MENTIRA v. Engaño, Falso Exo 23:7 palabra de m te alejarás, y no matarás 1Ki 22:22; 2Ch 18:21 seré espíritu de m en boca Job 6:28 y ved si digo m delante de vosotros 13:4 manifestación contraria a la verdad, cuyo fin es el engaño. Con este término se designa en las Escrituras desde el simple embuste hasta el fraude y la falsedad.
Se puede caer en la m. mediante la palabra o de obra.M. es cultar una verdad mediante respuestas evasivas, como la de Caín cuando Yahvéh le preguntó por su hermano Abel: †œNo sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?†, Gn 4, 9. Se pueden decir verdades a medias, que constituyen mentiras, puesto que se dicen con el propósito de engañar, como cuando Abraham presentó a su mujer como hermana ante Abimelec, Gn 20, 2 y 12.
Guardar silencio, como Judas Iscariote, quien no se dio por aludido cuando el Señor, en la última cena, se refirió a él indirectamente como el que lo traicionaría y lo entregaría, Jn 13, 21-30. Los ídolos y la idolatría en general son llamados en las Escritura m.
Am 2, 4; Mi 2, 11. En el N.T. la m. aparece como el medio de que se sirve el demonio †œpadre de la mentira†, para engañar, Jn 8, 44. La m. contraria a la verdad está unida al mal, Rm 1, 25; 2 Ts 2, 9-12. En Hch 5, 1-11, se refiere un fraude, el de Ananías y su mujer, de quienes el apóstol Pedro dice que Satanás se apoderó de sus corazones, pues pretendieron engañar a los apóstoles por codicia, y que fueron terriblemente castigados.
El apóstol Pablo, hablando de la nueva vida en Cristo, exhorta a los fieles cristianos: †œPor tanto, desechando la m., decid la verdad unos a otros, pues somos miembros unos de otros†, Ef 4, 25; Col 3, 9.
- Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
- Fuente: Diccionario Bíblico Digital
- (decir lo contrario de lo que uno piensa, o tiene en mente).
- – No mentir, es el 8 mandamiento de la Ley de Dios, Exo 20:16.
- – Prohibida y aborrecible a Dios, Lev 19:11, Pro 6:16-19, Col 13:9, Pro 12:22.
– Satanás es el padre de la mentira, y nos induce a ella, Jua 8:44, 1 R.22:22 – Excluye del Cielo, Rev 21:27, Rev 22:15. – Senal de apostasía, 2Te 2:9, 1Ti 4:2. – Jesús es la verdad, Jua 1:14, Jua 1:16, Jua 14:6. Diccionario Bíblico Cristiano Dr.J. Dominguez
- http://biblia.com/diccionario/
- Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
- tip, LEYE
vet, Prohibida en la Palabra de Dios (Ex.23:7) y aborrecida por el justo (Pr.13:5); se anuncia castigo sobre el que la practica (Pr.19:5, 9). El convertido a Cristo se aparta de su antigua forma de vivir y, andando en novedad de vida, debe desechar la mentira y hablar la verdad (Ef.4:25; cfr.
- Mt.5:33-37).
- La mentira por antonomasia es la negación y oposición a Cristo, negando el testimonio de Dios (1 Jn.2:22; 5:10).
- El origen de la mentira está en Satanás (Jn.8:44), que presentó una falsa imagen de Dios a Eva, empujando a la primera pareja a la muerte (Gn.3:1-6).
- Los hombres se pueden mentir a sí mismos (Stg.1:22), confundiendo los propios deseos con la realidad; pueden mentirse entre sí (Lv.19:11); pueden mentir a Dios (Hch.5:3, 4), aunque desde luego no puedan engañarlo.
La mentira es aborrecida por Dios porque destruye la recta comprensión de la realidad (“andamos en tinieblas”, cfr.1 Jn.1:6), con lo que el hombre se desvía del verdadero conocimiento y comunión con Dios. La mentira destruye la confianza entre los hombres, oscurece el entendimiento, y lleva a la destrucción eterna (Ap.21:7; 22:15).
- Dios no miente ni puede mentir (Nm.23:19), no cabiendo ni pudiendo caber en El por cuanto El es la realidad primera y última y absoluta contra la que atenta toda mentira (cfr.1 S.15:29; Tit.1:2; He.6:18).
- Por su parte, Jesús, Dios mismo manifestado en carne, es la misma “verdad”, la verdad acerca de Dios, y la verdad de lo que Dios quería que fuera el hombre, el cúmulo de todas las perfecciones (cfr.
Jn.14:6). Por ello, aquel que tiene comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo, exclama de corazón: “la mentira aborrezco y abomino; tu ley amo” (Sal.119:163). Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado Ocultación voluntaria de la verdad ante aquel que tiene derecho a conocerla.
- Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
- Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
- (v. verdad)
- (ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
- Fuente: Diccionario de Evangelización
La mentira es la negación de la ver-dad; la mentira no puede ser de la verdad (1 Jn 2,21). La mentira nace del Diablo, que es su padre. Cuando el Diablo dice mentira, está hablando de su propio ser, nos está manifestando su propia esencia, pues posee una naturaleza mentirosa (Jn 8,44).
- Vivir en la verdad es estar con Dios y con los hombres (Jn 3,21; 14,6; 18,37), y vivir en la mentira es ponerse a espaldas de Dios y de los hombres, ser del Diablo (Jn 8,44).E.M.N.
- FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001 Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret TEOLOGíA MORAL SUMARIO Premisa.I.
La negatividad ética de la mentira: 1. Perspectiva antropológica; 2. Perspectiva bíblico-teológica; 3. Perspectiva histórica. II. El caso de conflicto; 1. A modo de ejemplo; 2. Intentos de solución; 3. Observaciones críticas; 4. La solución dialéctica. III. Dimensión colectiva y pública de la mentira.
Premisa En la conciencia de los valores constitutivos de la persona y de la comunidad, el sujeto ético reconoce y afirma la verdad como bien originario, decisivo e imprescindible. La verdad significa para la libertad un pluralismo de tareas y compromisos, sintetizables y unificables en el deber ético y en la virtud moral de la veracidad.
Esta es la disposición permanente y dinámica de la libertad hacia lo verdadero, lo cual implica permeabilidad, respeto, demostración; en una palabra, fidelidad a la verdad. Por eso mismo rechaza el pacto con la falsedad, excluye toda doblez, repudia el engaño; es decir, rechaza la “mentira” como antítesis y contradicción de sí mismo.
- La mentira toma forma en la palabra.
- No sólo en la palabra simplemente hablada, sino expresada en cualquier tipo de manifestación por el ser humano.
- Donde lo que se manifiesta no es signo efectivo, sino distorsionante y desviado de lo verdadero, existe una mentira, que asume la forma del engaño, de la ficción o de la hipocresía.I.
La negatividad ética de la mentira La veracidad consiente el dinamismo creador de la verdad en la persona y en la sociedad; la mentira interfiere en él, impidiéndolo o descomponiéndolo con sentido negativo. La mentira no representa, de ninguna manera, una posibilidad, sino una mistificación que la conciencia humana y cristiana estigmatiza y prohíbe como un mal y un vicio: “No mientas”.1.
- PERSPECTIVA ANTROPOLí”GICA.
- El hombre vive una íntima tendencia a la verdad.
- Una vez alcanzada, reconocida, no lo deja indiferente.-es decir, libre para adherirse o nó a ella-,sino que crea por sí misma una fidelidad.
- Reconocimiento de la verdad y fidelidad a la verdad forman una unidad, éticamente indisociable.
La mentira interviene en esta unidad rompiéndola; es infidelidad a la verdad, su desconocimiento ético, El hombre es fiel a la verdad en la “palabra según verdad” que él pronuncia para si mismo y para los demás. Ante todo para sí mismo, porque es la primera relación, la relación interior consigo mismo.
Por esto la primera mentira es la simulación o disimulación de la verdad a sí mismo, según un proceso de “acomodación” más o menos reflejo de la verdad, que se encuentra. en el origen de tantos engaños que el hombre no consigue ya o no es capaz nunca de confesarse a sí mismo. Por eso toda mentira es siempre un “autoengaño” que disocia a la persona en sí misma.
Esta no está ya confirmada y reconciliada por la verdad, sino alienada por la imagen que tiende a acreditar de sí y de la realidad. La mentira, además, atenta contra el significado propio de la palabra de ser signo manifestativo del pensamiento interior.
Ninguna interioridad es transparente por sí misma, sino por la mediación simbólica del lenguaje. Este tiene como finalidad intrínseca ser vehículo del pensamiento. La mentira interfiere en esta finalidad, expropiando al lenguaje de su propia e intrínseca función de signo e instrumentalizándolo para fines que le son extraños.
En ella la palabra no está al servicio de la verdad, sino del interés. La mentira, finalmente, traiciona la confianza y la promesa que toda palabra-signo significa para el otro, con efectos socialmente destructores. Toda comunidad y sociedad procede del encuentro libre de personas que se comunican, abriéndose mutuamente en la verdad del propio pensamiento.
La palabra, pronunciada o expresada de cualquier manera, es un acto de mutua confianza, instauradora de relaciones humanas. Comunicar es dar fe a la palabra. Toda mentira atenta contra este crédito de la palabra. Viola la promesa que toda palabra significa para el destinatario, lo induce a error, desviándolo para placer propio e hiriéndole en su dignidad de persona.
Toda mentira es un abuso de confianza, que aleja a las personas y alienta la ruptura de los vínculos sociales. La mentira engaña al otro, con consecuencias socialmente envilecedoras, contagiosas e involutivas. “Envilecedoras”: el otro -sobre todo el más pequeño, el más indefenso- sufre inconscientemente el engaño, y de esa manera es manipulado y condicionado.
Contagiosas”: el otro, descubierto el engaño, simula o se enmascara a su vez, respondiendo a la falsedad con la falsedad. “Involutivas”: desvelado el embrollo o el engaño, el otro sufre una decepción, se recluye en sí mismo, desconfía de la sociedad. En todo caso y en cualquier forma que se exprese, la mentira atenta contra la comunidad humana, convirtiéndose en factor de desunión.2.
PERSPECTIVA BíBLICO-TEOLí”GICA. Criatura y compañero, dentro de la alianza; de un Dios que en sí mismo es émeth, verdad que se manifiesta en el don del amor creador y liberador, el hombre es constituido en la verdad y llamado a una fidelidad de lealtad que no tolera doblez alguna: “Los labios mentirosos los abomina el Señor, que se complace en cuantos actúan con sinceridad” (Pro 12:22).
De ahí la exigencia prescriptiva de la ley: “No mintáis, no os engañéis unos a otros” (Lev 19:11; cf Exo 23:7; Sir 7:13-14), apoyada en la oración: “Aleja de mí la falsedad y la mentira” (Pro 30:8). Este ser de la verdad y en la verdad de Dios se realiza de un modo supremo en la personificación en un hombre nuevo en Cristo, “creado según Dios en la justicia y en la santidad de la verdad” (Efe 4:24).
Por lo cual la incompatibilidad entre mentira y vida cristiana es reflejo operativo de la contraposición ontológica entre hombre viejo y hombre nuevo: “No os engañéis mutuamente, ya que os habéis despojado del hombre viejo y os habéis revestido del hombre nuevo” (Col 3:9-10).
De la razón “personalista” se ha derivado la “ecleslal”: “Por eso, apartaos de la mentira; decid cada uno la verdad al prójimo, para que seamos miembros los unos de los otros” (Efe 4:25). El vínculo que une a los miembros entre sí haciendo de ellos “un solo cuerpo en Cristo” es una “caridad sin ficción” (cf Rom 12:4-9).
En esta oposición consciente y activa a la mentira, el cristiano se inspira en el ejemplo de lealtad perfecta de Cristo, que reprueba y desenmascara toda falsedad e hipocresía (cf Mat 23:27-28). Y tiene la conciencia de la fe: así como el que dice y atestigua la verdad es de Dios (cf 1Jn 3:9.19; Jua 18:37) y participa de la herencia de la gloria de Cristo (cf Apo 14:15), del mismo modo el que miente y finge está en la órbita de atracción y acción del maligno, por sí mismo “mentiroso y padre de la mentira” (cf Jua 8:44) y está fuera del reino de Dios (cf Apo 21:27; Apo 22:15).
En la teología de Juan mentira, tinieblas y muerte se implican mutuamente en su oposición a verdad, luz y vida. La veracidad sustrae del poder maléfico y mortal de la mentira, abriendo la posibilidad de la luz y de la vida que aporta la verdad.3. PERSPECTIVA HISTí”RICA. La doctrina tradicional considera la mentira como “lenguaje contrario al propio pensamiento, con voluntad de engañar”.
Para que exista una mentira en sentido ético-formal, la oposición debe ser con el propio pensamiento (con la verdad interior), no con la realidad o con los hechos (con la verdad objetiva). Por lo tanto, una afirmación conforme con el propio pensamiento pero contraria a la realidad no es formalmente una mentira; el que afirma se equivoca, no miente.
E, inversamente, una afirmación contraria al propio pensamiento, pero conforme con la realidad es formalmente una mentira; quien afirma miente, aunque, sin querer, diga materialmente la verdad. En la definición de la mentira entra también la voluntad de engaño: “La mentira es una comunicación (significado) falsa,unida a la intención de engañar” (SAN AGUSTIN, Contra mendacium, 26: PL 40,537).
Pero, precisa santo Tomás, la intención de engañar (voluntas fallendi) entra como elemento no esencial en cuanto “pertenece a la perfección, y no a la esencia de la mentira”. De forma que ésta queda ya calificada moralmente por la falsedad formal, es decir, por la simple voluntad de decir lo que es falso, de expresar algo contrario al propio pensamiento (cf S.
- Th., II-II, q.110, a.1).
- De ahí la concepción común de la mentira como “locutio contra mentem”.
- Por razón de la diversidad de motivación, a partir de santo Tomás (cf ib, a.2) se ha distinguido la mentira en: “jocosa”, dicha por diversión; para muchos no se trata de una mentira propiamente, porque por el contexto resulta evidente que no se quiere afirmar lo que se dice, sino divertir simplemente; “oficiosa”, dicha por necesidad: para evitar un mal o procurar un bien; “perniciosa”, dicha para hacer daño a alguien.
En torno a las reflexiones de san Agustín y de santo Tomás se ha agrupado la doctrina tradicional sobre la intrínseca inmoralidad de la mentira; según ella, la mentira es siempre un mal que hay que evitar, porque por sí misma se opone a la verdad, contradice la finalidad propia de la palabra, destruye la convivencia social y está condenada en la Sagrada Escritura.
Esta doctrina es apoyada por la mayor parte de los Padres y de los teólogos y caracteriza de forma clara y continua la tradición eclesial, aunque no existe una definición del magisterio. Fuera del ámbito teológicoeclesial ha tenido algunos eminentes defensores, como Cicerón en la antigüedad y Kant en la época moderna.
A lo largo de esta tradición se ha constituido una tendencia minoritaria que trata de legitimar la mentira en los casos en que decir la verdad puede traer graves consecuencias a alguien. Entre los Padres: Clemente de Alejandría, Orígenes, san. Juan Crisóstomo, san Hilario, Casiano.
El mismo san Agustín experimentó vivamente estos casos: “La cuestión de la mentira -escribe- es difícil y frecuentemente nos angustia en nuestra actividad cotidiana” (De mendacio 1, 1: PL 40,487). Entre los teólogos medievales: Guillermo de Auxerre, Alejandro de Hales y san Buenaventura. Con el advenimiento de la era moderna, que ha desarrollado la atención al sujeto y a las relaciones sociales, se ha abierto camino otra concepción de la mentira como “rechazo de la verdad debida”.
La atención se traslada aquí de la relación palabra-pensamiento a la relación palabra-destinatario; la esencia de la mentira se determina subjetivamente, ya no objetivamente, por el derecho del interlocutor a la verdad. Con la disminución de tal derecho la mentira se haría lícita.
En este caso ya no existiría formalmente una mentira, sino un “falsiloquio”; una mentira en sentido sólo material o psicológico, no ético-formal. Esta teoría, que se remonta al calvinista H. Grozio (1583-1645) y se desarrolló en el ámbito protestante y jurídico, ha comenzado a encontrar consenso recientemente también entre los católicos.
II. El caso de conflicto Hay dos datos que emergen sin duda ninguna del análisis histórico: la tradición mayoritaria en favor de la intrínseca malicia de la mentira y el reconocimiento de casos particulares en los que decir la verdad se convierte en daño para alguien.
- El primer dato expresa la negatividad ética de la mentira “a nivel objetivo” como traición de la doble fidelidad que se debe a la veracidad: la fidelidad a la verdad, según la cual es inmoral falsificar lo verdadero, y la fidelidad a la caridad, según la cual es inmoral engañar al prójimo.
- El segundo dato refleja el conflicto-discordia, que puede establecerse a “nivel subjetivo”, entre la exigencia de no engañar diciendo lo falso y la de no hacer daño diciendo lo verdadero.1.
A MODO DE EJEMPLO. En caso de conflicto, una primera posibilidad, con frecuencia obligada, es el silencio, Pero se dan situaciones en las que es imposible evadirse y callar no resuelve, cuando no agrava. Parecería justo hablar simulando o disimulando la verdad.
Son casos que afectan “a la persona misma a la que se habla”, como el ejemplo del drogodependiente o del alcohólico que pregunta con vehemencia a los padres si hay dinero en casa; el ejemplo del enfermo afectado por un mal incurable o bajo un fuerte shock, no preparado todavía para conocer la verdad cruda; el ejemplo del director que obligado por el descubrimiento de un explosivo o por un conato de incendio a hacer evacuar el teatro sin provocar pánico ni salidas tumultuosas con peligro, alega otro motivo.
Otros casos afectan “a las personas de las cuales nos vemos forzados a hablar”, como el ejemplo del inocente que se refugia en casa de un amigo para esconderse de las amenazas de un injusto agresor, el cual pregunta si el buscado está con él; o también el ejemplo del prepotente que interroga sobre algún secreto ajeno.
La persona de la que se está obligado a hablar puede ser el mismo que está siendo interrogado, como en el caso de preguntas indiscretas o impúdicas sobre uno mismo. Se trata de casos evidentemente graves y serios; en ellos hay siempre en juego un bien inalienable de la persona, en ningún caso la comodidad o el provecho de alguien.
En casos de este tipo también santo Tomás, que sostuvo que “no es lícito decir mentiras por alejar un peligro cualquiera de una persona”, citando a san Agustín afirma que “es lícito esconder prudentemente la verdad con alguna excusa” (S. Th., Il-II, q.110, a.3, ad 4).
Expresión muy vaga, pero reveladora de la discordia profundamente sentida y del deseo de encontrarle remedio.2. INTENTOS DE SOLUCIí”N. Para hacer frente al conflicto se han propuesto dos tipos de solución: el primero gira en torno al planteamiento deontológico, que defiende la intrínseca malicia de la mentira; el segundo a partir del planteamiento teleológico, que une su malicia al fin buscado.
En el primer caso se ha afirmado la teoría de la “restricción mental” o “anfibolia”, consistente en una expresión o palabra ambivalente, susceptible de ser entendida en su exacto sentido por quien la pronuncia y en otro sentido, al menos así se espera, por quien la escucha.
Para obviar que la restricción de significado esté toda y sólo en lo interior de quien habla, se ha distinguido una “restricción mental estricta” (“restrictio stricte mentalis’~, que puede ser entendida sólo por quien la formula y no por quien la escucha: ésta la Iglesia la ha condenado como un abuso, por decreto de Inocencio XI en el año 1679 (DS 1176ss); y una “restricción mental lata” (“restrictio late mentalis”), que surge, en cambio, del tono de las palabras y expresiones utilizadas y/o del contexto en que son pronunciadas y escuchadas.
En el segundo caso encontramos la teoría del “falsiloquio”, según la cual toda expresión contraria al pensamiento, con la intención de hacer prevalecer un fin sobre la verdad, no es objetivamente una mentira, sino simple falsiloquio. De la lógica del falsiloquio toma su influencia la teoría del derecho a la verdad, en cuyo contexto se ha desarrollado originariamente.
En los casos mencionados, el otro no tendría o habría perdido el derecho a la verdad.3. OBSERVACIONES CRITICAS. La teoría de la restricción mental no está libre de sospechas y dificultades. Muchos autores, incluso en el catolicismo (cf L. GODEFROY, 567), demuestran que entre restricción mental y mentira de hecho no existe diferencia; lo que es decisivo en la mentira no es la palabra interior, en el significado que quien la pronuncia le reconoce, sino la palabra exterior, en el significado en que el interlocutor la percibe, que es el falso, tal como efectivamente se esperaba.
Incluso en el caso de que la teoría sea intachable, no está al alcance de todos, sobre todo de los más simples y menos expertos en el manejo del lenguaje y en aprovecharse de la ambigüedad de las palabras y expresiones. Además está el hecho de que en manos de los más hábiles se presta fácilmente al abuso; la misma separación entre restricción mental lata y estricta no es una cosa clara y simple, ni sus límites están bien definidos, por lo cual se les puede desplazar fácilmente.
Una misma expresión, en un mismo caso, es propuesta por un autor como ejemplo de restricción mental lata (cf K.H. PESCHKE, Etica cristiana 781-782), y por otro como ejemplo de restricción mental estricta, y por lo tanto como una bonita y piadosa mentira (cf A. GÚNTHÜR, 452-453); y se trata de especialistas.
Además la restricción mental no consigue su objetivo en el caso de personas avisadas y hábiles en captar y desenmascarar reservas mentales y lenguajes velados, dando lugar así a desconfianzas, sospechas y desilusiones. Por estos motivos la teoría de la restricción mental no goza, sobre todo actualmente, de una acogida favorable; es poco creíble; sirve de subterfugio y expediente a los más elocuentes, que encuentran en ella la fácil justificación de las propias mentiras, y no protege a los más simples, que se encuentran expuestos a decir mentiras sin más.
No es entendida como una propuesta formativa de promoción ética de las conciencias, sino como un medio ingenioso de salvaguardia práctica del principio en que se fundamenta. De hecho no ha contribuido a la prevención de la mentira, ya que, incluso en el terreno de su divulgación, proliferan con plena tranquilidad de conciencia.
El rigor que posee a nivel teóretico-formal no se corresponde con una conciencia análoga a nivel práctico-concreto; aquí se produce una inflación ética, que es la mentira fácil sin remordimiento. ¿Se debe entonces renunciar a la malicia intrínseca de la mentira y valorarla sólo en función de los bienes y males que entran en juego en algunas ocasiones? ¿Dejará de ser un mal en sí misma para convertirse en la traición de un derecho que puede darse o no darse? ¿Se puede, por esto, cambiar su naturaleza objetiva, de mentira o falsiloquio, cada vez que se persiga algún bien considerado superior a la verdad? Por una parte, no se ve cómo se puede desconocer la malicia, definida en sí misma, de la palabra infiel a la verdad; la fidelidad de la palabra al pensamiento, espejo de la verdad de lo real, es un bien por sí mismo que la mentira traiciona.
Si algo es falso, permanece tal siempre, aún con las mejores intenciones. La tradición teológico-moral se habría equivocado no poco al declarar esta primera y decisiva malicia. Por otra parte, deducir la naturaleza de la mentira sólo de la traición a otra persona, y además determinarla por el derecho del interlocutor a la verdad, parece muy unilateral y minimiza la importancia ética de la mentira.
Se declara indiferente el fines operis como fuente de moralidad, reduciendo ésta al finis operantis: a la intención subjetiva de engañar y de desconocer el derecho de otro. “Todas las teorías que parten únicamente del derecho del interlocutor descuidan el hecho de que es una característica de las leyes específicas del lenguaje el estar ordenadas a la comunicación.
- Y por lo tanto, el lenguaje está ordenado a la comunicación no sólo subjetiva, sino objetivamente.
- De ahí que la obligación de la veracidad venga determinada a partir del deber de quien habla, y no en primer lugar del derecho de quien escucha” (W.
- MOLINSKI, 627).4.
- LA SOLUCIí”N DIALECTICA.
- No se da un conflicto de deberes a nivel objetivo; a este nivel verdad y caridad se implican y se integran creativamente.
La discordia-contraste se establece siempre y sólo a nivel subjetivo, a nivel situacional. La solución debe ser, pues, de tipo dialéctico entre las exigencias de la norma, que no puede desconocer la objetiva inmoralidad de la mentira, y las de la situación, que no puede abandonar al sujeto a la angustia y a la arbitrariedad.
- Indicativo e iluminador de esta mediación dialéctica es la orientación paulina: “Hacer la verdad en la caridad” (Efe 4:15).
- Lo que la conciencia diga, movida e informada por el vínculo perfeccionador de la caridad (cf Col 3:14), será la palabra con la que resolver la situación conflictiva.
- Podrá ser una palabra no conforme al pensamiento, y por tanto objetivamente falsa, pero subjetivamente tolerable.
Esto significa que las circunstancias particulares y la intención subjetiva que inducen a decir una palabra contraria al pensamiento, aunque no pueden cambiar la cualidad ética de la mentira y ésta permanece objetivamente siendo lo que es, pueden, sin embargo, hacerla menos culpable, inculpable y subjetivamente defendible (cf CONGREGACIí”N DEL CLERO, Caso Washington, 26 de abril de 1971).
- No hay caridad sin verdad; la caridad “se complace en la verdad” (1Co 13:6) y huye de la mentira (cf Rom 12:9; 1Co 6:6).
- Ni tampoco se da verdad sin caridad; la verdad no engaña.
- Pero ni siquiera es indiferente, irrespetuosa, impúdica; no es nunca injusta, delatora, traidora o disgregadora.
- Está dentro de la sintonía de la caridad, con valor propio en situaciones normales y decisiva en situaciones conflictivas.
Es la caridad que en la palabra se hace piedad hacia el enfermo no todavía dispuesto y preparado para conocer la cruda realidad; defensa del débil frente al arrogante y el opresor; discreción y pudor con el inoportuno y el imprudente; prudencia benévola con quien no esté en condiciones de recibir el “hecho”.
La mentira que “la veracidad” de la caridad tolera sigue siendo en sí misma una palabra contraria al pensamiento y engañosa para el otro: la caridad no puede cambiarle su naturaleza objetiva. Pero la dice en la longitud de onda del amor que debe promover la vida, la justicia, el respeto, la comunión, cuando la situación se vuelve conflictiva, tensa, de contrastes.
La existencia humana está llena de situaciones de éstas. No es posible cerrar los ojos y arrojarse a un objetivismo ingenuo e irreal. Pero no se puede caer tampoco en la simpleza de no querer llamar mentira a una mentira. De esta manera escapamos tanto a la intransigencia de una deontología que no tiene en cuenta la singularidad de la situación como de la subjetividad de una teleología que devalúa el significado objetivo de la acción.
Que vuestra caridad -exhorta el apóstol- se enriquezca cada vez más en el conocimiento y en todo tipo de discernimiento para que podáis elegir lo mejor” (Col 3:14). Lo “mejor” que elige en cada situación la caridad rica en conocimiento y discernimiento, fruto de la acción iluminadora del Espíritu en la conciencia, es la palabra que permanece en la órbita creadora de la caridad.
De ahí la tarea de liberar a la caridad de cualquier interés larvado y condescendiente y de llenarla de amor de Dios, que de la inteligencia, sabiduría y consejo de su Espíritu irradia nuestra caridad. Si la dialéctica mediadora de la caridad trata de superar con serenidad y confianza la situación conflictiva, no deja espacio alguno para dudar y relativizar la verdad.
- Porque la caridad no se reconcilia con la mentira y no concede reposo hasta que no está en la verdad.
- La caridad no admite ninguna componenda ni interés, ningún oportunismo o acomodo.
- En la medida en que se infiltra un mínimo de egoísmo, yo no estoy “haciendo” la verdad: soy un mentiroso. III.
- Dimensión colectiva y pública de la mentira La mentira, aunque dicha o en todo caso expresada por un individuo, posee también una dimensión colectiva y pública, que en nuestro tiempo se va ampliando en proporción directa a la intensificación y extensión de las comunicaciones sociales.
Esta dimensión está fundamentalmente ligada al ejercicio y a la incidencia del l poder en todas sus formas. Por sí misma, la comunicación se ejerce como servicio a la verdad y en beneficio de la sociedad. Pero existe la tentación de centrarse en sí mismo, vehiculando una visión interesada, y por lo mismo adulterada, de la verdad, que en sí misma es una mentira.
Una primera perspectiva para ver esta adulteración de la verdad es la relativa al poder de la palabra pública que, preocupada por crear consenso y por lo tanto por persuadir (l Comunicación social 11, 2), puede estar dictada más por lo verosímil que por lo verdadero, en cuyo caso la palabra -la técnica oratoria, propagandística o publicitaria – tiene el riesgo de no apoyar a la verdad.
Cuando la retórica o el sofisma, ejercitados de cualquier modo y en cualquier ámbito, se convierten en técnicas valoradas en sí mismas, con independencia de la verdad o incluso contra ella, pertenecen al mundo de la mentira; son una ficción que “da el poder de disponer de las palabras al margen de las cosas y de disponer de los hombres por el uso de las palabras” (P.
RICOEUR, La métaphore vive, 15). No se discute el criterio de la verosimilitud. Pero cuando éste se impone sobre la verdad y prescinde de ella, está dominado por el espíritu de la mentira que pervierte la búsqueda de la verdad. Hoy este riesgo es potencialmente mayor: por una parte, por la necesidad de asegurarse el voto y, por lo tanto, de cuidar la imagen; por otra, por las tecno-estructuras de producción y estandarización de los mensajes en un sistema de comunicación no a medida de las personas, sino al servicio de la industria y el comercio.
Por ello la tentación de manipulación de la verdad es más fuerte y rentable. Una segunda perspectiva, puesta en evidencia por P. Ricoeur, es la de la apropiación autoritaria y uniforme de la palabra veraz. Es la pretensión del poder, en todas sus expresiones, de poseer la verdad y acreditarla verazmente a todos.
- Es una presunción que se apoya en la tendencia a la unidad de lo que es verdadero y que caracteriza a la búsqueda humana de la verdad, en contraposición al proceso inverso de diferenciación y pluralismo de lo verdadero.
- El poder se presenta como autoridad totalizadora en formas cada vez más exclusivas, monopolistas, totalitarias y dominadoras hasta acallar y doblegar cualquier voz y expresión distinta.
No se discute aquí la función unificadora y coordinadora de la autoridad, puesto que es competencia suya irrenunciable, sino el ceder a las “pasiones del poder”, lo que induce ala unidad violenta y totalizadora de la verdad. Esta es “la mentira inicial” o simplemente “la mentira de la verdad” (P.
RICOEUR, Verité et mensonge, 177): Porque la ataca precisamente en su principio, allí donde la verdad “se hace” y la persona y la comunidad son constituidas en la verdad. En ella toma cuerpo el espíritu de la mentira, que contamina y pervierte la búsqueda de la verdad en su fundamental exigencia de unidad: “Ese es el paso falso de lo total a lo totalitario” (ib 191).
No afecta a la verdad conocida, sino a la verdad por conocer, que él condiciona según la voluntad totalizadora del poder. Como tal, es anterior a todas las mentiras y la fuente de donde brotan y proliferan. Toda conciencia amante de la verdad está llamada a una doble tarea de vigilancia y de denuncia crítica.
- La conciencia cristiana vislumbra allí el poder perverso de la “bestia”, denunciado por el Apocalipsis, que el “fiel” y “veraz” desenmascara como mentira, seducción y engaño, y lo vence liberando al hombre de su yugo y de sus pasiones.
- Para la libertad nos ha liberado Cristo” (Gál 5:1).
- Es la libertad de la verdad que libera (cf Jua 8:32) y que pone en guardia al cristiano frente a cualquier cesión activa o pasiva a la mentira.
Esta libertad denuncia como irreconciliable con la fe todo poder que adultere la verdad y todo sometimiento condescendiente con él. No somos solamente responsables de la palabra contraria al pensamiento, sino de todo poder de la palabra que no sirve a la verdad para una mayor comunión en la comunidad, sino que se busca a sí misma para dominar sobre la sociedad.
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Generalmente implica decir algo falso a alguien que tiene el derecho de saber la verdad con la intención de engañar o perjudicar a esa persona o a otra. La mentira no tiene por qué ser siempre algo que se dice; también se puede mentir por la manera de actuar, es decir, una persona puede estar viviendo una mentira.
El verbo hebreo que transmite la idea de decir lo que no es verídico es ka·záv. (Pr 14:5.) Otro verbo hebreo, scha·qár, significa †œobrar o tratar con falsedad†, y la forma sustantiva se traduce †œmentira; engaño; falsedad†. (Le 19:11; Sl 44:17; Le 19:12; Sl 33:17; Isa 57:4.) El término hebreo schaw´, que a veces se traduce †œfalsedad†, se refiere básicamente a algo que es inútil, vano, sin valor.
Sl 12:2; Dt 5:20; Sl 60:11; 89:47; Zac 10:2.) El significado primario del verbo hebreo ka·jásch (engañar) es †œresultar desilusionador†. (Le 19:11; Os 9:2.) El término griego pséu·dos y otros de la misma familia están relacionados con la mentira y la falsedad. El padre u originador de la mentira es Satanás el Diablo.
(Jn 8:44.) Su mentira, transmitida por medio de una serpiente a Eva, la primera mujer, resultó finalmente en la muerte tanto de ella como de su esposo Adán. (Gé 3:1-5, 16-19.) Aquella primera mentira nació de un deseo egoísta e incorrecto. Su propósito era desviar el amor y la obediencia de la primera pareja humana hacia el mentiroso, que se hizo pasar por un †œángel de luz† o un benefactor.
- Compárese con 2Co 11:14.) Todas las demás mentiras maliciosas que se han pronunciado desde entonces han sido también la expresión de un deseo egoísta e incorrecto.
- Se miente para escapar de un castigo merecido, beneficiarse a expensas de otros o conseguir o mantener ciertas ventajas, recompensas materiales o la alabanza de los hombres.
Las mentiras religiosas han sido especialmente graves, pues han puesto en peligro la vida futura de los engañados. Jesucristo dijo: †œÂ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque atraviesan mar y tierra seca para hacer un solo prosélito, y cuando este llega a serlo, lo hacen merecedor del Gehena dos veces más que ustedes†.
Mt 23:15.) El cambiar la verdad de Dios por †œla mentira† y la falsedad de la idolatría puede hacer que una persona realice prácticas degradantes y viles. (Ro 1:24-32.) El caso de los líderes religiosos del judaísmo en el tiempo del ministerio terrestre de Jesús muestra lo que puede suceder si se abandona la verdad.
Ellos tramaron la ejecución de Jesús. Luego, cuando se le resucitó, sobornaron a los soldados que habían guardado la tumba para que ocultaran la verdad y propagaran una mentira sobre la desaparición del cuerpo de Jesús. (Mt 12:14; 27:1, 2, 62-65; 28:11-15; Mr 14:1; Lu 20:19.) Jehová Dios no puede mentir (Nú 23:19; Heb 6:13-18) y odia una †œlengua falsa†.
(Pr 6:16-19.) La ley que dio a los israelitas exigía que se hiciera compensación por los daños que resultaban del engaño o de la mentira maliciosa. (Le 6:2-7; 19:11, 12.) Además, si una persona daba falso testimonio, tenía que recibir el mismo castigo que deseaba infligir a otro por medio de sus mentiras.
(Dt 19:15-21.) El punto de vista de Dios en cuanto a la mentira maliciosa que se reflejaba en la Ley no ha cambiado. Los que desean conseguir su aprobación no pueden practicar la mentira. (Sl 5:6; Pr 20:19; Col 3:9, 10; 1Ti 3:11; Rev 21:8, 27; 22:15.) Tampoco pueden vivir una mentira, como en el caso de los que alegan amar a Dios mientras que al mismo tiempo odian a su hermano.
(1Jn 4:20, 21.) Ananías y su esposa perdieron la vida por mentir y tratar de burlar al espíritu santo. (Hch 5:1-11.) No obstante, la persona que en un momento dado se ve impulsada a decir una mentira no se hace culpable automáticamente de un pecado imperdonable. El caso de Pedro, que negó a Jesús tres veces, ilustra que Dios perdona a la persona que se arrepiente de corazón.
(Mt 26:69-75.) El que en la Biblia se condene claramente la mentira maliciosa no significa que una persona esté obligada a divulgar información verídica a quien no tenga derecho a conocerla. Jesucristo aconsejó: †œNo den lo santo a los perros, ni tiren sus perlas delante de los cerdos, para que nunca las huellen bajo los pies, y, volviéndose, los despedacen a ustedes†.
- Mt 7:6.) Por esta razón en ciertas ocasiones Jesús se abstuvo de dar información completa o respuestas directas a ciertas preguntas, pues ese proceder podría haber causado dificultades innecesarias.
- Mt 15:1-6; 21:23-27; Jn 7:3-10.) El comportamiento de Abrahán, Isaac, Rahab y Eliseo al informar erróneamente u ocultar parte de los hechos a quienes no eran adoradores de Jehová tuvo esa misma motivación.
(Gé 12:10-19; cap.20; 26:1-10; Jos 2:1-6; Snt 2:25; 2Re 6:11-23.) Jehová permite que se produzca una †œoperación de error† en aquellas personas que prefieren la falsedad, a fin de que †œlleguen a creer la mentira† y no las buenas nuevas acerca de Jesucristo.
- 2Te 2:9-12.) Un ejemplo de este principio es lo que sucedió hace siglos en el caso del rey israelita Acab.
- Unos profetas mentirosos le aseguraron a Acab que vencería en la batalla contra Ramot-galaad, mientras que Micaya, el profeta de Jehová, predijo calamidad.
- Como se le reveló en visión a Micaya, Jehová permitió que una criatura celestial actuara como un †˜espíritu engañoso en la boca de los profetas†™ de Acab, es decir: esta criatura celestial influyó sobre ellos para que no hablaran la verdad, sino lo que ellos mismos deseaban decir y Acab deseaba oír.
Aunque recibió advertencia, Acab prefirió que le engañaran, y eso le costó la vida. (1Re 22:1-38; 2Cr 18.) Fuente: Diccionario de la Biblia /Decálogo II, 8.1.4 Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica El empleo bíblico de la palabra mentira recubre dos sentidos diferentes, según que se trate de las relaciones del hombre con su prójimo o de sus relaciones con Dios.I.
- MENTIRA EN LAS RELACIONES CON EL PRí”JIMO.1. En el AT.
- La prohibición de la mentira en la ley atiende en los orígenes a un contexto social preciso: el del falso testimonio en los procesos (decálogo: Ex 20,16 y Dt 5,20; reiterado en Ex 23,1ss.6ss; Dt 19,16-21 ; Lev 19,11); esta mentira, dicha bajo juramento, es además una profanación del *nombre de Dios (Lev 19,12).
Este sentido restringido subsiste en la enseñanza moral de los profetas y de los sabios (Prov 12,17; Zac 8,17). Pero el pecado de mentira se entiende también en forma mucho más amplia: es el dolo, el engaño, el desacuerdo entre el pensamiento y la *lengua (Os 4,2; 7,1; Jer 9,7; Nah 3,1).
A todo esto tiene horror Yahveh (Prov 12,22), al que no se puede engañar (Job 13,9); así el mentiroso va a su pérdida (Sal 5,7; Prov 12,19; Eclo 20,25). Incluso Jacob, el astuto que captó la bendición paterna, fue a su vez engañado por su suegro Labán (Gén 29, 15-30).2. En el NT formula Jesús la obligación de una lealtad total: “Sea vuestro lenguaje: sí, sí; no, no” (Mt 5,37; Sant 5,12), y Pablo hace de ello su regla de conducta (2Cor 1,17s).
Así vemos reiteradas las enseñanzas del AT, aunque con una motivación más profunda: “No mintáis ya unos a otros; os habéis despojado del hombre viejo y revestido del* hombre nuevo” (Col 3,9s); “Decíos la verdad, pues somos miembros los unos de los otros” (Ef 4,25).
La mentira sería una vuelta a la naturaleza pervertida; iría contra nuestra solidaridad en Cristo. Se comprende que, según los Hechos, Ananías y Safira al mentir a Pedro mintieran en realidad al Espíritu Santo (Act 5,1-11); la perspectiva de las relaciones sociales queda desbordada cuando entra en juego_ la comunidad cristiana.I.
MENTIRA EN LAS RELACIONES CON Dios.1. Desconocimiento del verdadero Dios. Yahveh es el *Dios de verdad. Desconocerlo volviéndose a los *ídolos engañosos es la mentira por excelencia, no la de los *labios, sino la de la vida. Los autores sagrados denuncian a porfía esta impostura, asaeteando con coplas satíricas (Jer 10,1-16; Is 44,9-20; Sal 115,5ss), anécdotas burlonas (Dan 14), epitafios infamantes: nada (Jer 10,8), horror (4,1), vanidad (2,5), impotencia (2,11) A sus ojos, toda conversión supone primero que se confiese el carácter mentiroso de los ídolos a que se había servido (16,19).
- Así lo entiende también Pablo cuando intima a los paganos que se aparten de los ídolos de mentira (Rom 1,25) para *servir al Dios vivo y verdadero (lTes 1,9).2.
- Pecado de mentira y vida religiosa.
- A) El AT conoce también una manera más sutil de desconocer al verdadero Dios: consiste en aclimatar en la propia vida el hábito de la mentira.
Tal es la manera de proceder de los *impíos, enemigos del hombre de bien: son astutos (Eclo 5,14), que sólo tienen la mentira en la boca (Sal 59,13; Eclo 51,2; Jer 9,2); se refugian en la mentira (Os 10,13), se aferran a ella hasta negarse a convertirse (Jer 8,5), y hasta sus aparentes conversiones son mentirosas (3,10).
Es inútil abrigar ilusiones acerca del hombre abandonado a sí mismo; es espontáneamente mentiroso (Sal 116,11). Por el contrario, el verdadero fiel proscribe de su vida la mentira para estar en comunión con el Dios de verdad (Sal 15,2ss; 26,4s). Así hará en los últimos tiempos el *siervo de Yahveh (ls 53,9), así como el humilde *resto que Dios dejará entonces a su pueblo (Sof 3,13).
b) El NT halla este ideal realizado en Cristo (1Pe 2,22). Por eso la renuncia a toda mentira es una exigencia primaria de la vida cristiana (IPe 2,1). Con esto se ha de entender no sólo la mentira de los labios, sino la que está incluida en todos los vicios (Ap 21,8): ésta no la han conocido jamás los elegidos, compañeros de Cristo (14,5).
- Muy especialmente merece el nombre de mentiroso el que desconoce la *verdad divina revelada en Jesús: el *anticristo, que niega que Jesús sea Cristo (Un 2,22).
- En él la mentira no es ya de orden moral, es religiosa por esencia, al igual que la de la idolatría.3.
- Los fautores de mentira.
- A) Ahora bien, para precipitar a los hombres en este universo mentiroso que se yergue delante de Dios en un gesto de desafío, existen guías engañosos en todas las épocas.
El AT conoce *profetas de mentira, de los que Dios se ríe en ocasiones (1Re 22,19-23), pero que más a menudo son denunciados por los verdaderos profetas en términos severos: así por Jeremías (5,31; 23,9-40; 28,15s; 29, 31s), Ezequiel (13) y Zacarías (13,3).
En lugar de la *palabra de Dios aportan al pueblo mensajes adulterados. b) En el NT también Jesús denuncia a los guías ciegos del pueblo judío (Mt 23,16). Estos *hipócritas que se niegan a creer en él, son mentirosos Un 8,55). Preludian a los otros mentirosos que surgirán en todos los siglos para retraer a los hombres del Evangelio: anticristos (Un 2,18-28), falsos apóstoles (Ap 2,2), falsos profetas (Mt 7,15), falsos mesías (Mt 24,24; cf.2Tes 2,9), falsos doctores (2Tim 4,3s; 2Pe 2,1ss, cf.
ITim 4,1s), sin contar a los judíos que impiden la predicación del Evangelio (ITes 2,14ss) y a los falsos hermanos, enemigos del verdadero Evangelio (Gál 2,4) Son otros tantos fautores de mentira con que deben enfrentarse los cristianos, como lo hacía Pablo en el caso del mago Elimas (Act I3,8ss).
- III. SATíN, PADRE DE MENTIRA.
- Así se divide el mundo en dos campos: el del bien y el del mal, el de la verdad y el de la mentira, en el doble sentido moral y religioso.
- El primero es concretamente el de Dios.
- El segundo tiene también su jefe: *Satán, la antigua serpiente que seduce al mundo entero (Ap 12,9) desde el día en que sedujo a Eva (Gén 3,13) y, separándola del árbol de vida, fue “homicida desde el principio” (Jn 8,44).
El es el que induce a Ananías y a Safira a mentir al Espíritu Santo (Act 5,3), y el mago Elimas es “*hijo” suyo (Act 13,10). De él dependen los judíos incrédulos que se niegan a creer en Jesús: son hijos del diablo, mentiroso y padre de mentira (Jn 8,41-44); así quieren matar a Jesús, porque “les ha dicho la *verdad” (Jn 8,40).
El es quien suscita a los falsos doctores, enemigos de la verdad evangélica (ITim 4,2); él, quien para guerrear contra los cristianos (Ap 12,17), da sus poderes a la *bestia del mar, el imperio “totalitario”, con la boca llena de blasfemias (13,1-8); y la bestia de la tierra que maneja a los falsos profetas para engañar a los hombres y hacerle adorar al ídolo mentiroso, depende también de él (13,11-17).
El eje del mundo pasa entre estos dos campos, e importa que los cristianos no se dejen seducir por los ardides del diablo hasta el punto de corromperse su fe (2Cor 11,3). Para permanecer en la verdad deben, pues, orar a Dios que los libre del maligno (Mt 6,13).
- -> Error – Hipócrita – ídolos – Impío – Lengua – Labios – Palabra humana – Satán – Simple – Verdad.
- LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 2001
- Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas
El hebreo usa varias palabras para la mentira, las más comunes son kāzāḇ y šeqer, La idea básica es engaño o vacuidad; lo que se representa bien en el NT por pseudos, La mentira es ante todo un mensaje falso o engañador de Dios o acerca de él (Jer.14:14; Ez.13:9; Ro.1:25).
Tiene su propio atractivo (Sal.62:4) y crea una seguridad falsa (Is.28:15); pero su único resultado es crear error y desilusión (Jer.23:32), minar las normas morales (Ro.1:26ss.), traer disolución cuando se descubre su falacia (Is.28:17); y se incurre en el juicio de Dios, quien no puede mentir (1 S.15:29; Tit.1:2) y delante de quien ninguna mentira puede permanecer (Hch.5:3s.).
También puede haber mentira en las relaciones del hombre con el hombre, como se tipifica en el AT por el falso testigo (Pr.6:19). La ley prohíbe la mentira (Ex.20:16; Lv.19:11), y pertenece a la vida antigua que debe ser desechada por el creyente (Col.3:9).
- Es un poderoso aliado de pecados más horrendos (2 S.11:6ss.; 1 R.21:10), y se le advierte al mentiroso que no escapará (Pr.19:5, 9).
- Si hay o no ocasiones para estratagemas inocentes o necesarias (cf.1 S.16:2s.) es un tema muy discutido por la casuística.
- Pero la mentira como tal es obviamente odiosa al Dios de verdad, y no habrá lugar para ninguna forma de engaño, pretensión o hipocresía en la santa Jerusalén (Ap.21:27; 22:15).
William Kelly Harrison, E.F., Bromiley, G.W., & Henry, C.F.H. (2006). Diccionario de Teología (386). Grand Rapids, MI: Libros Desafío. Fuente: Diccionario de Teología : MENTIRA
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¿Qué significa la mentira en la Biblia?
La palabra hebrea emet designa, a la vez, verdad, coherencia de vida y fidelidad y, en este sentido, en la Biblia, la mentira no se refiere primeramente a una voluntad de no describir con exactitud unos hechos, sino a la actitud de una persona que no inspira confianza.
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¿Qué significado tiene la mentira?
¿ Qué es ser mentor /a? Un mentor /a es una persona que, con mayor experiencia o conocimiento, ayuda de forma voluntaria a otra persona de menos experiencia o conocimiento en su proceso hacia la superación de obstáculos bien sean, laborales, sociales, académicos, etc.
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¿Qué origina la mentira?
La mentira deriva de importantes factores como el estrés, angustia, dolor y baja autoestima. La grave consecuencia es perder la moral y aumentar nuestro estado interno de angustia. Como solución es conveniente decir siempre la verdad, aunque duela.
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¿Que se esconde detras de la mentira?
Sin embargo, detrás de la costumbre de mentir compulsivamente no siempre se esconde el deseo de obtener algo o evitar un castigo, el mitómano suele mentir sin tener un motivo válido, por compulsión.
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¿Qué es una mentira falsa?
Concepto – Una mentira es una declaración realizada por alguien que sabe, cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes le crean, de forma que se oculte la realidad o la verdad en forma parcial o total. Una cierta oración puede ser una mentira si el interlocutor piensa que es falsa o que oculta parcialmente la verdad,
- En función de la definición, una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva, exagerar una verdad, si la intención es engañar o causar una acción en contra de los intereses del oyente.
- Las ficciones, aunque falsas, no se consideran mentiras.
- Mentir es decir una mentira.
- A las personas que dicen una mentira, especialmente a aquellas que las dicen frecuentemente, se las califica de mentirosas,
Mentir implica falsear intencionalmente y conscientemente. Tiene como sinónimos parciales: embuste, bola, bulo, calumnia, coba o falacia, También es mentira el acto de la simulación o el fingir. Por ejemplo: si alguien atropella a una persona y huye del lugar sin ser identificado y, después de un tiempo, regresa y se mezcla con los curiosos y finge indignación por lo ocurrido, está mintiendo a todos aquellos ante quienes simula o finge inocencia.
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¿Dónde nace la mentira?
Artículo de opinión La mentira, una reivindicación moral. De cómo la mentira es útil en un paciente en etapa terminal The lie, a moral claim. How lying is useful in a terminally ill patient.1 Internista, Hospital General Dr. Nicolás San Juan, Toluca, Estado de México, México.
Maestría en Investigación Clínica (UAEMex). Miembro del American College of Physicians.2 Licenciada en Enfermería, Hospital General Dr. Nicolás San Juan, Toluca, Estado de México, México Especialista en Terapia Intensiva. Maestría en Administración de Hospitales (UMIN). Resumen: La mentira es considerada un antivalor moral, siempre tiene una connotación negativa.
Sin embargo, su uso está muy extendido desde el punto de vista biológico como mecanismo de supervivencia y en el ser humano incluso desde el punto de vista de integración social. El autoengaño, considerado una manifestación suprema del uso humano de la mentira, tiene estrecha relación con la generación de optimismo y esperanza, las personas con problemas para integrar un autoengaño tienen con más frecuencia alteraciones patológicas en el estado de ánimo, sobre todo depresión.
- Este artículo analiza desde algunos puntos de vista ético-filosóficos las ventajas y desventajas del uso de la mentira para promover el autoengaño en pacientes con enfermedad terminal.
- Palabras clave: mentira; enfermos terminales Abstract: The lie is considered a moral flaw, always has a negative connotation.
Nevertheless its use is very extended from the biological point of view as mechanism of survival and in the human being, even from the point of view of social integration. Self-deception, considered a supreme manifestation of the human use of lies, is closely related to the generation of optimism and hope, people with problems to integrate self-deception have more frequently pathological alterations in mood, especially depression.
The advantages and disadvantages of the use of lying to promote self-deception in patients with terminal illness are analyzed from some ethical-philosophical points of view. Keywords: lie; terminal patients La esperanza es una felicidad por sí misma, y la mayor que el mundo puede darnos Samuel Johnson (1709-1784) ANTECEDENTES Los valores morales se basan en la honestidad, en hacer el bien.
La verdad es un término filosófico complicado, hace referencia a la realidad, a lo verídico. Sin embargo, determinar con exactitud qué es la verdad resulta en ocasiones confuso. DeWitt (2010) hace referencia a dos teorías acerca de la verdad. Una de ellas es por correspondencia; sin embargo, en este sentido es primordial que conozcamos la realidad de las cosas y la segunda es por coherencia, en la que el riesgo de caer en pensamientos relativistas es muy alto.
Por otro lado, la mentira tiene una definición un poco más sencilla. La mentira en términos generales es la ausencia de la verdad. La verdad se constituye como uno de los más altos valores morales. Reivindicar la mentira como un valor moral en ciertas situaciones es congruente con la idea de Nietzsche (2012), cuando se dirigía a los espíritus fuertes y bastante independientes como para reconsiderar los juicios de los valores opuestos y abrir nuevos milenios, y aunque consideraba que esta tarea era exclusiva de la filosofía (2009), muchos de los valores universales deben ser reanalizados a la luz de nuestra realidad actual, desde un punto de vista científico-tecnológico vigente.
Para San Agustín la mentira (2006) es simplemente una comunicación falsa, unida a la intención de engañar (contrario a Santo Tomás de Aquino que no consideraba la intencionalidad), en su obra contra la mentira, distingue varios tipos de ellas, las divide en las que hacen daño de las que lo no hacen y de estas últimas habla de tres principales, las que ayudan a alguien, las que pueden salvar la vida de alguien y las que protegen la pureza de alguien.
- Desde un punto de vista evolutivo, el engaño en las especies sin lenguaje y la mentira en los seres humanos se encuentran muy extendidos, prácticamente todas las especies hacen uso del engaño con fines de supervivencia y reproducción.
- En relación con el hombre, la mentira tiene una función primordial en cuanto a cohesión social.
La mentira en esencia nace con el lenguaje, antes de esto es solo engaño. Charles-Maurice de Talleyrand decía “El habla fue dada al hombre para ocultar sus pensamientos” ( Livingston 2011;175 ). Mentir implica el reconocimiento de estados mentales en los otros.
- Somos “lectores de la mente inconscientes” opinaban Krebs-Dawkins ( Livingston 2011;23 ).
- Los niños que son capaces de mentir de manera exitosa generalmente son niños con un desarrollo normal, “los niños que no mienten tal vez no sean niños buenos, sino niños autistas” ( Livingston 2011;37 ).
- En términos neurofisiológicos, la mentira implica la suficiente inteligencia para conceptualizar los estados mentales propios y de los demás, involucra un mecanismo neuro-conductual muy complejo, como complejas son las mentiras en el ser humano y la capacidad para mentir puede relacionarse con la inteligencia del individuo e incluso en su capacidad de socialización.
Por último, uno de los aspectos más interesantes en el acto de mentir es nuestra capacidad de mentirnos a nosotros mismos. El autoengaño plantea situaciones filosóficas de la mente que nos remiten al dualismo cartesiano y a la teoría multi-modular de Freud.
- Pero lejos de cuestiones filosóficas o anatómicas que pudieran explicar nuestra capacidad para mentirnos a nosotros mismos, está su función neuropsicológica.
- Las personas que son capaces de autoengañarse, que pueden de alguna manera modificar su interpretación de la realidad, son, en términos generales, personas más estables emocionalmente.
Su contraparte, las personas que observan la realidad tal cual es, son individuos con más tendencia a la depresión, en general, son menos sociales y más fatalistas. Esta capacidad para percibir de una forma más amable la realidad es nuestro fundamento neuropsicológico para argumentar que la mentira puede en ciertas circunstancias ser benéfica y dejar de conceptualizarla como un antivalor moral, sobre todo bajo el concepto que la capacidad de autoengaño aligera muchas de las tensiones a las que a diario nos enfrentamos, enfrentar nuestra propia muerte es, sin duda, una de las mayores tensiones de nuestras vidas.
Visiones ético-filosóficas de la mentira como un valor moral Deontológica En contra de la mentira Al considerar el principio de justicia y de autonomía, la mentira en cualquiera de sus formas es inadmisible. Desde dar información falsa hasta el ocultamiento de la misma, trasgrede los derechos del enfermo.
Todos los seres humanos tenemos derecho a conocer la verdad de las cosas, con ello poder ejercer nuestra capacidad de respuesta y elegir la mejor posible de las opciones a las que tengamos acceso. La deontología se basa en el deber ético o moral, Bentham ( http://ineaetica.blogspot.mx/2012/08/jeremy-bentham.html ) la asociaba con una moral fundada en perseguir el placer y huir del dolor, pero Rosmini la asocia con el deber ser del ente ( Buganza 2010 ).
- Desde estos puntos de vista, la deontología trata de cómo debe ser el Ser, para considerarse correcto.
- Y lo correcto en este aspecto es no mentir, incluso considerando a la mentira ocultar información.
- En teoría, conocer la información verídica y conocerla completa faculta al individuo a tomar las mejores decisiones, al menos desde su punto de vista.
Esta capacidad de decisiones se ve frustrada si se utiliza la mentira. La deontología hace uso del imperativo categórico de Kant: “Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal. Obra como si la máxima de tu acción pudiera convertirse por tu voluntad en una ley universal de la naturaleza” (Wikipedia párr.5 https://es.wikipedia.org/wiki/Imperativo_categ%C3%B3rico ).
- A nadie de nosotros le gusta que nos mientan, por tanto; ¿por qué debo hacerlo con los otros? La verdad es uno de los valores morales más apreciados por todos.
- La verdad siempre debe prevalecer como fundamento de nuestras relaciones, de nuestro comportamiento y de nuestro quehacer profesional.
- A favor de la mentira Como vimos en la introducción, la mentira tiene una parte bondadosa, es cierto que todo enfermo tiene derecho a conocer la verdad de su estado clínico y con ello ejercer su autonomía en relación con decidir sobre las opciones que pudiera tener.
Sin embargo, en muchas ocasiones, el pronóstico es malo, entendido malo como fatal irremediablemente y las opciones que tiene el enfermo son escasas y en ocasiones inexistentes desde el punto de vista curativo. La posibilidad de lograr un estado de autoengaño, lejos de considerarse cruel, puede ejercer en el enfermo un estado de esperanza y tranquilidad ante lo que es inevitable, aunque engañado, su estado clínico desde el punto de vista emocional puede cambiar drásticamente y lograr un mejor estado de ánimo.
Esto evidentemente no mejorará su pronóstico, pero sí elevará su estado de bienestar. La mentira, y en términos generales el autoengaño, logrará una sensación de mejoría subjetiva que ayudará al enfermo a mantener una actitud de optimismo y tranquilidad. En este aspecto propongo un cambio sutil en la conceptualización del imperativo categórico: haz sentir al otro como te gustaría que te hicieran sentir a ti.
Promueve el bienestar del otro como si fuera tu propio bienestar. Teleológico En contra de la mentira La teleología argumenta que un acto es bueno o malo no por el acto en sí, sino por la bondad o maldad de la consecuencia que tiene. La mentira casi siempre tiene consecuencias adversas.
- Ocultar información o emitir información errónea impide acciones correctas.
- La consecuencia de la mentira como acto es mala, de ahí la aversión que se tiene al acto de mentir en todas las culturas.
- Sin embargo, la conceptualización de bueno o malo que se le da al resultado de la acción cae en un ámbito relativista, es el engañado el que decide si el ejercicio de la mentira es bueno o malo según las consecuencias de la misma.
Pero si partimos de la capacidad de elección a la que tiene derecho todo individuo, no contar con la información veraz y completa trasgrede los principios de autonomía y justicia, incluso por sí misma, la mentira incurre en el principio de maleficencia.
Se hace un daño al mentir. No hay beneficencia en el acto de la mentira. No es esperable un beneficio de una mentira. Las consecuencias de la mentira prácticamente en la mayor parte de las ocasiones son malas. La verdad es un valor innegable para todos los individuos. Los principios bioéticos se basan en la verdad.
A favor de la mentira Si se toma en cuenta que es el resultado de la acción lo que la etiqueta de buena o mala y no la acción en sí misma, la utilidad de la mentira puede justificarse bajo ciertas circunstancias. El resultado de su ejercicio puede provocar un beneficio, a diferencia de la verdad que puede ocasionar un mal mayor.
Nadie es capaz de decir siempre la verdad. Dostoyevski advierte sobre las consecuencias de nunca mentir (2013). Socialmente es inaceptable una persona que dice siempre la verdad, incluso resulta hasta peligroso (como se puede apreciar en un filme protagonizado por Jim Carrey ( Grazer B & Shadyac T, 1997,
Mentiroso, mentiroso. Estados Unidos: Universal Studios Home Entertainment). Conforme las ideas de San Agustín, quien considera cierto tipo de mentiras que no hacen daño e incluso algunas de ellas que pueden hacer un tipo de bien, y evaluando el resultado de la mentira misma, se puede argumentar que si el resultado de una mentira (considerándola más bien el ocultamiento de información) produce una sensación de bienestar, esperanza y optimismo en enfermos terminales, esto justifica su uso.
- El resultado es mucho mejor si se usa la mentira que exponer a un enfermo en estas condiciones a una verdad cruda y decepcionante.
- Máximos y mínimos En contra de la mentira Si se parte del concepto que la ética de máximos son los ideales individuales que persiguen la felicidad y los mínimos son las reglas indispensables para una convivencia saludable, la verdad constituye para el ser humano un valor ideal.
Todos consideramos que lo verdadero siempre es bueno, una persona veraz es una persona confiable y admirada. Aunque con ciertas variaciones en cuanto a graduación, la verdad conforma un valor a alcanzar, nos pronunciamos en favor de la verdad sin que reflexionemos mucho en lo que eso significa.
La ética de mínimos considera que la convivencia entre ciudadanos debe basarse en la verdad y en la transparencia de las leyes y normas sociales. Los enfermos en general y los terminales en particular, buscan en la medida de sus posibilidades la felicidad y bienestar, ninguno de ellos pondría en tela de juicio el papel de la verdad para conseguir estos fines.
Desde el punto de vista legal, la mentira es castigable. La mentira interfiere con un buen funcionamiento social. Un diagnóstico veraz y además informado de manera adecuada y siempre basándose en la veracidad de los hechos se considera un elemento saludable de enfrentar la realidad y constituye la base fundamental para buscar y conseguir la felicidad del individuo enfermo.
Saber la verdad favorece acciones adecuadas, ya sean éstas curativas o paliativas. El deber médico exige que el profesional siempre se conduzca con la verdad como su estandarte. Exige el uso de la verdad para abordar, tratar y pronosticar a un enfermo. Exige la rectitud como su camino y la verdad como el rumbo que debe seguir.
A favor de la mentira El punto final que persigue todo ser humano es conseguir la felicidad y mucha de esta felicidad está basada en el bienestar del individuo. Una persona enferma busca con desesperación un bienestar que considera de entrada muy lejano de obtener, sobre todo en el paciente terminal.
Conseguir la felicidad a sabiendas de que la enfermedad que se padece no tiene cura hace la persecución de la felicidad un tema sumamente complejo y difícil. Si además se utiliza la verdad irrestricta para informar del estado clínico a un paciente de estas características, más que aligerar el camino, éste se hará mucho más pesado y difícil de transitar.
Con mucha frecuencia en esta situación lo que hace la verdad es destruir toda esperanza y optimismo a cambio de saber con todo detalle el sufrimiento que se avecina y el resultado nada alentador que se espera. Si la felicidad es el principio de la ética de máximos y si esta felicidad se consigue ocultando información y logrando un estado de esperanza con un alto grado de optimismo, es más fácil transitar ese difícil camino a la muerte de los pacientes terminales.
En este punto es importante hacer una reflexión en cuanto a la mentira y más específicamente en el ocultamiento de información. De ninguna manera se pretende adoptar una actitud cruel, al hacer creer al paciente que podrá restablecerse, sin que exista ninguna posibilidad de ello. Al final de cuentas ocultar información o tal vez usar verdades a medias favorecería el proceso humano de autoengaño, lo que mejora el estado de ánimo del paciente.
Se debe recordar, ante todo, que el uso de la mentira se propone como un medio de buscar un bienestar, entendido éste como un estado de optimismo y esperanza. CONCLUSIONES La mentira está tan extendida en la naturaleza y es tan ubicua en nuestra sociedad que se antoja que algo bueno debe haber en ella.
- Pese a ser estigmatizada y relacionada con la maldad, la mentira tiene un lado bondadoso.
- Existe evidencia sólida de su utilidad desde el punto de vista de cohesión social, incluso mentir es considerado por algunos autores signo de inteligencia.
- Durante el desarrollo neuro-cognitivo del niño, argumentar mentiras bien estructuradas forma parte de su desarrollo normal.
La mentira nace con el lenguaje y se fortalece y madura con el desarrollo de nuestra capacidad de percepción de estados mentales en los otros. Emmanuel Lévinas argumentaba que la propia noción de moralidad conlleva una relación con los demás. La obligación de cada uno de nosotros para con el prójimo emana de su mera existencia.
- Lévinas reconoce al otro como meritorio de nuestra ayuda y consideración ( Marinoff, 2005 ).
- En este orden de ideas, el imperativo kantiano debería cambiarse de una forma sutil, no basarse en las acciones en cuanto a su valor moral, sino en los estados de ánimo ocasionados con nuestras acciones, es decir, perseguir a toda costa la felicidad propia junto con la de los demás.
Nietzsche, a finales del siglo XIX, propuso un cambio en la percepción de los valores morales, argumentaba la valentía y fuerza de espíritu para tal efecto; en nuestro tiempo, debemos perseguir un cambio sustancial en nuestra concepción de preservar la vida a costa de todo y de todos.
Nunca como ahora vemos complejos patológicos resultantes de esta conducta irreflexiva y falsamente moral. Afortunadamente nuestra generación está comprendiendo que el paradigma debe cambiar. Aún más importante que la vida es el bienestar. Es mejor unos días de felicidad que toda una vida de desgracias.
En relación con los enfermos terminales, cuyo optimismo y esperanza puede ser lo último que los haga soportar mejor un camino lleno de sufrimiento e incertidumbre, obliga a los profesionales de la salud a preocuparse más por su bienestar cuando la curación ya no es posible.
- Los profesionales de la salud debemos hacer más caso a Lévinas y preocuparnos por el bienestar de este tipo de enfermos.
- La justicia permanece sólo como justicia, en una sociedad donde no hay distinción entre los que están cerca y los que están lejos, pero en la que también permanece la imposibilidad de dejar de lado a los más próximos”.
Decía Lévinas ( Marinoff, 2005;53 ). La justicia se basa en la consecución del bienestar de todos y cada uno de los seres humanos, sin importar su condición social o su estado físico. Sin que se pretenda poner por encima valores morales universales a costa de ese mismo bienestar.
- La mentira como productora de bienestar en el enfermo terminal se basa en la capacidad humana del autoengaño.
- Mike W Martin (2012) presenta diversas definiciones del autoengaño: 1) acción intencional para evitar verdades desagradables y asuntos dolorosos (sobre uno mismo o sobre el mundo); 2) procesos no intencionados de negación, elusión o percepción sesgada; 3) estados mentales resultantes de esas acciones y procesos, como la ignorancia, la creencia falsa, el espejismo, la opinión injustificada o la ausencia de una conciencia clara.” (p.84) El autoengaño parece paradójico.
Al considerar que mentir parte del entendido de que se conoce la verdad, el individuo que se autoengaña debería saber la verdad y trata de eludirla. Muchos autores han tratado de salvar esta paradoja, Sartre, por ejemplo, argumentaba que el autoengaño es espontáneo e irreflexivo.
Freud, por su parte, mencionaba que el autoengaño es inconsciente; sin embargo, parece que el sistema de creencias que posee el individuo influye para la capacidad de autoengaño que pueda tener y el éxito que pueda alcanzar (Mike W Martin 2012). La intención del uso de la mentira en el manejo psicológico del paciente en etapa terminal se basa primordialmente en la capacidad de autoengaño del individuo.
Bajo ningún concepto se pretende abrazar falsas esperanzas, lo que se intenta es aludir de una forma sutil esta capacidad humana para evitar verdades desagradables o asuntos dolorosos. De esta forma, esta capacidad innata que tiene el ser humano, sobre todo en una situación crítica y trascendental como es enfrentarse a su propia muerte, hace del optimismo y la esperanza un punto clave para obtener bienestar.
- Volker Somer (1992) incluso menciona que el autoengaño es trascendental para la supervivencia.
- Existe evidencia en estudios controlados de mayor supervivencia en pacientes con cáncer que negaban su enfermedad que en las que la aceptaban.
- Por otro lado, existen argumentos sólidos para explicar la depresión endógena con la falta de capacidad para el autoengaño ( Livingstone, 2011 ).
La capacidad de algunas personas de ver la vida tal cual es, sin permitirse ver modificaciones agradables desde su punto de vista o, bien, las personas que no pueden dejar de ser objetivas con los sucesos que le acontecen, son personas con menos posibilidad de autoengaño, son personas con mayor tendencia a la depresión, y como antes analizamos, también son individuos con menos fortaleza para afrontar problemas médicos.
- Estos hallazgos son los que sustentan la promoción del autoengaño en pacientes terminales, aunque lejos de perseguir mayor supervivencia, se persigue mayor bienestar, con mejor calidad de vida, lo que en muchas ocasiones repercute en el incremento del tiempo de supervivencia.
- Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” reza San Juan en el nuevo testamento ( Juan 8,32 ), pero con mucha frecuencia la verdad, lejos de hacernos libres, nos hunde en un mundo de desesperanza y tristeza.
BIBLIOGRAFÍA 1. Dewitt R. Cosmovisiones. Una introducción a la historia y la filosofía de la ciencia. Biblioteca Buridán, 2010.2. Nietzsche F. Más allá del bien y el mal. Obras selectas 2012.3. Nietzsche F. Ecce Homo, Editorial Tomo, 2009.4.San Agustin. La ciudad de Dios, Editorial Porrúa 2006.5.
- Santo Tomás de Aquino.
- Summa contra los gentiles, Editorial Porrúa, 2004.6.
- Livingstone.
- ¿Por qué mentimos? Las raíces del engaño y el inconciente.
- Editorial Océano 2011.7.
- Http://ineaetica.blogspot.mx/2012/08/jeremy-bentham.html,8.
- Buganza Tenorio.
- La Ética de Antonio Rosmini a partir del Sistema filosófico, En-clav.
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¿Qué pasa en el cerebro de un mentiroso?
La mentira hace trabajar al cerebro de un modo diferente. – Quien miente necesita dos cosas: memoria y frialdad emocional. Esto mismo es lo que nos indican en uno de los libros más completos sobre el cerebro de un mentiroso: «Por qué mentimos en especial a nosotros mismos: La ciencia del engaño» del catedrático de psicología Dan Ariely.
- Asimismo, también se nos invita a descubrir otros procesos neurológicos no menos interesantes sobre el tema.
- En un experimento realizado por el propio doctor Ariely reveló que la estructura cerebral de los mentirosos patológicos dispone de un 14% menos de sustancia gris.
- Sin embargo, presentaban entre un 22 y 26% más de materia blanca en la corteza prefrontal.
¿Qué significa esto? Básicamente que el cerebro de un mentiroso establece muchas más conexiones entre sus recuerdos y sus ideas. Esa mayor conectividad les permite dar consistencia a sus mentiras y un acceso más rápido a esas asociaciones. Todos estos datos nos dan una pista sobre cómo la deshonestidad se gesta desde dentro, desde esos procesos cognitivos que van adquiriendo poco a poco mayor solvencia a medida que los practicamos, a medida que nuestro cerebro deja también de añadir el componente emocional a esos actos.
Así, el doctor Airely no deja de ver en estas prácticas algo ciertamente aterrador. El hecho de que la amígdala deje de reaccionar ante ciertos hechos revela a su vez que estamos perdiendo eso que, de algún modo nos hace humanos, Quien ya no ve que sus actos tienen consecuencias sobre los demás, pierde su nobleza, la bondad natural que supuestamente, debería definirnos a todos.
El cerebro de un mentiroso se conforma a raíz de un conjunto de motivaciones oscuras. Podríamos decir que tras esa persona que opta por hacer de la mentira su forma de vida, hay una serie de fines muy concretos: deseo de poder, de estatus, de dominación, interés personal Es la ideología de quien decide en un momento dado, priorizarse a sí mismo por encima de los demás,
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¿Qué pasa en el cerebro cuando alguien miente?
El cerebro, los engaños y las mentiras ¿Es lícito decir siempre la verdad o en ciertas ocasiones la mentira se convierte en necesidad o en obligación? Según expertos, la mentira cumple una función adaptativa y habría que indagar en cuál es la esencia que la justifica.
- Al respecto, diferentes estudios demuestran que, de media, las personas expresamos de una a dos mentiras cada día.
- Algunos científicos consideran que ha sido la evolución la que a través del engaño inconsciente ha permitido al individuo sobrevivir.
- Citan como ejemplo el caso de los chimpancés, que ocultan objetos, se muestran amables y engañan a sus cuidadores o a otros chimpancés con el objetivo de lograr supervivencia, sexo e, incluso, diversión.
¿El cerebro miente para sobrevivir o es la mentira parte de la naturaleza humana que se asoma frecuentemente en nuestros actos y como no se considera un pecado tradicional, del mismo modo, tampoco la veracidad es hoy reconocida como una virtud? En apoyo a la evolución y la sobrevivencia, la neocorteza, considerada el tercer cerebro, el más desarrollado, a diferencia del paleoencéfalo y el sistema límbico, ha evolucionado vertiginosamente.
- Es capaz de controlar a los dos anteriores y se encarga, además, de razonar, interpretar, descifrar, hacer asociaciones de ideas, hipótesis, pensamientos y De mentir.
- Cuando la persona miente hay un aumento en la actividad cortical de los lóbulos frontal y temporal y del sistema límbico.
- La mentira se puede manifestar fisiológicamente por aumento de la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria y la sudoración de la piel.
Este incremento de la actividad cerebral es, a la vez, un estímulo para desplegar más interconexiones neuronales que contribuyen a expandir la inteligencia. Cuando se miente interesadamente, la amígdala produce una sensación negativa que limita el grado de las mentiras.
- No obstante, esta respuesta se reduce a medida que se continúa mintiendo, aumentando la escala de los engaños; esto conduce a una espiral desde los pequeños actos de falta de sinceridad hasta una vida llena de ilusiones y autoengaños.
- Lo que todavía no se sabe es si esta respuesta de la amígdala es innata o nace del aprendizaje como una adaptación del organismo humano.
El ser humano en su neocorteza posee unas neuronas especiales (denominadas neuronas espejo) a partir de las cuales, luego de estudios realizados en animales, se ha podido entender la relación compleja entre la cognición y las interacciones sociales. Las neuronas espejo se consideran precursoras de los sistemas neuronales del lenguaje.
El cerebro lee el mundo, tarea en la que las neuronas espejo son fundamentales; también entiende lo que ve y lo que ve determina lo que siente y es posible que la imitación funcione en ambos sentidos, positivamente (lo que consideramos cierto o bueno) o negativamente (recurriendo a la mentira), es decir, más de acuerdo a lo que haga la sociedad que a lo que ella diga.
Quizás el mecanismo complejo de la mentira sea una defensa interna del cerebro. Por un lado, porque los datos almacenados son tan vastos que cuando se requiere una respuesta rápida, probablemente hay que evitar sufrir por no recordar fielmente el dato requerido y se mienta de manera natural y fácil.
Otra explicación radica posiblemente en las neuronas espejo que se comunican con áreas del sistema límbico, a través de la ínsula, buscando imitar lo vivido, interpretar estos hechos y opinar de acuerdo con este razonamiento, no necesariamente acorde al criterio que consideramos el más veraz. Al igual que otras muchas cosas, la mentira cumple una función adaptativa y hay que ver siempre cuál es la esencia que la justifica.
Es decir, para aprovecharse de alguien y dañarlo no es bueno mentir, pero para defenderse de una situación negativa a lo mejor sí, pues es uno de los mecanismos de desarrollo del ser humano. Además, cuando nos mienten, no tenemos que quedarnos solo con lo superficial sino que hay que acudir a la esencia: ¿cuál es la causa por la que nos mienten? O sea, hay que mirar el porqué está ocurriendo esto.
Si mentimos lo hacemos fundamentalmente por evitar un castigo o para aprovechar una oportunidad, ya que como no dejamos de ser un animal mamífero sin garras utilizamos otro tipo de herramientas (entre ellas está la mentira) para conseguir nuestros objetivos. Tal vez vivir competiendo en estos tiempos hace que mentir se haya convertido casi en un hábito, tan solo por la costumbre de vivir permanentemente la necesidad de caer bien y de cubrir los déficits como sea; sin negar, también, que existen personas que mienten de manera más habitual como una configuración incluso de su propia personalidad.
Entonces, ¿mentimos ahora más que antes? No exactamente y depende de las personas. Está demostrado que los individuos que más mienten son los narcisistas, aquellos que tienen altos rasgos de psicopatía, los deshonestos y los egoístas que solo buscan su propio beneficio.
- Asimismo lo hacen frecuentemente las personas inseguras y con altos niveles de ansiedad.
- Ellas suelen mentir más por caer bien o para tener la aprobación de los demás, al igual que los introvertidos que mienten más que los extrovertidos por ser más inseguros y necesitar la aprobación del resto.
- En general, es cierto que mentimos por cariño o humanidad, pero la inmensa mayoría de las veces es para engañar, manipular o aprovecharse de los demás y estas mentiras son muy negativas.
Si bien el 50% de las mentiras pasan desapercibidas, cuando se descubren, tienen claras consecuencias. La primera y fundamental es el deterioro de la credibilidad y la confianza. Mentir menos tiene efectos positivos en la salud, en cambio, hacerlo sistemáticamente reduce la capacidad cognitiva, genera rechazo y desencadena represalias y venganza.
Pese a que puede haber mentiras positivas y que pueden ser realmente necesarias, como son las altruistas y las generosas, algunas personas piensan que les resultará más fácil conseguir sus objetivos con mentiras. Ese camino es erróneo y, tarde o temprano, se les vuelve en contra. A manera de conclusión, cito al galardonado Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien dice: “la imaginación ha concebido un astuto y sutil paliativo para ese divorcio inevitable entre nuestra realidad limitada y nuestros deseos infinitos, la ficción.
Gracias a ella somos más y somos otros, sin dejar de ser los mismos”. Bibliografía:
Garrett, N., Lazzaro, S.C., Ariely, D., & Sharot, T. (2016). The brain adapts to dishonesty. Nat Neurosci, 19(12):1727-1732. doi: 10.1038/nn.4426 Catalán, M. (2005). Antropología de la mentira. Madrid: Del taller de Mario Muchnik. Catalán M. (2008). Anatomía del secreto. Daímon, Revista de Filosofía, 45:165-187. Navarro, V. Jr. (2012). El arte de mentir ¿una necesidad del cerebro? rML, 2:32-34. Knapp, M.L. (2010). La comunicación no verbal: el cuerpo y el entorno. Barcelona: Paidós Ibérica. Iacoboni, M. (2008). Las neuronas espejo. Buenos Aires: Katz Editores. Llinas, R. (2001). El cerebro y el mito del yo. Editorial: BELACQUA. ISBN: 9788495894779. Martínez Selva, J.M. (2005). La psicología de la mentira.Barcelona: Paidós Ibérica. Savater, F. (2005). Los siete pecados capitales. Madrid: Debolsillo. Vargas Llosa, M. (2007). El poder de la mentira. Madrid: Punto de Lectura.
Imagen: : El cerebro, los engaños y las mentiras
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¿Cómo se llama la enfermedad que se creen sus mentiras?
Mitomanía o la forma compulsiva de mentir.
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¿Qué parte de la Biblia dice que los mentirosos no heredaran?
No os dejéis engañar: ni los b fornicarios, ni los idólatras, ni los c adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los a ladrones, ni los avaros, ni los b borrachos, ni los c maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.
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¿Qué dice el Salmo 116 11?
10 Creí; por tanto, hablé,estando afligido en gran manera.11 Y dije en mi apresuramiento:Todo hombre es mentiroso.
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¿Qué quiere decir el Salmo 120?
1 A Jehová clamé estando en angustia,y él me respondió.2 Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso,de la a lengua engañosa.3 ¿ Qué se te dará o qué se te añadirá,oh lengua engañosa? 4 Agudas saetas de valiente,con brasas de enebro.
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