palabras, abrazar la libertad y la justicia para todos, no solo para un sujeto particular privilegiado (hombres, blancos, etc.) y ayudar a fomentar una mayor diversidad dentro de la sociedad. Creo que el mayor posicionamiento de los bienes comunes como una matriz dentro de nuestros sistemas cuenta con un mayor potencial para erigirse como una alternativa al actual sistema capitalista. * Wikiwashing es un concepto que se relaciona con prácticas poco éticas en el ámbito de los bienes comunes digitales, y hace referencia a la edición de hechos en Wikipedia para que sean congruentes con la desinformación que se ha proporcionado. >> Traducción de Elena Pérez Lagüela
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¿Que nos enseña la palabra sobre el bien común?
Sumario 1. Definición del bien común 2. Responsabilidad de todos 3. La comunidad política 4. El destino universal de los bienes Te puede interesar • La Iglesia y el Estado • La persona y la sociedad • Empresa y bien común en el mensaje de san Josemaría • Libro electrónico gratuito: el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica • Devocionario online • Versión digital gratuita de los Evangelios 1.
Definición del bien común Por bien común se entiende “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección” ( Constitución Pastoral Gaudium et Spes, n.26 ). El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social.
Siendo de todos y de cada uno, es y permanece común, porque es indivisible y porque solo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo. Entre el bien particular y el bien común existen condicionamientos, pero no necesariamente oposición: el bien particular no se consigue si no se orienta al bien común, y el bien común se realiza alcanzando el bien particular de cada uno.
Como el actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común. El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral. El bien común está siempre orientado hacia el progreso de las personas, al que debe subordinarse el progreso social.
Catecismo de la Iglesia Católica, 1906, 1910-1912, 1922 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 164 Meditar con san Josemaría Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo.
Los cristianos —conservando siempre la más amplia libertad a la hora de estudiar y de llevar a la práctica las diversas soluciones y, por tanto, con un lógico pluralismo—, han de coincidir en el idéntico afán de servir a la humanidad. De otro modo, su cristianismo no será la Palabra y la Vida de Jesús: será un disfraz, un engaño de cara a Dios y de cara a los hombres.
Es Cristo que pasa, 167 Esta es tu tarea de ciudadano cristiano: contribuir a que el amor y la libertad de Cristo presidan todas las manifestaciones de la vida moderna: la cultura y la economía, el trabajo y el descanso, la vida de familia y la convivencia social.
- Surco, 302 Es necesario que la Universidad forme a los estudiantes en una mentalidad de servicio: servicio a la sociedad, promoviendo el bien común con su trabajo profesional y con su actuación cívica.
- Los universitarios necesitan ser responsables, tener una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que les lleve a enfrentarse con estos problemas, y a procurar encontrar la mejor solución.
Dar al estudiante todo eso es tarea de la Universidad. Conversaciones, 74 2. Responsabilidad de todos La persona no puede realizarse aisladamente, es decir, prescindir de su ser «con» y «para» los demás. Esta verdad le impone no una simple convivencia en los diversos niveles de la vida social y relacional, sino también la búsqueda incesante, de manera práctica y no sólo ideal, del bien, es decir, del sentido y de la verdad que se encuentran en las formas de vida social existentes.
Ninguna forma expresiva de la sociabilidad —desde la familia, pasando por el grupo social intermedio, la asociación, la empresa de carácter económico, la ciudad, la región, el Estado, hasta la misma comunidad de los pueblos y de las Naciones— puede eludir la cuestión acerca del propio bien común, que es constitutivo de su significado y auténtica razón de ser de su misma subsistencia.
La dignidad de la persona humana implica la búsqueda del bien común. El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad: ninguno está exento de colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. Cada cual debe preocuparse por suscitar y sostener instituciones que mejoren las condiciones de la vida humana.
La participación se realiza ante todo con la dedicación a las tareas cuya responsabilidad personal se asume: por la atención prestada a la educación de su familia, por la responsabilidad en su trabajo, cada persona participa en el bien de los demás y de la sociedad. Los ciudadanos deben, en cuanto sea posible, tomar parte activa en la vida pública.
La participación de todos en la promoción del bien común implica, como cualquier deber ético, una conversión, renovada sin cesar, de los miembros de la sociedad para acabar con el fraude y otros subterfugios incompatibles con las exigencias de la justicia.
- Es preciso ocuparse del desarrollo de instituciones que mejoran las condiciones de la vida humana.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 1913-1917, 1926 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 165-167 Meditar con san Josemaría Como cristiano, tienes el deber de actuar, de no abstenerte, de prestar tu propia colaboración para servir con lealtad, y con libertad personal, al bien común.
Forja, 714 Tú, por tu condición de cristiano, no puedes vivir de espaldas a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de tus hermanos los hombres. Forja, 453 Observa todos tus deberes cívicos, sin querer sustraerte al cumplimiento de ninguna obligación; y ejercita todos tus derechos, en bien de la colectividad, sin exceptuar imprudentemente ninguno.
- También has de dar ahí testimonio cristiano.
- Forja, 697 Los hijos de Dios, ciudadanos de la misma categoría que los otros, hemos de participar “sin miedo” en todas las actividades y organizaciones honestas de los hombres, para que Cristo esté presente allí.
- Nuestro Señor nos pedirá cuenta estrecha si, por dejadez o comodidad, cada uno de nosotros, libremente, no procura intervenir en las obras y en las decisiones humanas, de las que dependen el presente y el futuro de la sociedad.
Forja, 715 Con libertad, y de acuerdo con tus aficiones o cualidades, toma parte activa y eficaz en las rectas asociaciones oficiales o privadas de tu país, con una participación llena de sentido cristiano: esas organizaciones nunca son indiferentes para el bien temporal y eterno de los hombres.
- Forja, 717 3.
- La comunidad política La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de a las personas particulares, también al Estado, porque es la razón de ser de la autoridad política.
- La persona concreta, la familia, los cuerpos intermedios no están en condiciones de alcanzar por sí mismos su pleno desarrollo; de ahí deriva la necesidad de las instituciones políticas, cuya finalidad es hacer accesibles a las personas los bienes necesarios —materiales, culturales, morales, espirituales— para gozar de una vida auténticamente humana.
Para asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales. El bien común exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad.
- Comporta tres elementos esenciales: 1.
- Supone, en primer lugar, el respeto a la persona en cuanto tal.
- En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana.
- En particular, el bien común reside en las condiciones necesarias para que se puedan ejercer las libertades naturales indispensables para el desarrollo de la vocación humana: derecho a actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad, también en materia religiosa.2.
En segundo lugar, el bien común exige el bienestar social y el desarrollo. Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del bien común, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho de fundar una familia, etc.3.
- El bien común implica, finalmente, la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo.
- Supone, por tanto, que la autoridad asegura, por medios honestos, la seguridad de la sociedad y la de sus miembros.
- La autoridad se ejerce de manera legítima si se aplica a la prosecución del bien común de la sociedad.
Para alcanzarlo debe emplear medios moralmente aceptables. Catecismo de la Iglesia Católica, 1906-1909 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 168-169 Meditar con san Josemaría Interpretad, pues, mis palabras, como lo que son: una llamada a que ejerzáis ¡a diario!, no sólo en situaciones de emergencia vuestros derechos; y a que cumpláis noblemente vuestras obligaciones como ciudadanos en la vida política, en la vida económica, en la vida universitaria, en la vida profesional, asumiendo con valentía todas las consecuencias de vuestras decisiones libres, cargando con la independencia personal que os corresponde.
Y esta cristiana mentalidad laical os permitirá huir de toda intolerancia, de todo fanatismo, lo diré de un modo positivo, os hará convivir en paz con todos vuestros conciudadanos, y fomentar también la convivencia en los diversos órdenes de la vida social. Conversaciones, 117 4. El destino universal de los bienes Entre las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del destino universal de los bienes: «Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos.
En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad». ( Constitución Pastoral Gaudium et spes, 69 ). Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno.
He ahí, pues, la raíz primera del destino universal de los bienes de la tierra. Ésta, por su misma fecundidad y capacidad de satisfacer las necesidades del hombre, es el primer don de Dios para el sustento de la vida humana. El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho universal al uso de los bienes.
Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo. Este principio de los bienes invita a cultivar una visión de la economía inspirada en valores morales que permitan tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes, para así realizar un mundo justo y solidario.
Asimismo, comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, «donde cada uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el desarrollo de otros ni un pretexto para su servidumbre.» Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 171-175 Meditar con san Josemaría Se comprende muy bien la impaciencia, la angustia, los deseos inquietos de quienes, con un alma naturalmente cristiana, no se resignan ante la injusticia personal y social que puede crear el corazón humano.
Tantos siglos de convivencia entre los hombres y, todavía, tanto odio, tanta destrucción, tanto fanatismo acumulado en ojos que no quieren ver y en corazones que no quieren amar. Los bienes de la tierra, repartidos entre unos pocos; los bienes de la cultura, encerrados en cenáculos.
- Y, fuera, hambre de pan y de sabiduría, vidas humanas que son santas, porque vienen de Dios, tratadas como simples cosas, como números de una estadística.
- Comprendo y comparto esa impaciencia, que me impulsa a mirar a Cristo, que continúa invitándonos a que pongamos en práctica ese mandamiento nuevo del amor.
Es Cristo que pasa, 111 Para actuar siempre así, como esas madres buenas, necesitamos olvidarnos de nosotros mismos, no aspirar a otro señorío que el de servir a los demás, como Jesucristo, que predicaba: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir.
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¿Qué es el bien común en la escuela?
La escuela como un bien común de todos El sentido de la escuela es un tema de reflexión que acompaña a la escuela desde su creación. La palabra sentido en sí misma tiene tantos sentidos que es interesante analizarla. Sentido como razón de ser, sentido entendido como finalidad, también como dirección que se define como cada una de las orientaciones opuestas.
Sentido entraña también la perspectiva sobre las cosas y la interpretación de las mismas, sin olvidar la acepción del significado de las palabras. Y por último, sentido como la capacidad de reconocer la realidad circundante. Por consiguiente, la propuesta de reflexión sobre el sentido de la escuela implica matizar a qué sentido nos estamos refiriendo.
¿Cuál es el significado de la escuela?, ¿cuál es su finalidad?, ¿qué dirección o rumbo debe tomar de cara al futuro?, ¿la escuela y todos sus “sentidos” están abiertos a reconocer la realidad que nos circunda? Todos temas que nos pueden llevar por caminos de debate y reflexión de lo más estimulantes.
- Efectivamente, es un tema de debate porque detrás de lo que es la escuela y la educación hay pensamiento, posicionamiento e ideología.
- La educación, por consiguiente, la escuela, no es inocua a intereses e interpretaciones (sentido que le dan unos u otros).
- Hay algunos que entienden la escuela como institución que garantiza la conciliación, otros como principalmente instruccional para la transmisión de cultura y conocimientos, los hay que la entienden en su función socializadora y normalizadora: educar personas y ciudadanos, o aquellos que ponen el foco en la productividad y la empleabilidad.
Múltiples interpretaciones sobre lo qué es y debe perseguir. Y todo ello sin adentrarnos en algunos temas de más calado como la educación religiosa, afectivo-sexual, ciudadanía, valores en la que el debate llega a callejones sin salida por las discrepancias existentes.
- Es evidente que el tema está lleno de vericuetos y encontrar el sentido de la escuela no es sencillo.
- Menos sencillo todavía parece llegar a consensos y acuerdos de mínimos sobre lo que debe perseguir la escuela y hacia dónde encaminarse.
- Poniendo en segundo plano matices relacionados sobre qué, cómo, dónde enseñar, la escuela tiene algo esencial que no se puede olvidar: la educación y la escuela son un bien común.
Esto supone que pertenece a la sociedad en su conjunto y tiene la finalidad de la mejora colectiva. Este sentido que tiene la escuela no puede ser entendido únicamente como un servicio que puede ser instrumentalizado. Es un bien que se debe garantizar a través de las administraciones, con el fin de dar oportunidades a todos los individuos por igual (independientemente de su origen o condición).
- Un bien común que permite la mejora general de la sociedad.
- Entendida como ese bien común, la escuela sería una herramienta colectiva, de cooperación y progreso para todos.
- Un bien común que permite la mejora general de la sociedad.
- Entendida como ese bien común, la escuela sería una herramienta colectiva, de cooperación y progreso para todos.
¿Por qué ahora esta idea de bien común cuando parece que hay otros urgentes y emergentes en la escuela? Porque la crisis sanitaria del COVID-19 nos ha mostrado que individualmente somos vulnerables y que sólo como sociedad en su conjunto somos capaces de dar respuesta a problemas o situaciones complejas.
En este sentido las sociedades somos un sistema que puede garantizar, o no, el bienestar de las mayorías. El ejemplo más claro en estos aciagos tiempos se ha visto en la sanidad. Sanidad entendida como bien común puede garantizar la protección de la mayoría. Por el contrario, una sanidad entendida como servicio (que se puede instrumentalizar como activo que explotar o en el que escatimar) crea importantes desequilibrios de acceso a la salud.
Si se entienden como bien común, tanto la sanidad como la escuela, la sociedad pone todos sus esfuerzos en cuidar y garantizar estos derechos en igualdad de acceso y excelencia. Los encargados de administrar y gobernar aplicarán medidas para conseguir frutos a largo plazo y crearán las medidas oportunas para proteger la educación de intereses particulares.
Es un buen momento para hablar del sentido de la escuela. Pongamos las cartas sobre la mesa: ¿entendemos todos los implicados la educación como bien común? Si es así, el acuerdo principal estaría garantizado, solo habría que poner todos los medios y esfuerzos (económicos y personales) para un sistema educativo que garantizara la igualdad, real, de oportunidades en todos los niveles educativos.
Si todos partimos de esta premisa, posteriormente se podrán llegar a acuerdos en los que las diferentes posiciones tendrán que ceder para materializar la escuela: qué y cómo enseñar. También se podrán abordar otras cuestiones como las modalidades de centros educativos, tratar el debate de la religión, la educación para la ciudadanía o cualquiera de los temas que copan el debate educativo.
- Si se entienden como bien común, tanto la sanidad como la escuela, la sociedad pone todos sus esfuerzos en cuidar y garantizar estos derechos en igualdad de acceso y excelencia.
- Los encargados de administrar y gobernar aplicarán medidas para conseguir frutos a largo plazo y crearán las medidas oportunas para proteger la educación de intereses particulares.
Podríamos establecer un paralelismo con el pacto durante la transición en el que todo el estado y sus representantes se pusieron de acuerdo: la democracia no era negociable. Una mayoría asentó una base de libertades y derechos irrenunciables, posteriormente se negociaron y cedieron puntos de vista sobre cómo establecerla.
Queda pendiente en torno a la educación ese debate en el que consensuar si todos estamos de acuerdo en que la educación es un bien común, en ese caso se invertirán todos los recursos para asegurar el acceso a una escuela universal, pública, gratuita, de calidad, con amplios recursos, con sistemas de control eficaces disponible para todos (independientemente de que otros quisieran elegir otra modalidad de escuela).
Para mí el sentido de la escuela debe empezar definiendo su razón de ser: bien común. Aclarados estos términos se podrá definir el sentido de para qué, el sentido de la dirección que tomar sobre qué y cómo enseñar, el sentido que le dan diferentes colectivos intentando acoger las múltiples perspectivas.
Decía Freire que “la educación es un arma cargada de futuro”, preciosa metáfora que, leída desde una visión idealista, e incluso naíf, se entiende como instrumento para construir un futuro mejor, ideal. Pero esa arma puede ser de doble filo, ya que si no se entiende como bien común será un arma de poder que asegura el futuro a unos pocos y reproduce la desigualdad.
Solo puesta al servicio de la mayoría alcanzará a ser el medio para el progreso de cada persona y del conjunto de la sociedad. Que cada persona que forma parte de esta sociedad pueda alcanzar (porque así se garantiza) el máximo potencial, desarrollo y conocimiento nos hará progresar a todos, creando una sociedad cada vez más avanzada.
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¿Qué es el bien para los cristianos?
La ética cristiana radica en la práctica del bien y de las buenas obras, tal como lo manda Jesucristo en el Evangelio. . Por otra parte, el bien o el buen obrar está presente de modo intrínseco en la persona misma, que según la enseñanza cristiana fue hecho a imagen y semejanza de Dios.
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¿Qué es el bien común y el bien vivir?
Resumen – El bien común nos conduce a la reflexión metafísica del conocimiento filosófico; en tanto que el buen vivir, a la puesta en práctica de una tesis política, económica, cultural y social de los saberes del intelecto humano. Desde esta perspectiva nos preguntamos? Cuál es la influencia de la globalización económica en el ámbito del “bien común ” y “buen vivir”?.
- Se parte del criterio que el “bien común” es lo genérico y el “buen vivir” es lo específico.
- Se deduce que el “bien común” tiene como propósito el “buen vivir”, y a la inversa, se induce que el “buen vivir” tiene como objetivo “el bien común”.
- Ambas categorías jurídicas representan la búsqueda del bienestar material y espiritual del ser social.
Del análisis realizado se parte de la concepción de que actual proceso de globalización económica se encuentran implicados la mayor parte de los países del mundo, hecho que no se producía a principios del siglo XX, cuya construcción de los mercados globales corresponde a los intereses de las empresas multinacionales que han minado la soberanía de los países subdesarrollados en cuanto a decisiones económicas, políticas y sociales; en la que podemos afirmar que se ha configurado una economía mundial cualitativamente distinta de la que existía hace unas décadas; que ha modificado una cultura propia de cada región; ha desplazado la mano de obra y la transparencia de conocimientos tecnológicos a través de las fronteras internacionales y sus efectos culturales, políticos y medioambientales; y se ha impuesto el sistema neoliberal, el capital y la tecnología en detrimento de la mayoría de la población nacional y mundial.
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¿Qué es el bien para nosotros?
L’Innocence (” Inocencia “), de William-Adolphe Bouguereau, Tanto el hijo como el cordero representan la fragilidad y la tranquilidad. La imagen de una madre con su hijo tiene connotaciones positivas también en la cultura china. Esta imagen es la que representa el carácter Chino 好 hǎo, que significa “bueno”.
- El bien es el valor otorgado a una acción de un individuo, es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión del entorno, de las personas (por ejemplo a través de un profundo ejercicio de la empatía ) y/o de uno mismo.
- Un conjunto de buenas acciones.
- Algunas religiones, como la judía y la cristiana, contemplan la historia del mundo y la historia de cada ser humano como una lucha histórica entre el bien y el mal, en la que el bien es previo al mal y lo supera.
De ahí que se promueva la virtud, como camino del bien, y se combata al pecado, como camino del mal.
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¿Qué es el bien común explicacion para niños?
Se explicará a los niños que las iglesias, los parques, las calles, las fuentes, los museos, los monumentos son bienes culturales de disfrute común, que hay que cuidar y respetar. Todos ellos forman el patrimonio cultural de nuestra gran ciudad.
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¿Que nos enseña la palabra sobre el bien común?
Sumario 1. Definición del bien común 2. Responsabilidad de todos 3. La comunidad política 4. El destino universal de los bienes Te puede interesar • La Iglesia y el Estado • La persona y la sociedad • Empresa y bien común en el mensaje de san Josemaría • Libro electrónico gratuito: el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica • Devocionario online • Versión digital gratuita de los Evangelios 1.
- Definición del bien común Por bien común se entiende “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección” ( Constitución Pastoral Gaudium et Spes, n.26 ).
- El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social.
Siendo de todos y de cada uno, es y permanece común, porque es indivisible y porque solo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo. Entre el bien particular y el bien común existen condicionamientos, pero no necesariamente oposición: el bien particular no se consigue si no se orienta al bien común, y el bien común se realiza alcanzando el bien particular de cada uno.
- Como el actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común.
- El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral.
- El bien común está siempre orientado hacia el progreso de las personas, al que debe subordinarse el progreso social.
Catecismo de la Iglesia Católica, 1906, 1910-1912, 1922 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 164 Meditar con san Josemaría Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo.
Los cristianos —conservando siempre la más amplia libertad a la hora de estudiar y de llevar a la práctica las diversas soluciones y, por tanto, con un lógico pluralismo—, han de coincidir en el idéntico afán de servir a la humanidad. De otro modo, su cristianismo no será la Palabra y la Vida de Jesús: será un disfraz, un engaño de cara a Dios y de cara a los hombres.
Es Cristo que pasa, 167 Esta es tu tarea de ciudadano cristiano: contribuir a que el amor y la libertad de Cristo presidan todas las manifestaciones de la vida moderna: la cultura y la economía, el trabajo y el descanso, la vida de familia y la convivencia social.
- Surco, 302 Es necesario que la Universidad forme a los estudiantes en una mentalidad de servicio: servicio a la sociedad, promoviendo el bien común con su trabajo profesional y con su actuación cívica.
- Los universitarios necesitan ser responsables, tener una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que les lleve a enfrentarse con estos problemas, y a procurar encontrar la mejor solución.
Dar al estudiante todo eso es tarea de la Universidad. Conversaciones, 74 2. Responsabilidad de todos La persona no puede realizarse aisladamente, es decir, prescindir de su ser «con» y «para» los demás. Esta verdad le impone no una simple convivencia en los diversos niveles de la vida social y relacional, sino también la búsqueda incesante, de manera práctica y no sólo ideal, del bien, es decir, del sentido y de la verdad que se encuentran en las formas de vida social existentes.
Ninguna forma expresiva de la sociabilidad —desde la familia, pasando por el grupo social intermedio, la asociación, la empresa de carácter económico, la ciudad, la región, el Estado, hasta la misma comunidad de los pueblos y de las Naciones— puede eludir la cuestión acerca del propio bien común, que es constitutivo de su significado y auténtica razón de ser de su misma subsistencia.
La dignidad de la persona humana implica la búsqueda del bien común. El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad: ninguno está exento de colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. Cada cual debe preocuparse por suscitar y sostener instituciones que mejoren las condiciones de la vida humana.
La participación se realiza ante todo con la dedicación a las tareas cuya responsabilidad personal se asume: por la atención prestada a la educación de su familia, por la responsabilidad en su trabajo, cada persona participa en el bien de los demás y de la sociedad. Los ciudadanos deben, en cuanto sea posible, tomar parte activa en la vida pública.
La participación de todos en la promoción del bien común implica, como cualquier deber ético, una conversión, renovada sin cesar, de los miembros de la sociedad para acabar con el fraude y otros subterfugios incompatibles con las exigencias de la justicia.
- Es preciso ocuparse del desarrollo de instituciones que mejoran las condiciones de la vida humana.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 1913-1917, 1926 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 165-167 Meditar con san Josemaría Como cristiano, tienes el deber de actuar, de no abstenerte, de prestar tu propia colaboración para servir con lealtad, y con libertad personal, al bien común.
Forja, 714 Tú, por tu condición de cristiano, no puedes vivir de espaldas a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de tus hermanos los hombres. Forja, 453 Observa todos tus deberes cívicos, sin querer sustraerte al cumplimiento de ninguna obligación; y ejercita todos tus derechos, en bien de la colectividad, sin exceptuar imprudentemente ninguno.
- También has de dar ahí testimonio cristiano.
- Forja, 697 Los hijos de Dios, ciudadanos de la misma categoría que los otros, hemos de participar “sin miedo” en todas las actividades y organizaciones honestas de los hombres, para que Cristo esté presente allí.
- Nuestro Señor nos pedirá cuenta estrecha si, por dejadez o comodidad, cada uno de nosotros, libremente, no procura intervenir en las obras y en las decisiones humanas, de las que dependen el presente y el futuro de la sociedad.
Forja, 715 Con libertad, y de acuerdo con tus aficiones o cualidades, toma parte activa y eficaz en las rectas asociaciones oficiales o privadas de tu país, con una participación llena de sentido cristiano: esas organizaciones nunca son indiferentes para el bien temporal y eterno de los hombres.
- Forja, 717 3.
- La comunidad política La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de a las personas particulares, también al Estado, porque es la razón de ser de la autoridad política.
- La persona concreta, la familia, los cuerpos intermedios no están en condiciones de alcanzar por sí mismos su pleno desarrollo; de ahí deriva la necesidad de las instituciones políticas, cuya finalidad es hacer accesibles a las personas los bienes necesarios —materiales, culturales, morales, espirituales— para gozar de una vida auténticamente humana.
Para asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales. El bien común exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad.
Comporta tres elementos esenciales: 1. Supone, en primer lugar, el respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. En particular, el bien común reside en las condiciones necesarias para que se puedan ejercer las libertades naturales indispensables para el desarrollo de la vocación humana: derecho a actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad, también en materia religiosa.2.
En segundo lugar, el bien común exige el bienestar social y el desarrollo. Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del bien común, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho de fundar una familia, etc.3.
- El bien común implica, finalmente, la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo.
- Supone, por tanto, que la autoridad asegura, por medios honestos, la seguridad de la sociedad y la de sus miembros.
- La autoridad se ejerce de manera legítima si se aplica a la prosecución del bien común de la sociedad.
Para alcanzarlo debe emplear medios moralmente aceptables. Catecismo de la Iglesia Católica, 1906-1909 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 168-169 Meditar con san Josemaría Interpretad, pues, mis palabras, como lo que son: una llamada a que ejerzáis ¡a diario!, no sólo en situaciones de emergencia vuestros derechos; y a que cumpláis noblemente vuestras obligaciones como ciudadanos en la vida política, en la vida económica, en la vida universitaria, en la vida profesional, asumiendo con valentía todas las consecuencias de vuestras decisiones libres, cargando con la independencia personal que os corresponde.
- Y esta cristiana mentalidad laical os permitirá huir de toda intolerancia, de todo fanatismo, lo diré de un modo positivo, os hará convivir en paz con todos vuestros conciudadanos, y fomentar también la convivencia en los diversos órdenes de la vida social.
- Conversaciones, 117 4.
- El destino universal de los bienes Entre las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del destino universal de los bienes: «Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos.
En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad». ( Constitución Pastoral Gaudium et spes, 69 ). Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno.
- He ahí, pues, la raíz primera del destino universal de los bienes de la tierra.
- Ésta, por su misma fecundidad y capacidad de satisfacer las necesidades del hombre, es el primer don de Dios para el sustento de la vida humana.
- El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho universal al uso de los bienes.
Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo. Este principio de los bienes invita a cultivar una visión de la economía inspirada en valores morales que permitan tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes, para así realizar un mundo justo y solidario.
Asimismo, comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, «donde cada uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el desarrollo de otros ni un pretexto para su servidumbre.» Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 171-175 Meditar con san Josemaría Se comprende muy bien la impaciencia, la angustia, los deseos inquietos de quienes, con un alma naturalmente cristiana, no se resignan ante la injusticia personal y social que puede crear el corazón humano.
Tantos siglos de convivencia entre los hombres y, todavía, tanto odio, tanta destrucción, tanto fanatismo acumulado en ojos que no quieren ver y en corazones que no quieren amar. Los bienes de la tierra, repartidos entre unos pocos; los bienes de la cultura, encerrados en cenáculos.
- Y, fuera, hambre de pan y de sabiduría, vidas humanas que son santas, porque vienen de Dios, tratadas como simples cosas, como números de una estadística.
- Comprendo y comparto esa impaciencia, que me impulsa a mirar a Cristo, que continúa invitándonos a que pongamos en práctica ese mandamiento nuevo del amor.
Es Cristo que pasa, 111 Para actuar siempre así, como esas madres buenas, necesitamos olvidarnos de nosotros mismos, no aspirar a otro señorío que el de servir a los demás, como Jesucristo, que predicaba: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir.
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¿Qué es el bien para los cristianos?
La ética cristiana radica en la práctica del bien y de las buenas obras, tal como lo manda Jesucristo en el Evangelio. . Por otra parte, el bien o el buen obrar está presente de modo intrínseco en la persona misma, que según la enseñanza cristiana fue hecho a imagen y semejanza de Dios.
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