Que Es Vulgo En La Biblia?

Común o conjunto de la gente popular.
Ver respuesta completa

¿Qué es el latín vulgo?

Vulgar, comúnmente. En masa, indistintamente.
Ver respuesta completa

¿Qué significa la palabra denuedo en la Biblia?

Brío, esfuerzo, valor, intrepidez.
Ver respuesta completa

¿Qué significa ser un hombre sin letras?

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro – hombres sin letras y del vulgo, Esto significa que Pedro y Juan no estaban formados oficialmente en las escuelas rabínicas; no eran eruditos profesionales ni maestros ordenados (cp. también Jua 7:15 ).
Ver respuesta completa

¿Qué quiere decir instar en la Biblia?

Repetir la súplica o petición o insistir en ella con ahínco.
Ver respuesta completa

¿Qué es lo único que atiende el vulgo?

Respuesta: El vulgo se define como un grupo de personas que no tienen conocimientos ni formación sobre una materia concreta o que la conocen de forma superficial. También se refiere a las personas que no destacan por ninguna cualidad en concreto. Puede hablar de la masa popular de gente anónima.
Ver respuesta completa

¿Por qué murio el latín?

Las causas del abandono del latín – La razón principal por la cual el latín es una lengua muerta se remonta a cuestiones históricas. Que Es Vulgo En La Biblia El Puente Romano de Córdoba es un famoso vestigio de la ocupación romana en España. Durante la época romana, el aprendizaje del latín ( lingua latina ) supuso un medio de intercambio y también una manera para conseguir hacerse hueco en los territorios bajo el dominio del Imperio Romano.

  • «Los aprendices del latín estaban en contacto con los hablantes nativo de esta lengua: legionarios antiguos establecidos en las provincias, funcionarios de Roma o comerciantes romanos que circulaban por el Imperio» (U.
  • Reutner Del latín a las lenguas romanas ).
  • Entonces, tuvo lugar una estrategia de asimilación forzada para todos los pueblos conquistados.

Para el poder romano, difundir el latín también constituía una herramienta de resistencia frente a la influencia de los galos y de las lenguas germánicas del norte. En ese momento, Roma era el sistema político más poderoso que existía, una de las más extensas ramificaciones, el latín era la lengua universal en el mundo occidental, cuando cualquier otra lengua y cultura se consideraba como de dominio exclusivo de los pueblos bárbaros.

El castellano o español y el portugués : influidos por la lengua árabe y la cultura gótica de los godos y visigodos. El francés: dividido entre la lengua de oí l y de oc; el flamenco y el romanche. El italiano : directamente proveniente del latín.

Que Es Vulgo En La Biblia ¿Quién es capaz de comprender este texto en latín? También se puede ver la extinción del latín como respuesta a causas políticas. De hecho, el período que abarca desde la Edad Media hasta el Renacimiento es la época en la que se consolidaron las fronteras de los reinos e imperios de cada país occidental.

  • El abandono de la lengua latina se convierte en este aspecto en un medio de emanciparse de un modelo cultural vencido (Imperio Romano Occidental) para unificar su reino y asegurar su hegemonía frente a otras potencias.
  • Solo la Iglesia Católica se mantuvo fiel al latín oral: no fue hasta el siglo XX en el Concilio Vaticano II (abierto el 11 de octubre de 1962 por el Papa Juan XXIII y cerrado el 8 de diciembre de 1965) que se celebró una misa en idioma distinto al latín (en italiano).

Desde entonces, los sacerdotes han tenido el derecho a dejar atrás el latín y a decir la misa en su lengua materna. Para repasar latin 4o ESO, no dudes en inscribirte sobre Superprof.es para encontrar un profesor apasionado alrededor de tu casa.
Ver respuesta completa

¿Qué es el yelmo en la Biblia?

El yelmo en las fuerzas de seguridad y en la religión – En la actualidad, los cascos de los que disponen las policías antimotines o antidisturbios se asemejan a los yelmos. Disponen de protección contra impactos y también cobertura nasal que minimiza la inhalación de gases.

  • Por otro lado, en un sentido simbólico, algunos creyentes del cristianismo hablan del yelmo de la salvación, para hacer referencia a una serie de herramientas que les permiten defenderse de los ataques de sus enemigos.
  • Así como la base de la religión cristiana es la fe, el elemento clave para su destrucción es la duda, y ésta puede llegar de forma espontánea o como resultado de los comentarios del entorno.

Cuando alguien que no cree en Dios pone en duda la fe de un creyente, existen dos resultados extremos: que consiga convertirlo al ateísmo con sus poderosos argumentos; que el último refuerce su convicción en la existencia de Dios en dicho enfrentamiento.
Ver respuesta completa

¿Qué significa la palabra Proselito en la Biblia?

Sustantivo masculino –

Singular Plural
prosélito prosélitos

1 Religión. Individuo recién incorporado a un credo religioso,

  • Sinónimos: apóstata, converso
  • Relacionados: gentil, infiel
  • Ejemplo: (.)

2 Política, Sociología. Sujeto que se adhiere a una facción, doctrina o bando,

  • Sinónimos: aliado, partidario
  • Relacionados: compinche, neófito, seguidor, simpatizante
  • Ejemplo: (.)

Ver respuesta completa

¿Qué significa la palabra solio?

M. desus. Sesión solemne que las antiguas Cortes celebraban con asistencia del rey, para que este confirmase lo acordado en ellas.
Ver respuesta completa

¿Qué quiere decir Hechos 4 13?

¿A QUIÉN TE PARECES? – Hechos 4:13 Una revista “muy conocida” escribió un artículo acerca del Sr. Carlos Soto, un alto ejecutivo de un banco de Nueva York. La revista comentaba cómo este hombre había ascendido a un lugar de prominencia e influencia. Al principio, Carlos había trabajado como mensajero de la empresa.

Un día, el presidente del banco lo llamó aparte, y le dijo, “Carlos, quiero que vengas a mi oficina todos los días, y trabajes conmigo”. El jovencito contestó, “Pero señor, ¿que podría hacer yo para ayudarlo? Yo no sé nada de finanzas”. “No te preocupes por eso, Carlos”, le dijo el banquero. “Tú aprenderás más rápido lo que te quiero enseñar, si te quedas a mi lado y mantienes tus ojos y oídos bien abiertos.” “Esa fue la experiencia más significativa de mi vida,” dijo el Sr.

Carlos Soto. “Estar con ese banquero tan sabio, me hizo volverme como él. Yo comencé a hacer las cosas como él las hacía, y eso explica quién soy yo hoy día”. En un sentido más profundo, nosotras mismas podemos ser transformadas teniendo una relación íntima con nuestro Señor Jesucristo.

El apóstol Juan nos dice qué si permanecemos en Cristo, podremos vivir como Jesús vivió. Si meditamos en las escrituras, si oramos y obedecemos a Jesús, poco a poco, tendremos las cualidades que caracterizan a nuestro Salvador. El cristianismo no es solo Cristo en ti, sino Cristo viviendo “Su vida” a través tuyo.

PAUSA La enseñanza y el entrenamiento son muy valiosos en el servicio de nuestro Señor. ¡SI! Pero nada puede reemplazar el tiempo que pasamos en Su presencia. Jesús es la fuente “de cualquier impacto espiritual” que podamos tener en nuestro mundo. ¿Cuánto tiempo estás pasando tú con Jesús? Cuando llegó el momento para que Jesús eligiera a Su equipo – a aquellos hombres que Él entrenaría y mandaría a compartir el evangelio a todas las naciones – Jesús escogió a un grupo bastante pintoresco.

  1. © Jesús no fue a las universidades buscando a los mejores y más brillantes.
  2. Él no fue a los pasillos de gobierno buscando a los que tenían dotes de persuasión y habilidades de organización.
  3. Jesús tampoco fue a las sinagogas para escoger a los alumnos que tenían mayor conocimiento del Tora.
  4. Más bien, Jesús fue a Galilea, buscó a un grupo de pescadores sin mucha educación, y los llamó a que lo siguieran.

Hechos 4:13 dice, Al ver el valor de Pedro y de Juan, y como sabían que ellos eran gente del pueblo y sin mucha preparación, se maravillaban y les reconocían que habían estado con Jesús. En una de sus visitas al templo, Pedro y Juan habían curado a un hombre cojo.

  • A pesar que los apóstoles no fueron instruidos en las escuelas de la ley judía, ellos fueron instruidos por Jesús.
  • Los miembros del Concilio reconocían esto, y se daban cuenta que era igual de difícil discutir con los apóstoles, como lo había sido con Jesús.
  • Para hacer las cosas más difíciles para estos líderes religiosos, el hombre que fue sanado era una evidencia clara e irrefutable de que Cristo era el Mesías.

Los gobernantes se negaron a creer en Él, y siguieron tratando de contener la verdad. Como los apóstoles no habían quebrantado ninguna ley, y como esa sanación había aumentado la popularidad de los cristianos, los líderes judíos no se atrevían a castigar a los apóstoles.

  • Si esta hubiera sido una obra de ficción, la reacción del Concilio hubiera parecido hasta cómica.
  • A ellos les sorprendió que no hubieran podido asustar a Pedro y a Juan.
  • Estoy segura, que muchos de ellos, estaban acostumbrados a intimidar a la gente.
  • Después de todo, ¡ELLOS ERAN DEL CONCILIO! Estos setenta-y-cuatro aristócratas se acababan de enfrentar “cara a cara” a dos simples pescadores de Galilea – sin educación ni entrenamiento – ¡Y HABÍAN PERDIDO! Los apóstoles estaban “asentados” en la autoridad de Cristo, y no en la de ellos.

Como Jesús les prometió a Sus discípulos antes de ascender al cielo, Pedro, Juan, y los otros apóstoles, fueron bautizados con el Espíritu Santo en el día de Pentecostés. El Espíritu les dio el poder que necesitaban para ser testigos efectivos para la causa de Jesucristo.

Ese fue el secreto – de como estos apóstoles – que días antes habían estado muertos de miedo y escondidos a puerta cerrada, comenzaran a predicar a Cristo abiertamente. ¡Ellos habían visto al Cristo resucitado! ¡El Espíritu de Dios había venido! ¡Estaba en ellos ahora! Ahora estos hombres tenían el valor de abrir las puertas, y caminar por las calles con valentía.

Se enfrentaron a la persecución, y hasta al sufrimiento, por su testimonio acerca de Jesús. El poder del Espíritu Santo los movería el resto de sus vidas, aun durante las persecuciones, y bajo toda clase de adversidades. PAUSA Sin embargo, mucha gente no reconoció que esas palabras fueran de Dios.

¿Por qué? Porque venían de una fuente totalmente impensada. ¡Muchas veces es así con nosotras! Dios habla a través de las personas que menos nos imaginamos. Nosotros deberíamos mirar más allá del cuerpo de una persona, ¡y mirar al Espíritu de Dios! Si Jesús se te apareciera hoy día, y te diera instrucciones, lo obedecerías al toque, ¿no es cierto? ¡Por supuesto! Pero qué si el Espíritu te hablara a través de un vagabundo, o de una persona en la iglesia que nunca parece encajar bien.

¿O qué si un predicador de la televisión – que normalmente te parece pesado y aburrido – estuviera hablando por Dios, a lo que cambias de canal, y hace una afirmación que viene directamente del corazón de Dios al tuyo? Nosotras, muchas veces, descartamos esos momentos, sin siquiera pensarlo dos veces.

¿Pero qué si Dios las usara para ver al Espíritu Santo, a través de ellos? Realmente, no podemos negar lo bien que Pedro manejó las escrituras. Pedro fue mucho más efectivo que los rabinos mismos – entrenados como estaban – en las sutilezas del argumento teológico. Pedro usó las escrituras como una espada, para atravesar al mismísimo corazón de esos líderes.

¡La audacia y valentía de Pedro y Juan fueron increíbles! Todo a su alrededor podría haber intimidado a estos dos hombres de pueblo. Después de todo, ellos estaban de pie ante la imponente Corte Suprema de la nación. Ellos se estaban enfrentando a los hombres más ricos, más aristocráticos, más educados y poderosos de la nación.

Pedro y Juan eran solo un par de aldeanos – que podrían haber estado parados como unos tontos murmurando disculpas – sin siquiera levantar la vista. ¡PERO NO! Pedro y Juan estaban actuando como lo que eran realmente ¡EMBAJADORES DE LAS CORTES DEL CIELO! ¡Ellos habían estado con Jesús! Ellos hablaban como Jesús hablaba.

¡Una vida transformada convence a la gente que Cristo tiene poder! Él mayor testimonio que tú puedes dar acerca de Cristo es el cambio que pueden ver otros en tu vida, y en tu actitud, debido a tu fe en Él. ¡Una vida transformada por Dios es inconfundible! Los discípulos habían sido vanidosos y miedosos, cuando Jesús los reclutó.

  1. Jacobo y Juan trataron de aprovecharse de los otros discípulos queriendo obtener un lugar de preferencia y honor al lado de Jesús.
  2. Una y otra vez, las acciones de los discípulos demostraban que ellos no entendían quién era Jesús realmente.
  3. Aun después de tres años con Jesús, Pedro tuvo miedo “de confesar a Cristo” delante de una joven sirvienta.

Obviamente, estos discípulos no eran la clase de gente con quien se podría edificar un reino mundial. Sin embargo, algo les sucedió mientras estuvieron con Jesús. ¡Y el Espíritu Santo los transformó! Ahora podían hacer milagros y predicarles a las multitudes sin miedo, y persuasivamente.

  1. Aun sus enemigos “notaron en sus vidas cambiadas” el mismo poder que ellos habían presenciado en Jesús.
  2. A veces nosotros queremos “desesperadamente” que otros crean que hemos cambiado, que ahora somos más piadosas, más devotas, y más controladas por el Espíritu.
  3. Pero no sacamos nada con querer “que otros crean” que hemos sido transformadas realmente por Cristo.

¡EL CAMBIO SERÁ OBVIO! A lo que caminas con Jesús todos los días, deja que otros atestigüen acerca de los cambios que están viendo en ti. Si tienes que probarle a alguien que Dios realmente te ha cambiado ¡ENTONCES TAL VEZ Él NO TE HA CAMBIADO! Y YA PARA TERMINAR El verdadero éxito no tiene nada que ver con nuestra propia inteligencia, nuestra educación, belleza, o talento.
Ver respuesta completa

¿Qué dice en Hechos 4 13?

1 Y hablando ellos al pueblo, vinieron los sacerdotes, y el jefe de la guardia del templo y los a saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al pueblo y anunciasen en Jesús la a resurrección de entre los muertos.3 Y les echaron mano y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era tarde.4 Pero muchos de los que habían oído la palabra creyeron, y el número de los varones era como cinco mil.5 Y aconteció al día siguiente que se reunieron en Jerusalén los gobernantes de ellos, y los ancianos y los a escribas ; 6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás, y Juan, y Alejandro y todos los que eran del a linaje de los sumos sacerdotes; 7 y poniéndolos en medio, les preguntaron: ¿Con qué a poder o en qué nombre habéis hecho vosotros esto? 8 Entonces Pedro, lleno del a Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo y ancianos de Israel: 9 Si se nos interroga hoy acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel que en el a nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.11 Este Jesús es la a piedra rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza del ángulo.12 Y en ningún otro hay a salvación, porque no hay otro b nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser c salvos,13 Entonces viendo la osadía de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres a sin letras e b ignorantes, se maravillaban; y los reconocían como los que habían estado con Jesús.14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba de pie con ellos, no podían decir nada en contra.15 Entonces les mandaron que saliesen fuera del concilio; y deliberaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Porque de cierto, a milagro manifiesto ha sido hecho por ellos, notorio a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.17 Pero para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémoslos para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.18 Y llamándolos, les a mandaron que de ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.19 Entonces Pedro y Juan, respondiendo, les dijeron: Juzgad si es justo delante de Dios a obedecer a vosotros antes que a Dios, 20 porque no podemos dejar de a decir lo que hemos b visto y oído.21 Ellos entonces los amenazaron y los dejaron ir, no hallando ningún modo de castigarlos, por causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22 pues el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad tenía más de cuarenta años.23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.24 Y ellos, al oírlo, alzaron unánimes la voz a Dios y dijeron: Señor, tú eres el Dios que a hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25 que por boca de David, tu siervo, dijiste: ¿ a Por qué se han amotinado las naciones, y los pueblos han pensado cosas vanas? 26 Asistieron los reyes de la tierra, y los príncipes se reunieron unánimes contra el Señor, y contra su Cristo.27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien a ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y los del pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y tu a consejo habían antes determinado que sucediera.29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con toda osadía hablen tu palabra, 30 mientras extiendas tu mano para que se hagan sanidades, y milagros y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.31 Y después que hubieron orado, el lugar en que estaban a congregados tembló; y todos fueron llenos del b Espíritu Santo y hablaron la palabra de Dios con osadía.32 Y la multitud de los que habían creído era de a un corazón y un alma; y ninguno decía que era suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en b común,33 Y los a apóstoles daban testimonio de la b resurrección del Señor Jesús con gran poder, y había abundante c gracia sobre todos ellos.34 Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las a vendían, y traían el producto de lo vendido 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y a se repartía a cada uno según b su necesidad.36 Entonces José, a quien los apóstoles llamaban con el sobrenombre de a Bernabé (que interpretado es, hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37 como tenía una heredad, la vendió, y trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
Ver respuesta completa

¿Qué quiere decir la palabra Redarguye?

‘Replicar o argüir en contra de un argumento’. Verbo irregular: se conjuga como construir (→ apéndice 1, n.º 25): «Insulta al chófer vecino, impugna, niega, reniega, ataca, discute, arguye, redarguye » (Aub Gallina [Esp.
Ver respuesta completa

¿Qué significa la palabra Redargüir en la Biblia?

Verbo transitivo – 1 Convertir el argumento contra el que lo hace; utilizar un criterio o concepto en contra de quien lo plantea.1 2 Derecho. Contradecir, impugnar una cosa por algún vicio que contiene. Úsase comúnmente respecto de los instrumentos presentados en juicio,2
Ver respuesta completa

¿Cuáles son los principados y cómo se adquieren?

Niccolò Machiavelli Los que quieren lograr la gracia de un príncipe tienen la costumbre de presentarle las cosas que se reputan como que le son más agradables, o en cuya posesión se sabe que él se complace más. Le ofrecen en su consecuencia: los unos, caballos; los otros, armas; cuáles, telas de oro; varios, piedras preciosas u otros objetos igualmente dignos de su grandeza.

Queriendo presentar yo mismo a Vuestra Magnificencia alguna ofrenda que pudiera probarle todo mi rendimiento para con ella, no he hallado, entre las cosas que poseo, ninguna que me sea más querida, y de que haga yo más caso, que mi conocimiento de la conducta de los mayores estadistas que han existido.

No he podido adquirir este conocimiento más que con una dilatada experiencia de las horrendas vicisitudes políticas de nuestra edad, y por medio de una continuada lectura de las antiguas historias. Después de haber examinado por mucho tiempo las acciones de aquellos hombres, y meditándolas con la más seria atención, he encerrado el resultado de esta penosa y profunda tarea en un reducido volumen; y el cual remito a Vuestra Magnificencia.

Aunque esta obra me parece indigna de Vuestra Grandeza, tengo, sin embargo, la confianza de que vuestra bondad le proporcionará la honra de una favorable acogida, si os dignáis considerar que no me era posible haceros un presente más precioso que el de un libro, con el que podréis comprender en pocas horas lo que yo no he conocido ni comprendido más que en muchos años, con suma fatiga y grandísimos peligros.

No he llenado esta obra de aquellas prolijas glosas con que se hace ostentación de ciencia, ni adornándola con frases pomposas, hinchadas expresiones y todos los demás atractivos ajenos de la materia, con que muchos autores tienen la costumbre de engalanar lo que tienen que decir 1,

He querido que mi libro no tenga otro adorno ni gracia más que la verdad de las cosas y la importancia de la materia. Desearía yo, sin embargo, que no se mirara como una reprensible presunción en un hombre de condición inferior, y aun baja si se quiere, el atrevimiento que él tiene de discurrir sobre los gobiernos de los príncipes, y de aspirar a darles reglas.

Los pintores encargados de dibujar un paisaje, deben estar, a la verdad, en las montañas, cuando tienen necesidad de que los valles se descubran bien a sus miradas; pero también únicamente desde el fondo de los valles pueden ver bien en toda su extensión las montañas y elevados sitios 2,

  • Sucede lo propio en la política: si para conocer la naturaleza de los pueblos es preciso ser príncipe, para conocer la de los principados, conviene estar entre el pueblo.
  • Reciba Vuestra Magnificencia este escaso presente con la misma intención que yo tengo al ofrecérselo.
  • Cuando os dignéis leer esta obra y meditarla con cuidado, reconoceréis en ella el extremo deseo que tengo de veros llegar a aquella elevación que vuestra suerte y eminentes prendas os permiten.

Y si os dignáis después, desde lo alto de vuestra majestad, bajar a veces vuestras miradas hacia la humillación en que me hallo, comprenderéis toda la injusticia de los extremados rigores que la malignidad de la fortuna me hace experimentar sin interrupción.

Cuántas clases de principados hay, y de qué modo ellos se adquieren Cuántos Estados, cuántas dominaciones ejercieron y ejercen todavía una autoridad soberana sobre los hombres, fueron y son Repúblicas o principados. Los principados son, o hereditarios cuando la familia del que los sostiene los poseyó por mucho tiempo, o son nuevos.

Los nuevos son, o nuevos en un todo 3, como lo fue el de Milán para Francisco Sforza; o como miembros añadidos al Estado ya hereditario del príncipe que los adquiere. Y tal es el reino de Nápoles con respecto al Rey de España. O los Estados nuevos, adquiridos de estos dos modos, están habituados a vivir bajo un príncipe, o están habituados a ser libres.

  1. O el príncipe que los adquirió, lo hizo con las armas ajenas, o los adquirió con las suyas propias.
  2. O la fortuna se los proporcionó, o es deudor de ellos a su valor.
  3. De los príncipes hereditarios Pasaré aquí en silencio las repúblicas, a causa de que he discurrido ya largamente sobre ellas en otra obra; y no dirigiré mis miradas más que hacia el principado 4,

Volviendo en mis discursos a las distinciones que acabo de establecer, examinaré el modo con que es posible gobernar y conservar los principados. Digo, pues, que en los Estados hereditarios que están acostumbrados a ver reinar la familia de su príncipe, hay menos dificultad para conservarlos, que cuando ellos son nuevos 5,

El príncipe entonces no tiene necesidad más que de no traspasar el orden seguido por sus mayores, y de contemporizar con los acaecimientos, después de lo cual le basta una ordinaria industria para conservarse siempre, a no ser que haya una fuerza extraordinaria, y llevada al exceso, que venga a privarle de su Estado.

Si él le pierde, le recuperará, si lo quiere, por más poderoso y hábil que sea el usurpador que se ha apoderado de él 6, Tenemos para ejemplo, en Italia, al Duque de Ferrara, a quien no pudieron arruinar los ataques de los venecianos, en el año de 1484; ni los del Papa Julio, en el de 1510, por el único motivo de que su familia se hallaba establecida de padres en hijos, mucho tiempo hacía, en aquella soberanía.

Teniendo el príncipe natural menos motivos y necesidad de ofender a sus gobernados, está más amado por esto mismo; y si no tiene vicios muy irritantes que le hagan aborrecible, le amarán sus gobernados naturalmente y con razón. La antigüedad y continuación del reinado de su dinastía, hicieron olvidar los vestigios y causas de las mudanzas que le instalaron: lo cual es tanto más útil cuanto una mudanza deja siempre una piedra angular para hacer otra 7,

De los principados mixtos Se hallan las dificultades en el principado mixto; y primeramente, si él no es enteramente nuevo, y que no es más que un miembro añadido a un principado antiguo que ya se posee, y que por su reunión puede llamarse, en algún modo, un principado mixto 8, sus incertidumbres dimanan de una dificultad que es conforme con la naturaleza de todos los principados nuevos.

  1. Consiste ella en que los hombres que mudan gustosos de señor con la esperanza de mejorar su suerte (en lo que van errados), y que, con esta loca esperanza, se han armado contra el que los gobernaba, para tomar otro, no tardan en convencerse por la experiencia, de que su condición se ha empeorado.
  2. Esto proviene de la necesidad en que aquel que es un nuevo príncipe, se halla natural y comúnmente de ofender a sus nuevos súbditos, ya con tropas, ya con una infinidad de otros procedimientos molestos que el acto de su nueva adquisición llevaba consigo 9,

Con ello te hallas tener por enemigos todos aquellos a quienes has ofendido al ocupar este principado, y no puedes conservarte por amigos a los que te colocaron en él, a causa de que no te es posible satisfacer su ambición hasta el grado que ellos se habían lisonjeado; ni hacer uso de medios rigurosos para reprimirlos, en atención a las obligaciones que ellos te hicieron contraer con respecto a sí mismos 10,

  • Por más fuerte que un príncipe fuera con sus ejércitos, tuvo siempre necesidad del favor de una parte a lo menos de los habitantes de la provincia, para entrar en ella.
  • He aquí por qué Luis XII, después de haber ocupado Milán con facilidad, le perdió inmediatamente 11 ; y no hubo necesidad para quitárselo, esta primera vez, más que de las fuerzas de Ludovico; porque los milaneses, que habían abierto sus puertas al rey, se vieron desengañados de su confianza en los favores de su gobierno, y de la esperanza que habían concebido para lo venidero 12, y no podían ya soportar el disgusto de tener un nuevo príncipe.

Es mucha verdad que al recuperar Luis XII por segunda vez los países que se habían rebelado, no se los dejó quitar tan fácilmente, porque prevaleciéndose de la sublevación anterior, fue menos reservado en los medios de consolidarse. Castigó a los culpables, quitó el velo a los sospechosos y fortificó las partes más débiles de su anterior gobierno 13,

Si, para hacer perder Milán al rey de Francia la primera vez, no hubiera sido menester más que la terrible llegada del Duque Ludovico hacia los confines del Milanesado, fue necesario para hacérsele perder la segunda que se armasen todos contra él, y que sus ejércitos fuesen arrojados de Italia, o destruidos 14,

Sin embargo, tanto la segunda como la primera vez, se le quitó el Estado de Milán. Se han visto los motivos de la primera pérdida suya que él hizo, y nos resta conocer los de la segunda, y decir los medios que él tenía, y que podía tener cualquiera que se hallara en el mismo caso, para mantenerse en su conquista mejor que lo hizo 15,

  1. Comenzaré estableciendo una distinción: o estos Estados que, nuevamente adquiridos, se reúnen con un Estado ocupado mucho tiempo hace por el que los ha conseguido se hallan ser de la misma provincia, tener la misma lengua, o esto no sucede así.
  2. Cuando ellos son de la primera especie, hay suma facilidad en conservarlos, especialmente cuando no están habituados a vivir libres en república 16,

Para poseerlos seguramente, basta haber extinguido la descendencia del príncipe que reinaba en ellos 17 ; porque en lo restante, conservándoles sus antiguos estatutos, y no siendo allí las costumbres diferentes de las del pueblo a que los reúnen, permanecen sosegados, como lo estuvieron la Borgoña, Bretaña, Gascuña y Normandía, que fueron reunidas a la Francia, mucho tiempo hace 18,

  1. Aunque hay, entre ellas, alguna diferencia de lenguaje, las costumbres, sin embargo, se asemejan allí, y estas diferentes provincias pueden vivir, no obstante, en buena armonía.
  2. En cuanto al que hace semejantes adquisiciones, si él quiere conservarlas, le son necesarias dos cosas: la una, que se extinga el linaje del príncipe que poseía estos Estados 19 ; la otra, que el príncipe que es nuevo no altere sus leyes, ni aumente los impuestos 20,

Con ello, en brevísimo tiempo, estos nuevos Estados pasarán a formar un solo cuerpo con el antiguo suyo 21, Pero cuando se adquieren algunos Estados en un país que se diferencia en las lenguas, costumbres y constitución, se hallan entonces las dificultades 22 ; y es menester tener bien propicia la fortuna, y una suma industria, para conservarlos.

  • Uno de los mejores y más eficaces medios a este efecto, sería que el que la adquiere fuera a residir en ellos; los poseería entonces del modo más seguro y durable, como lo hizo el Turco con respecto a la Grecia.
  • A pesar de todos los demás medios de que se valía para conservarla, no lo hubiera logrado, si no hubiera ido a establecer allí su residencia 23,

Cuando el príncipe reside en este nuevo Estado, si se manifiestan allí desórdenes, puede reprimirlos muy prontamente; en vez de que si reside en otra parte, y que los desórdenes no son de gravedad, no hay remedio ya. Cuando permaneces allí, no es despojada la provincia por la codicia de los empleados 24 ; y los súbditos se alegran más de poder recurrir a un príncipe que está cerca de ellos, que no a un príncipe distante que le verían como extraño: tienen ellos más ocasiones de cogerle amor 25, si quieren ser buenos; y temor, si quieren ser malos.

Por otra parte, el extranjero que hubiera apetecido atacar este Estado, tendrá más dificultad para determinarse a ello. Así, pues, residiendo el príncipe en él, no podrá perderle, sin que se experimente una suma dificultad para quitársele 26, El mejor medio, después del precedente, consiste en enviar algunas colonias a uno o dos parajes que sean como la llave de este nuevo Estado; a falta de lo cual sería preciso tener allí mucha caballería e infantería 27,

Formando el príncipe semejantes colonias, no se empeña en sumos dispendios; porque aun sin hacerlos, o haciéndolos escasos, las envía y mantiene allí. En ello no ofende más que a aquellos de cuyos campos y casas se apodera para darlos a los nuevos moradores, que no componen, todo bien considerado, más que una cortísima parte de este Estado; y quedando dispersos y pobres aquellos a quienes ha ofendido, no pueden perjudicarle nunca 28,

  • Todos los demás que no han recibido ninguna ofensa en sus personas y bienes, se apaciguan fácilmente, y son temerosamente atentos a no hacer faltas, a fin de que no les acaezca el ser despojados como los otros 29,
  • De lo cual es menester concluir que estas colonias que no cuestan nada o casi nada, son más fieles y perjudican menos; y que hallándose pobres y dispersos los ofendidos, no pueden perjudicar, como ya he dicho 30,

Debe notarse que los hombres quieren ser acariciados o reprimidos, y que se vengan de las ofensas cuando son ligeras 31, No pueden hacerlo cuando ellas son graves; así, pues, la ofensa que se hace a un hombre debe ser tal que le inhabilite para hacerlos temer su venganza 32,

  • Si, en vez de colonias, se tienen tropas en estos nuevos Estados, se expende mucho, porque es menester consumir, para mantenerlas, cuantas rentas se sacan de semejantes Estados 33,
  • La adquisición suya que se ha hecho, se convierte entonces en pérdida, y ofende mucho más, porque ella perjudica a todo el país con los ejércitos que es menester alojar allí en las casas particulares.
You might be interested:  Cuál Es La Religión De Los Incas?

Cada habitante experimenta la incomodidad suya; y son unos enemigos que pueden perjudicarle, aun permaneciendo sojuzgados dentro de su casa 34, Este medio para guardar un Estado es, pues, bajo todos los aspectos, tan inútil como el de las colonias es útil.

El príncipe que adquiere una provincia cuyas costumbres y lenguaje no son los mismos que los de su Estado principal, debe hacerse también allí el jefe y protector de los príncipes vecinos que son menos poderosos que él, e ingeniarse para debilitar a los más poderosos de ellos 35, Debe, además, hacer de modo que un extranjero tan poderoso como él no entre en su nueva provincia; porque acaecerá entonces que llamarán allí a este extranjero los que se hallen descontentos con motivo de su mucha ambición o de sus temores 36,

Así fue como los etolios introdujeron a los romanos en la Grecia y demás provincias en que éstos entraron; los llamaban allí siempre los habitantes 37, El orden común de las causas es que luego que un poderoso extranjero entra en un país, todos los demás príncipes que son allí menos poderosos, se le unan por un efecto de la envidia que habían concebido contra el que los sobrepujaba en poder, y a los que él ha despojado 38,

  • En cuanto a estos príncipes menos poderosos, no hay mucho trabajo en ganarlos; porque todos juntos formarán gustosos cuerpo con el Estado que él ha conquistado 39,
  • El único cuidado que ha de tenerse, es el de impedir que ellos adquieran mucha fuerza y autoridad.
  • El nuevo príncipe, con el favor de ellos y sus propias armas, podrá abatir fácilmente a los que son poderosos, a fin de permanecer en todo el árbitro de aquel país 40,

El que no gobierne hábilmente esta parte, perderá bien pronto lo que él adquirió; y mientras que lo tenga, hallará en ello una infinidad de dificultades y sentimientos 41, Los romanos guardaron bien estas precauciones en las provincias que ellos habían conquistado.

  1. Enviaron allá colonias, mantuvieron a los príncipes de las inmediaciones menos poderosas que ellos, sin aumentar su fuerza; debilitaron a los que tenían tanta como ellos mismos, y no permitieron que las potencias extranjeras adquiriesen allí consideración ninguna 42,
  2. Me basta citar para ejemplo de esto la Grecia en que ellos conservaron a los acayos y etolios, humillaron el reino de Macedonia y echaron a Antioco 43,

El mérito que los acayos y etolios contrajeron en el concepto de los romanos, no fue suficiente nunca para que éstos les permitiesen engrandecer ninguno de sus Estados 44, Nunca los redujeron los discursos de Filipo hasta el grado de tratarle como amigo sin abatirle; ni nunca el poder de Antíoco pudo reducirlos a permitir que él tuviera ningún Estado en aquel país 45,

  • Los romanos hicieron en aquellas circunstancias lo que todos los príncipes cuerdos deben hacer cuando tienen miramiento, no solamente con los actuales perjuicios, sino también con los venideros, y que quieren remediarlos con destreza.
  • Es posible hacerlo precaviéndolos de antemano; pero si se aguarda a que sobrevengan, no es ya tiempo de remediarlos, porque la enfermedad se ha vuelto incurable.

Sucede, en este particular, lo que los médicos dicen de la tisis, que, en los principios es fácil de curar y difícil de conocer; pero que, en lo sucesivo, si no la conocieron en su principio, ni le aplicaron remedio ninguno, se hace, en verdad, fácil de conocer, pero difícil de curar 46,

Sucede lo mismo con las cosas del Estado: si se conocen anticipadamente los males que pueden manifestarse, lo que no es acordado más que a un hombre sabio y bien prevenido, quedan curados bien pronto; pero cuando, por no haberlos conocido, les dejan tomar incremento de modo que llegan al conocimiento de todas las gentes, no hay ya arbitrio ninguno para remediarlos.

Por esto, previendo los romanos de lejos los inconvenientes, les aplicaron el remedio siempre en su principio, y no les dejaron seguir nunca su curso por el temor de una guerra. Sabían que ésta no se evita; y que si la diferimos, es siempre con provecho ajeno 47,

  • Cuando ellos quisieron hacerla contra Filipo y Antíoco en Grecia, era para no tener que hacérsela en Italia.
  • Podían evitar ellos entonces a uno y otro; pero no quisieron, ni les agradó aquel consejo de gozar de los beneficios del tiempo, que no se les cae nunca de la boca a los sabios de nuestra era 48,

Les acomodó más el consejo de su valor y prudencia, el tiempo que echa abajo cuanto subsiste, puede acarrear consigo tanto el bien como el mal, pero igualmente tanto el mal como el bien 49, Volvamos a la Francia, y examinaremos si ella hizo ninguna de estas cosas.

  1. Hablaré, no de Carlos VIII, sino de Luis XII, como de aquel cuyas operaciones se conocieron mejor, visto que él conservó por más tiempo sus posesiones en Italia; y se verá que hizo lo contrario para retener un Estado de diferentes costumbres y lenguas 50,
  2. El rey Luis fue atraído a Italia por la ambición de los venecianos, que querían, por medio de su llegada, ganar la mitad del Estado de Lombardía.

No intento afear este paso del rey, ni su resolución sobre este particular; porque queriendo empezar a poner el pie en Italia, no teniendo en ella amigos, y aun viendo cerradas todas las puertas a causa de los estragos que allí había hecho el rey Carlos VIII, se veía forzado a respetar los únicos aliados que pudiera haber allí 51 ; y su plan hubiera tenido un completo acierto si él no hubiera cometido falta ninguna en las demás operaciones.

  1. Luego que hubo conquistado, pues, la Lombardía, volvió a ganar repentinamente en Italia la consideración que Carlos había hecho perder en ella a las armas francesas.
  2. Génova cedió; se hicieron amigos suyos los florentinos; el Marqués de Mantua, el Duque de Ferrara, Bentivoglio (príncipe de Bolonia), el señor de Forli, los de Pésaro, Rímini, Camerino, Piombino, los luqueses, pisanos, sieneses, todos, en una palabra, salieron a recibirle para solicitar su amistad 52,

Los venecianos debieron reconocer entonces la imprudencia de la resolución que ellos habían tomado, únicamente para adquirir dos territorios de la provincia lombarda; e hicieron al rey dueño de los dos tercios de la Italia 53, Que cada uno ahora comprenda con cuán poca dificultad podía Luis XII, si hubiera seguido las reglas de que acabamos de hablar, conservar su reputación en Italia, y tener seguros y bien defendidos a cuantos amigos se había hecho él allí.

Siendo numerosos éstos, débiles, por otra parte, y temiendo el uno al Papa y el otro a los venecianos, se veían siempre en la precisión de permanecer con él; y por medio de ellos le era posible contener fácilmente lo que había de más poderoso en toda la península 54, Pero apenas llegó el rey a Milán, cuando obró de un modo contrario, supuesto que ayudó al papa Alejandro VI a apoderarse de la Romaña.

No echó de ver que con esta determinación se hacía débil, por una parte, desviando de sí a sus amigos y a los que habían ido a ponerse bajo su protección; y que, por otra, extendía el poder de Roma 55, agregando una tan vasta dominación temporal a la potestad espiritual que le daba ya tanta autoridad 56,

Esta primera falta le puso en la precisión de cometer otras; de modo que para poner un término a la ambición de Alejandro, e impedirle hacerse dueño de la Toscana, se vio obligado a volver a Italia. No le bastó el haber dilatado los dominios del Papa y desviado a sus propios amigos, sino que el deseo de poseer el reino de Nápoles, se le hizo repartir con el rey de España 57,

Así, cuando él era el primer árbitro de la Italia, tomó en ella a un asociado, al que cuantos se hallaban descontentos con él debían recurrir naturalmente; y cuando le era posible dejar en aquel reino a un rey que no era ya más que pensionado suyo 58, le echó a un lado para poner a otro capaz de arrojarle a él mismo 59,

El deseo de adquirir es, a la verdad, una cosa ordinaria y muy natural; y los hombres que adquieren, cuando pueden hacerlo, serán alabados y nunca vituperados por ello; pero cuando no pueden ni quieren hacer su adquisición como conviene, en esto consiste el error y motivo de vituperio 60, Si la Francia, pues, podía atacar con sus fuerzas Nápoles, debía hacerlo; si no lo podía, no debía dividir aquel reino; y si la repartición que ella hizo de la Lombardía con los venecianos es digna de disculpa a causa de que halló el rey en ello un medio de poner el pie en Italia, la empresa sobre Napoleón merece condenarse a causa de que no había motivo ninguno de necesidad que pudiera disculparla 61,

Luis había cometido, pues, cinco faltas, en cuanto había destruido las reducidas potencias de Italia 62, aumentado la dominación de un príncipe ya poderoso, introducido a un extranjero que lo era mucho, no residido allí él mismo, ni establecido colonias.

Estas faltas, sin embargo, no podían perjudicarle en vida suya, si él no hubiera cometido una sexta: la de ir a despojar a los venecianos 63, Era cosa muy razonable y aun necesaria el abatirlos, aun cuando él no hubiera dilatado los dominios de la Iglesia, ni introducido a la España en Italia; pero no debía consentir en la ruina de ellos, porque siendo poderosos de sí mismos, hubieran tenido distantes siempre de toda empresa sobre Lombardía a los otros, ya porque los venecianos no hubieran consentido en ello sin ser ellos mismos los dueños, ya porque los otros no hubieran querido quitarla a la Francia para dársela a ellos, o no tenido la audacia de ir a atacar a estas dos potencias 64,

Si alguno dijera que el rey Luis no cedió la Romaña a Alejandro y el reino de Nápoles a la España, más que para evitar una guerra, respondería con las razones ya expuestas, que no debemos dejar nacer un desorden para evitar una guerra, porque acabamos no evitándola; la diferimos únicamente: y no es nunca más que con sumo perjuicio nuestro 65,

Y si algunos otros alegaran la promesa que el rey había hecho al Papa de ejecutar en favor suyo esta empresa para obtener la disolución de su matrimonio con Juana de Francia y el capelo de Cardenal para el Arzobispado de Ruán, responderé a esta objeción con las explicaciones que daré ahora mismo sobre la fe de los príncipes y modo con que deben guardarla 66,

El rey Luis perdió, pues, la Lombardía por no haber hecho nada de lo que hicieron cuantos tomaron provincias y quisieron conservarlas. No hay en ello milagro, sino una cosa razonable y ordinaria. Hablé en Nantes de esto con el Cardenal de Ruán, cuando el duque de Valentinois, al que llamaban vulgarmente César Borgia, hijo de Alejandro, ocupaba la Romaña; y habiéndome dicho el cardenal que los italianos no entendían nada de la guerra, le respondí que los franceses no entendían nada de las cosas de Estado, porque si ellos hubieran tenido inteligencia en ellas, no hubieran dejado tomar al Papa un tan grande incremento de dominación temporal 67,

  1. Se vio por experiencia que la que el Papa y la España adquirieron en Italia, les había venido de la Francia, y que la ruina de esta última en Italia dimanó del Papa y de la España 68,
  2. De lo cual podemos deducir una regla general que no engaña nunca, o que a lo menos no extravía más que raras veces: es que el que es causa de que otro se vuelva poderoso obra su propia ruina 69,

No le hace volverse tal más que con su propia fuerza o industria; y estos dos medios de que él se ha manifestado provisto, permanecen muy sospechosos al príncipe que, por medio de ellos, se volvió más poderoso 70, Por qué ocupado el reino de Darío por Alejandro, no se rebeló contra los sucesores de éste después de su muerte 71 Considerando las dificultades que se experimentan en conservar un Estado adquirido recientemente, podría preguntarse con asombro, cómo sucedió que hecho dueño Alejandro Magno del Asia en un corto número de años, y habiendo muerto a poco tiempo de haberla conquistado, sus sucesores, en una circunstancia en que parecía natural que todo este Estado se pusiese en rebelión, le conservaron, sin embargo 72, y no hallaron para ello más dificultad que la que su ambición individual ocasionó entre ellos 73,

He aquí mi respuesta: los principados conocidos son gobernados de uno u otro de estos dos modos: el primero consiste en serlo por un príncipe, asistido de otros individuos que, permaneciendo siempre súbditos bien humildes al lado suyo, son admitidos por gracia o concesión en clase de servidores solamente, para ayudarle a gobernar.

El segundo modo con que se gobierna, se compone de un príncipe, asistido de barones, que tienen su puesto en el Estado, no de la gracia del príncipe, sino de la antigüedad de su familia. Estos barones mismos tienen Estados y gobernados que los reconocen por señores suyos, y les dedican su afecto naturalmente 74,

El príncipe, en los primeros de estos Estados en que gobierna él con algunos ministros esclavos, tiene más autoridad, porque en su provincia no hay ninguno que reconozca a otro más que a él por superior: y si se obedece a otro no es por un particular afecto a su persona, sino solamente porque él es Ministro y empleado del príncipe 75,

Los ejemplos de estas dos especies de gobiernos son, en nuestros días, el del Turco y el del rey de Francia. Toda la monarquía del Turco está gobernada por un señor único; sus adjuntos no son más que criados suyos; y dividiendo en provincias su reino, envía a ellas diversos administradores, a los cuales muda y coloca en nuevo puesto a su antojo 76,

  1. Pero el rey de Francia se halla en medio de un sinnúmero de personajes, ilustres por la antigüedad de su familia, señores ellos mismos en el Estado, y reconocidos como tales por sus particulares gobernados, quienes, por otra parte, les profesan afecto.
  2. Estos personajes tienen preeminencias personales, que el rey no puede quitarles sin peligrar él mismo 77,

Así, cualquiera que se ponga a considerar atentamente uno y otro de estos dos Estados, hallará que habría suma dificultad en conquistar el del Turco; pero que si uno le hubiera conquistado, tendría una grandísima facilidad en conservarle. Las razones de las dificultades para ocuparle son que el conquistador no puede ser llamado allí de las provincias de este imperio, ni esperar ser ayudado en esta empresa con la rebelión de los que el soberano tiene al lado suyo: lo cual dimana de las razones expuestas más arriba 78,

  1. Siendo todos esclavos suyos, y estándole reconocidos por sus favores, no es posible corromperlos tan fácilmente; y aun cuando se lograra esto, no podría esperarse mucha utilidad, porque no les sería posible atraer hacia sí a los pueblos, por las razones que hemos expuesto 79,
  2. Conviene, pues, ciertamente, que el que ataca al Turco, reflexione que va a hallarle unido con su pueblo, y que pueda contar más con sus propias fuerzas que con los desórdenes que se manifestarán a favor suyo en el imperio 80,

Pero después de haberle vencido y derrotado en una campaña sus ejércitos, de modo que él no pueda ya rehacerlos, no quedará ya cosa ninguna temible más que la familia del príncipe. Si uno la destruye, no habrá allí ya ninguno a quien deba temerse; porque los otros no gozan del mismo valimiento al lado del pueblo.

Así como el vencedor, antes de la victoria, no podía contar con ninguno de ellos, así también no debe cogerles miedo ninguno después de haber vencido 81, Sucederá lo contrario en los reinos gobernados como el de Francia. Se puede entrar allí con facilidad, ganando a algún barón, porque se hallan siempre algunos malcontentos del genio de aquellos que apetecen mudanzas 82,

Estas gentes, por las razones mencionadas, pueden abrirte el camino para la posesión de este Estado, y facilitarte el triunfo; pero cuando se trate de conservarte en él, este triunfo mismo te dará a conocer infinitas dificultades, tanto por la parte de los que te auxiliaron como por la de aquellos a quienes has oprimido 83,

  1. No te bastará el haber extinguido la familia del príncipe, porque quedarán siempre allí varios señores que se harán cabezas de partido para nuevas mudanzas; y como no podrás contentarlos ni destruirlos enteramente 84, perderás este reino luego que se presente la ocasión de ello 85,
  2. Si consideramos ahora de qué naturaleza de gobierno era el de Darío, le hallaremos semejante al del Turco 86,

Le fue necesario primeramente a Alejandro el asaltarle por entero, y hacerse dueño de la campaña. Después de esta victoria, y la muerte de Darío, quedó el Estado en poder del conquistador de un modo seguro por las razones que llevamos expuestas: y si hubieran estado unidos los sucesores de éste, podían gozar de él sin la menor dificultad; porque no sobrevino ninguna otra disensión más que la que ellos mismos suscitaron.

  1. En cuanto a los Estados constituidos como el de Francia, es imposible poseerlos tan sosegadamente 87,
  2. Por esto hubo, tanto en España como en Francia, frecuentes rebeliones, semejantes a las que los romanos experimentaron en la Grecia, a causa de los numerosos principados que se hallaban allí.
  3. Mientras que la memoria suya subsistió en aquel país, no tuvieron los romanos más que una posesión incierta; pero luego que no se hubo pensado ya en ello, se hicieron seguros poseedores por medio de la dominación y estabilidad de su imperio 88,

Cuando los romanos pelearon allí unos contra otros, cada uno de ambos partidos pudo atraerse una posesión de aquellas provincias según la autoridad que él había tomado allí: porque habiéndose extinguido la familia de sus antiguos dominadores, aquellas provincias reconocían ya por únicos a los romanos.

Haciendo atención a todas estas particularidades, no causarán ya extrañeza la facilidad que Alejandro tuvo para conservar el Estado de Asia, y las dificultades que sus sucesores experimentaron para mantenerse en la posesión de lo que habían adquirido, como Pirro y otros muchos. No provinieron ellas del muchísimo o poquísimo talento por parte del vencedor, sino de la diversidad de los Estados que ellos habían conquistado.

De qué modo deben gobernarse las ciudades o principados que, antes de ocuparse por un nuevo príncipe, se gobernaban con sus leyes particulares Cuando uno quiere conservar aquellos Estados que estaban acostumbrados a vivir con sus leyes y en República, es preciso abrazar una de estas tres resoluciones: debes o arruinarlos 89, o ir a vivir en ellos, o, finalmente, dejar a estos pueblos sus leyes 90, obligándolos a pagarte una contribución anual, y creando en su país un tribunal de un corto número que cuide de conservártelos fieles.

  • Creándose este Consejo por el príncipe, y sabiendo que él no puede subsistir sin su amistad y dominación, tiene el mayor interés en conservarle en su autoridad.
  • Una ciudad habituada a vivir libre, y que uno quiere conservar, se contiene mucho más fácilmente por medio del inmediato influjo de sus propios ciudadanos que de cualquier otro modo 91,

Los espartanos y romanos nos lo probaron con sus ejemplos. Sin embargo, los espartanos, que habían tenido Atenas y Tebas por medio de un Consejo de un corto número de ciudadanos, acabaron perdiéndolas; y los romanos, que para poseer Capua, Cartago y Numancia, las habían desorganizado, no las perdieron.

  • Cuando éstos quisieron tener la Grecia con corta diferencia, como la habían tenido los espartanos, dejándola libre con sus leyes, no les salió acertada esta operación, y se vieron obligados a desorganizar muchas ciudades de esta provincia par aguardarla.
  • Hablando con verdad, no hay medio ninguno más seguro para conservar semejantes Estados que el de arruinarlos 92,

El que se hace señor de una ciudad acostumbrada a vivir libre, y no descompone su régimen, debe contar con ser derrocado él mismo por ella. Para justificar semejante ciudad su rebelión, tendrá el nombre de libertad, y sus antiguas leyes, cuyo hábito no podrán hacerle perder nunca el tiempo ni los beneficios del conquistador.

Por más que se haga, y aunque se practique algún expediente de previsión, si no se desunen y dispersan sus habitantes, no olvidará ella nunca aquel nombre de libertad, ni sus particulares estatutos; y aun recurrirá a ellos, en la primera ocasión, como lo hizo Pisa, aunque ella había estado numerosos años, y aun hacía ya un siglo, bajo la dominación de los florentinos 93,

Pero cuando las ciudades o provincias están habituadas a vivir bajo la obediencia de un príncipe, como están habituadas por una parte a obedecer y que por otra carecen de su antiguo señor, no concuerdan los ciudadanos entre sí para elegir a otro nuevo; y no sabiendo vivir libres, son más tardos en tomar las armas.

  1. Se puede conquistarlos 94 con más facilidad, y asegurar la posesión suya.
  2. En las repúblicas, por el contrario, hay más valor, una mayor disposición de odio contra el conquistador que allí se hace príncipe, y más deseo de venganza contra él.
  3. Como no se pierde en ellas la memoria de la antigua libertad, y que ella le sobrevive con toda su actividad, el más seguro partido consiste en disolverlas 95 o habitar en ellas 96,

De las soberanías nuevas que uno adquiere con sus propias armas y valor Que no cause extrañeza, si al hablar, ya de los Estados que son nuevos bajo todos los aspectos, ya de los que no lo son más que bajo el del príncipe, o el del Estado mismo, presento grandes ejemplos de la antigüedad.

Los hombres caminan casi siempre por caminos trillados ya por otros, y no hacen casi más que imitar a sus predecesores, en las acciones que se les ve hacer 97 ; pero como no pueden seguir en todo el camino abierto por los antiguos, ni se elevan a la perfección de los modelos que ellos se proponen, el hombre prudente debe elegir únicamente los caminos trillados por algunos varones insignes, e imitar a los de ellos que sobrepujaron a los demás, a fin de que si no consigue igualarlos, tengan sus acciones a lo menos alguna semejanza con las suyas 98,

Debe hacer como los ballesteros bien advertidos que, viendo su blanco muy distante para la fuerza de su arco, apuntan mucho más alto que el objeto que tienen en mira, no para que su vigor y flechas alcancen a un punto de mira en esta altura, sino a fin de poder, asestando así, llegar en línea parabólica a su verdadero blanco 99,

Digo, pues, que en los principados que son nuevos en un todo, y cuyo príncipe, por consiguiente, es nuevo, hay más o menos dificultad en conservarlos, según que el que los adquirió es más o menos valeroso. Como el suceso por el que un hombre se hace príncipe, de particular que él era, supone algún valor o dicha 100, parece que la una o la otra de estas dos cosas allanan en parte muchas dificultades; sin embargo, se vio que el que no había sido auxiliado de la fortuna, se mantuvo por más tiempo.

Lo que proporciona también algunas facilidades, es que no teniendo un semejante príncipe otros Estados, va a residir en aquel de que se ha hecho soberano. Pero volviendo a los hombres que, con su propio valor y no con la fortuna, llegaron a ser príncipes 101, digo que los más dignos de imitarse son: Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo y otros semejantes.

Y, en primer lugar, aunque no debemos discurrir sobre Moisés, porque él no fue más que un mero ejecutor de las cosas que Dios le había ordenado hacer, diré, sin embargo, que merece ser admirado, aunque no fuera más que por aquella gracia que le hacía digno de conversar con Dios 102, Pero considerando a Ciro y a los otros que adquirieron o fundaron reinos, los hallaremos dignos de admiración 103,

Y si se examinaran sus acciones e instituciones en particular, no parecieran ellas diferentes de las de Moisés, aunque él había tenido a Dios por señor. Examinando sus acciones y conducta, no se verá que ellos tuviesen cosa ninguna de la fortuna más que una ocasión propicia, que les facilitó el medio de introducir en sus nuevos Estados la forma que les convenía 104,

  • Sin esta ocasión, el valor de su ánimo se hubiera extinguido, pero también, sin este valor, se hubiera presentado en balde la ocasión 105,
  • Le era, pues, necesario a Moisés el hallar al pueblo de Israel esclavo en Egipto y oprimido por los egipcios, a fin de que este pueblo estuviera dispuesto a seguirle, para salir de esclavitud 106,

Convenía que Rómulo, a su nacimiento, no quedara en Alba, y fuera expuesto, para que él se hiciera rey de Roma y fundador de un Estado de que formó la patria suya 107, Era menester que Ciro hallase a los persas descontentos del imperio de los Medos, y a éstos afeminados con una larga paz, para hacerse Soberano suyo 108,

  1. Teseo no hubiera podido desplegar su valor, si no hubiera hallado dispersados a los atenienses 109,
  2. Estas ocasiones, sin embargo, constituyen la fortuna de semejantes héroes; pero su excelente sabiduría les dio a conocer el valor de estas ocasiones; y de ello provinieron la ilustración y prosperidad de sus Estados 110,

Los que por medios semejantes llegan a ser príncipes no adquieren su principado sin trabajo, pero le conservan fácilmente; y las dificultades que ellos experimentan al adquirirle dimanan en parte de las nuevas leyes y modos que les es indispensable introducir para fundar su Estado y su seguridad 111,

  1. Debe notarse bien que no hay cosa más difícil de manejar, ni cuyo acierto sea más dudoso, ni se haga con más peligro, que el obrar como jefe para introducir nuevos estatutos 112,
  2. Tiene el introductor por enemigos activísimos a cuantos sacaron provecho de los antiguos estatutos 113, mientras que los que pudieran sacar el suyo de los nuevos no los defienden más que con tibieza 114,

Semejante tibieza proviene en parte de que ellos temen a sus adversarios que se aprovecharon de las antiguas leyes, y en parte de la poca confianza que los hombres tienen en la bondad de las cosas nuevas, hasta que se haya hecho una sólida experiencia de ellas 115,

Resulta de esto que siempre que los que son enemigos suyos hallan una ocasión de rebelarse contra ellas, lo hacen por espíritu de partido; no las defienden los otros entonces más que tibiamente, de modo que peligra el príncipe con ellas 116, Cuando uno quiere discurrir adecuadamente sobre este particular, tiene precisión de examinar si estos innovadores tienen por sí mismos la necesaria consistencia, o si dependen de los otros; es decir, si para dirigir su operación, tienen necesidad de rogar o si pueden precisar.

En el primer caso, no salen acertadamente nunca, ni conducen cosa ninguna a lo bueno 117 ; pero cuando no dependen sino de sí mismos, y que pueden forzar, dejan rara vez de conseguir su fin. Por esto, todos los profetas armados tuvieron acierto 118, y se desgraciaron cuantos estaban desarmados 119,

Además de las cosas que hemos dicho, conviene notar que el natural de los pueblos es variable. Se podrá hacerles creer fácilmente una cosa; pero habrá dificultad para hacerlos persistir en esta creencia 120, En consecuencia de lo cual es menester componerse de modo que, cuando hayan cesado de creer, sea posible precisarlos a creer todavía 121,

Moisés, Ciro, Teseo y Rómulo no hubieran podido hacer observar por mucho tiempo sus constituciones, si hubieran estado desarmados, como le sucedió al fraile Jerónimo Savonarola, que se desgració en sus nuevas instituciones. Cuando la multitud comenzó a no creerle ya inspirado, no tenía él medio ninguno para mantener forzadamente en su creencia a los que la perdían, ni para precisar a creer a los que ya no creían.

  • Los príncipes de esta especie experimentan, sin embargo, sumas dificultades en su conducta; todos sus pasos van acompañados de peligros y les es necesario el valor para superarlos 122,
  • Pero cuando han triunfado de ellos, y que empiezan a ser respetados, como han subyugado entonces a los hombres que tenían envidia a su calidad de príncipe, se quedan poderosos, seguros, reverenciados y dichosos 123,

A estos tan relevantes ejemplos, quiero añadirles otro de una clase inferior, que, sin embargo, no estará en desproporción con ellos; y me bastará escoger, entre todos los otros el de Hierón el Siracusano 124, De particular que él era, llegó a ser príncipe de Siracusa, sin tener cosa ninguna de la fortuna más que una favorable ocasión.

  • Hallándose oprimidos los siracusanos, le nombraron por caudillo suyo; en cuyo cargo mereció ser elegido después para príncipe suyo 125,
  • Había sido tan virtuoso en su condición privada que, en sentir de los historiadores, no le faltaba entonces para reinar más que poseer un reino 126,
  • Luego que hubo empuñado el cetro, licenció las antiguas tropas, formó otras nuevas, dejó a un lado a sus antiguos amigos, haciéndose otros nuevos; y como tuvo entonces amigos y soldados que eran realmente suyos, pudo establecer, sobre tales fundamentos, cuanto quiso; de modo que conservó sin trabajo lo que no había adquirido más que con largos y penosos afanes 127,

De los principados nuevos que se adquieren con las fuerzas ajenas y la fortuna Los que de particulares que ellos eran, fueron elevados al principado por la sola fortuna, llegan a él sin mucho trabajo 128 ; pero tienen uno sumo para la conservación suya 129,

  1. No hallan dificultades en el camino para llegar a él, porque son elevados como en alas; pero cuando le han conseguido se les presentan entonces todas las especies de obstáculos 130,
  2. Estos príncipes no pudieron adquirir su Estado más que de uno u otro de estos dos modos: o comprándolo o haciéndolo dar por favor; como sucedió, por una parte, a muchos en la Grecia para las ciudades de la lona y Helesponto, en que Darío hizo varios príncipes que debían tenerlas por su propia gloria, como también por su propia seguridad 131 ; y por otra, entre los romanos, a aquellos particulares que se hacían elevar al imperio por medio de la corrupción de los soldados.

Semejantes príncipes no tienen más fundamentos que la voluntad o fortuna de los hombres que los exaltaron; pues bien, ambas cosas son muy variables, y totalmente destituidas de estabilidad. Fuera de esto, ellos no saben ni pueden saber mantenerse en esta elevación 132,

  • No lo saben, porque a no ser un hombre de ingenio y superior talento, no es verosímil que después de haber vivido en una condición privada 133 se sepa reinar.
  • No lo pueden, a causa de que no tienen tropa ninguna con cuyo apego y fidelidad puedan contar 134,
  • Por otra parte, los Estados que se forman repentinamente son como todas aquellas producciones de la naturaleza que nacen con prontitud; no pueden ellos tener raíces ni las adherencias que les son necesarias para consolidarse 135,

Los arruinará el primer choque de la adversidad 136, si, como lo he dicho, los que se han hecho príncipes de repente, no son de un vigor bastante grande para estar dispuestos inmediatamente a conservar lo que la fortuna acaba de entregar en sus manos, ni se han proporcionado los mismos fundamentos que los demás príncipes se habían formado antes de serlo 137,

Para uno y otro de estos dos modos de llegar al principado, es, a saber, con el valor o fortuna 138, quiero exponer dos ejemplos que la historia de nuestros tiempos nos presenta: son los de Francisco Sforza y de César Borgia. Francisco, de simple particular que él era, llegó a ser duque de Milán por medio de un gran valor y de los recursos que su ingenio podía suministrarle 139 : por lo mismo conservó sin mucho trabajo lo que él no había adquirido más que con sumos afanes.

Por otra parte, César Borgia, llamado vulgarmente el duque de Valentinois, que no adquirió sus Estados más que por la fortuna de su padre, los perdió luego que ella le hubo faltado, aunque hizo uso, entonces, de todos los medios imaginables para retenerlos, y practicó, para consolidarse en los principados que las armas y fortuna ajenas le habían adquirido, cuanto podía practicar un hombre prudente y valeroso 140,

You might be interested:  Precio Biblia Reina Valera 1960?

He dicho que el que no preparó los fundamentos de su soberanía antes de ser príncipe, podría hacerlo después si él tenía un talento superior 141, aunque estos fundamentos no pueden formarse entonces más que con muchos disgustos para el arquitecto y con muchos peligros para el edificio 142, Si se consideran, pues, los progresos del duque de Valentinois, se verá que él había preparado poderosos fundamentos para su futura dominación 143 ; y no tengo por inútil el darlos a conocer 144, porque no me es posible dar lecciones más útiles a un príncipe nuevo, que las acciones de éste.

Si sus instituciones no le sirvieron de nada, no fue falta suya, sino la de una extremada y muy extraordinaria malignidad de la fortuna 145, Alejandro VI quería elevar a su hijo el duque a una grande dominación, y veía para ello fuertes dificultades en lo presente y futuro.

Primeramente, no sabía cómo hacerle señor de un Estado que no perteneciera a la Iglesia; y cuando volvía sus miras hacia un Estado de la Iglesia para quitársele en favor de su hijo, preveía que el duque de Milán y los venecianos no consentirían en ello 146, Faenza y Rímini, que él quería cederle desde luego, estaban ya bajo la protección de los venecianos.

Veía, además, que los ejércitos de la Italia, y sobre todo aquellos de los que él hubiera podido valerse, estaban en poder de los que debían temer el engrandecimiento del Papa; y no podía fiarse de estos ejércitos, porque todos ellos estaban mandados por los Ursinos, Colonnas, o allegados suyos.

  1. Era menester, pues, que se turbara este orden de cosas, que se introdujera el desorden en los Estados de Italia 147, a fin de que le fuera posible apoderarse, seguramente, de una parte de ellos 148,
  2. Esto le fue posible a causa de que él se hallaba en aquella coyuntura 149 en que, movidos de razones particulares, los venecianos se habían resuelto a hacer que los franceses volvieran otra vez a Italia.

No solamente no se opuso a ello, sino que aun facilitó esta maniobra, mostrándose favorable a Luis XII con la sentencia de la disolución de su matrimonio con Juana de Francia 150, Este monarca vino, pues, a Italia con la ayuda de los venecianos 151 y el consentimiento de Alejandro.

  1. No bien hubo estado en Milán, cuando el Papa obtuvo algunas tropas para la empresa que había meditado sobre la Romaña; y le fue cedida ésta a causa de la reputación del rey.
  2. Habiendo adquirido finalmente el duque con ello aquella provincia, y aun derrotado también a los Colonnas, quería conservarla e ir más adelante; pero le embarazaban dos obstáculos.

El uno se hallaba en el ejército de los Ursinos de que él se había servido, pero de cuya fidelidad se desconfiaba, y el otro consistía en la oposición que la Francia podía hacer a ello. Temía, por una parte, que le faltasen las armas de los Ursinos, y que ellas no solamente le impidiesen conquistar, sino que también le quitasen lo que él había adquirido, mientras que, por otra parte, se recelaba de que el rey de Francia obrara con respecto a él como los Ursinos 152,

Su desconfianza, relativa a estos últimos, estaba fundada en que cuando, después de haber tomado Faenza, asaltó Bolonia, los había visto obrar con tibieza. En cuanto al rey, comprendió lo que podía temer de él, cuando, después de haber tomado el ducado de Urbino, atacó la Toscana, pues el rey le hizo desistir de esta empresa.

En semejante situación, resolvió el duque no depender ya de la fortuna y ajenas armas 153, A cuyo efecto comenzó debilitando, hasta en Roma, las facciones de los Ursinos y Colonnas, ganando a cuantos nobles le eran adictos 154, Hízolos gentileshombres suyos, los honró con elevados empleos y les confió, según sus prendas personales, varios gobiernos o mandos; de modo que se extinguió en ellos a pocos meses el espíritu de la facción a que se adherían; y su afecto se volvió todo entero hacia el duque 155,

  • Después de lo cual aceleró la ocasión de arruinar a los Ursinos 156,
  • Había dispersado ya a los partidarios de la casa Colonna, que se le volvió favorable; y la trató mejor 157,
  • Habiendo advertido muy tarde los Ursinos que el poder del duque y el del Papa como soberano acarreaban su ruina, convocaron una Dieta en Magione, país de Perusa.

Resultó de ello contra el duque la rebelión de Ursino, como también los tumultos de la Romaña, e infinitos peligros para él 158 ; pero superó todas estas dificultades con el auxilio de los franceses 159, Luego que hubo recuperado alguna consideración, no fiándose ya en ellos ni en las demás fuerzas que le eran ajenas, y queriendo no estar en la necesidad de probarlos de nuevo, recurrió a la astucia, y supo encubrir en tanto grado su genio 160, que los Ursinos, por la mediación del señor Paulo, se reconciliaron con él.

No careció de medios serviciales para asegurárselos, dándoles vistosos trajes, dinero, caballos; tan bien que, aprovechándose de la simplicidad de su confianza, acabó reduciéndolos a caer en su poder, en Sinigaglia 161, Habiendo destruido en esta ocasión a sus jefes, y formándose de sus partidarios otros tantos amigos de su persona 162, proporcionó con ello harto buenos fundamentos a su dominación, supuesto que toda la Romaña con el ducado de Urbino, y que se había ganado ya todos sus pueblos, en atención a que bajo su gobierno habían comenzado a gustar de un bienestar desconocido entre ellos hasta entonces 163,

Como esta parte de la vida de este duque merece estudiarse, y aun imitarse por otros, no quiero dejar de exponerla con alguna especificación 164, Después que él hubo ocupado la Romaña, hallándola mandada por señores inhábiles que más bien habían despojado que corregido a sus gobernados 165, y que habían dado motivo a más desuniones que uniones 166, en tanto grado que esta provincia estaba llena de latrocinios, contiendas, y de todas las demás especies de desórdenes 167 ; tuvo por necesario para establecer en ella la paz, y hacerla obediente a su príncipe, el darle un vigoroso gobierno 168,

En su consecuencia, envió allí por presidente a messer Ramiro d’Orco, hombre severo y expedito, al que delegó una autoridad casi ilimitada 169, Éste, en poco tiempo, restableció el sosiego en aquella provincia, reunió con ella a los ciudadanos divididos, y aun le proporcionó una grande consideración 170,

Habiendo juzgado después el duque que la desmesurada autoridad de Ramiro no convenía allí 171, y temiendo que ella se volviera muy odiosa, erigió en el centro de la provincia un tribunal civil, presidido por un sujeto excelente, en el que cada ciudad tenía su defensor 172,

Como le constaba que los rigores ejercidos por Ramiro d’Orco habían dado origen a algún odio contra su propia persona, y queriendo tanto desterrarle de los corazones de sus pueblos como ganárselos en un todo, trató de persuadirles que no debían imputársele a él aquellos rigores 173, sino al duro genio de su ministro.

Para convencerlos de esto, resolvió castigar por ellos a su ministro 174, y una cierta mañana mandó dividirle en dos pedazos y mostrarle así hendido en la plaza pública de Cesena, con un cuchillo ensangrentado y un tajo de madera al lado 175, La ferocidad de semejante espectáculo hizo que sus pueblos, por algún tiempo, quedaran tan satisfechos como atónitos.

Pero volviendo al punto de que he partido, digo que hallándose muy poderoso el duque, y asegurado en parte contra los peligros de entonces, porque se había armado a su modo, y que tenía destruidas en gran parte las armas de los vecinos que podían perjudicarle, le quedaba el temor de la Francia, supuesto que él quería continuar haciendo conquistas.

Sabiendo que el rey, que había echado de ver algo tarde su propia falta, no sufriría que el duque se engrandeciera más, echose a buscar nuevos amigos; desde luego tergiversó 176 con respecto a la Francia cuando marcharon los franceses hacia el reino de Nápoles contra las tropas españolas que sitiaban Gaeta.

  1. Su intención era asegurarse de ellos; y hubiera tenido un pronto acierto si hubiera continuado viviendo Alejandro 177,
  2. Éstas fueron sus precauciones en las circunstancias de entonces; pero en cuanto a las futuras, tenía que temer primeramente que el sucesor de Alejandro VI no le fuera favorable y tratara de quitarle lo que le había dado Alejandro.

Para precaver estos inconvenientes 178 imaginó cuatro medios 179, Fueron: primero, extinguir las familias de los señores a quienes él había despojado, a fin de quitar al Papa los socorros que ellos hubieran podido suministrarle 180 ; segundo, ganarse a todos los hidalgos de Roma, a fin de poder poner con ellos, como lo he dicho, un freno al Papa hasta en Roma; tercero, conciliarse, lo más que le era posible, el sacro colegio de los cardenales; y cuarto, adquirir, antes de la muerte de Alejandro 181, una tan grande dominación que él se hallará en estado de resistir por sí mismo al primer asalto cuando no existiera ya su padre.

De estos cuatro expedientes, los tres primeros por el duque habían conseguido ya su fin al morir el papa Alejandro, y el cuarto estaba ejecutándose. Hizo perecer a cuantos había podido coger de aquellos señores a quienes tenía despojados, y se le escaparon pocos 182, Había ganado a los hidalgos de Roma 183, y adquirió un grandísimo influjo en el sacro colegio.

En cuanto a sus nuevas conquistas, habiendo proyectado hacerse señor de la Toscana, poseía ya Perusa y Piombino, después de haber tomado Pisa bajo su protección. Como no estaba obligado ya a tener miramientos con la Francia, que no le guardaba ya realmente ninguno, en atención a que los franceses se hallaban a la sazón despojados del reino de Nápoles por los españoles, y que unos y otros estaban precisados a solicitar su amistad 184, se echaba sobre Pisa; lo cual bastaba para que Luca y Siena le abriesen sus puertas, sea por celos contra los florentinos, sea por temor de la venganza suya; y los florentinos carecían de medios para oponerse a ellos.

  1. Si esta empresa le hubiera salido acertada, y se hubiese puesto en ejecución el año en que murió Alejandro, hubiera adquirido el duque tan grandes fuerzas y tanta consideración que, por sí mismo, se hubiera sostenido, sin depender de la fortuna y poder ajeno 185,
  2. Todo ello no dependía ya más que de su dominación y talento 186,

Pero Alejandro murió cinco años después que el duque había comenzado a desenvainar la espada. Únicamente el Estado de la Romaña estaba consolidado; permanecían vacilantes todos los otros, hallándose, además, entre dos ejércitos enemigos poderosísimos; y se veía últimamente asaltado de una enfermedad mortal el duque mismo 187,

Sin embargo, era de tanto valor y poseía tan superiores talentos; sabía también cómo pueden ganarse o perderse los hombres; y los fundamentos que él se había formado en tan escaso tiempo eran tan sólidos que si no hubiera tenido por contrarios aquellos ejércitos, y lo hubiera pasado bien, hubiera triunfado de todos los demás impedimentos.

La prueba de que sus fundamentos eran buenos es perentoria, supuesto que la Romaña le aguardó sosegadamente más de un mes 188, y que enteramente moribundo como él estaba, no tenía que temer nada en Roma 189, Aunque los Vaglionis, Vitelis y Ursinos habían venido allí, no emprendieron nada contra él.

Si no pudo hacer Papa al que él quería, a lo menos impidió que lo fuera aquel a quien no quería 190, Pero si al morir Alejandro hubiera gozado de robusta salud, hubiera hallado facilidad para todo. Me dijo, aquel día en que Julio II fue creado Papa, que él había pensado en cuanto podía acaecer muerto su padre; y que había hallado remedio para todo; pero que no había pensado en que pudiera morir él mismo entonces 191,

Después de haber recogido así y cotejado todas las acciones del duque, no puedo condenarle; aun me parece que puedo, como lo he hecho, proponerle por modelo a cuantos la fortuna o ajenas armas elevaron a la soberanía 192, Con las relevantes prendas y profundas miras que él tenía, no podía conducirse de diferente modo 193,

  1. No tuvieron sus designios más obstáculos reales que la breve vida de Alejandro y su propia enfermedad 194,
  2. El que tenga, pues, por necesario, en su nuevo principado 195, asegurarse de sus enemigos, ganarse nuevos amigos, triunfar por medio de la fuerza o fraude, hacerse amar y temer de los pueblos, seguir y respetar de los soldados, mudar los antiguos estatutos en otros recientes, desembarazarse de los hombres que pueden y deben perjudicarle, ser severo y agradable, magnánimo y liberal, suprimir la tropa infiel, y formar otra nueva, conservar la amistad de los reyes y príncipes, de modo que ellos tengan que servirle con buena gracia, o no ofenderle más que con miramiento, aquél, repito, no puede hallar ejemplo ninguno más fresco que las acciones de este duque, a lo menos hasta la muerte de su padre 196,

Su política cayó después gravemente en falta cuando, a la nominación del sucesor de Alejandro, dejó hacer el duque una elección adversa para sus intereses en la persona de Julio II 197, No le era posible la creación de un Papa de su gusto 198 ; pero teniendo la facultad de impedir que éste o aquel fueran papas, no debía permitir jamás que se confiriera el pontificado a ninguno de los cardenales a quienes él había ofendido, o de aquellos que, hechos pontífices, tuvieran motivos de temerle 199, porque los hombres ofenden por miedo o por odio.

Los cardenales a quienes él había ofendido eran, entre otros, el de San Pedro esliens, los cardenales Colonna, de San Jorge y Escagne 200, Elevados una vez todos los demás al pontificado, estaban en el caso de temerle 201, excepto el cardenal de Ruán, a causa de su fuerza, supuesto que tenía por sí el reino de Francia, y los cardenales españoles, con los que estaba confederado y que le debían favores 202,

Así el duque debía, ante todas cosas, hacer elegir por Papa a un español; y si no podía hacerlo, debía consentir en que fuera elegido el cardenal de Ruán, y no el de San Pedro esliens. Cualquiera que cree que los nuevos beneficios hacen olvidar a los eminentes personajes las antiguas injurias 203 camina errado.

Al tiempo de esta elección, cometió el duque, pues, una grave falta, y tan grave que ella ocasionó su ruina. De los que llegaron al principado por medio de maldades Pero como uno, de simple particular, llega a ser también príncipe de otros dos modos, sin deberlo todo a la fortuna o valor, no conviene que omita yo aquí el tratar de uno y otro de estos dos modos, aunque puedo reservarme el discurrir con más extensión sobre el segundo, al tratar de las repúblicas 204,

El primero es cuando un particular se eleva por una vía malvada y detestable al principado 205, y el segundo cuando un hombre llega a ser príncipe de su patria con el favor de sus conciudadanos 206, En cuanto al primer modo, presenta la historia de dos ejemplos suyos: el uno antiguo, y el otro moderno.

  • Me ceñiré a citarlos sin profundizar de otro modo la cuestión, porque soy de parecer que ellos dicen bastante para cualquiera que estuviera en el caso de imitarlos 207,
  • El primer ejemplo es del siciliano Agatocles, quien, habiendo nacido en una condición no solamente ordinaria, sino también baja y vil, llegó a empuñar, sin embargo, el cetro de Siracusa 208,

Hijo de un alfarero, había tenido en todas las circunstancias una conducta reprensible 209 ; pero sus perversas acciones iban acompañadas de tanto vigor corporal y fortaleza de ánimo 210 que habiéndose dado a la profesión militar ascendió, por los diversos grados de la milicia, hasta el de pretor de Siracusa 211,

  1. Luego que se hubo visto elevado a este puesto, resolvió hacerse príncipe, y retener con violencia, sin ser deudor de ello a ninguno, la dignidad que él había recibido del libre consentimiento de sus conciudadanos 212,
  2. Después de haberse entendido a este efecto con el general cartaginés Amílcar, que estaba en Sicilia con su ejército 213, juntó una mañana al pueblo y Senado de Siracusa, como si tuviera que deliberar con ellos sobre cosas importantes para la República; y dando en aquella Asamblea a sus soldados la señal acordada, les mandó matar a todos los senadores y a los más ricos ciudadanos que allí se hallaban.

Librado de ellos, ocupó y conservó el principado de Siracusa sin que se manifestara guerra ninguna civil contra él 214, Aunque se vio, después, dos veces derrotado y aun sitiado por los cartagineses, no solamente pudo defender su ciudad, sino que también, habiendo dejado una parte de sus tropas para custodiarla, fue con otra a atacar la África; de modo que en poco tiempo libró Siracusa sitiada y puso a los cartagineses en tanto apuro que se vieron forzados a tratar con él, se contentaron con la posesión del África y le abandonaron enteramente la Sicilia 215,

Si consideramos sus acciones y valor, no veremos nada o casi nada que pueda atribuirse a la fortuna. No con el favor de ninguno, como lo he dicho más arriba, sino por medio de los grados militares adquiridos a costa de muchas fatigas y peligros, consiguió la soberanía 216 ; y si se mantuvo en ella por medio de una infinidad de acciones tan peligrosas como estaban llenas de valor 217, no puede aprobarse ciertamente lo que él hizo para conseguirla.

La matanza de sus conciudadanos, la traición de sus amigos, su absoluta falta de fe, de humanidad y religión, son ciertamente medios con los que uno puede adquirir el imperio; pero no adquiere nunca con ellos ninguna gloria 218, No obstante esto, si consideramos el valor de Agatocles en el modo con que arrostra con los peligros y sale de ellos, y la sublimidad de su ánimo en soportar y vencer los sucesos que le son adversos 219, no vemos por qué le tendríamos por inferior al mayor campeón de cualquiera especie 220,

Pero su feroz crueldad y despiadada inhumanidad, sus innumerables maldades, no permiten alabarle, como si él mereciera ocupar un lugar entre los hombres insignes más eminentes 221 ; y vuelvo a concluir que no puede atribuirse a su fortuna ni valor lo que él adquirió sin uno ni otro 222, El segundo ejemplo más inmediato a nuestros tiempos es el de Oliverot de Fermo 223,

Después de haber estado, durante su niñez, en poder de su tío materno, Juan Fogliani, fue colocado por éste en la tropa del capitán Paulo Viteli 224, a fin de llegar allí bajo un semejante maestro a algún grado elevado en las armas. Habiendo muerto después Paulo, y sucediéndole su hermano Viteloro en el mando, peleó bajo sus órdenes Oliverot; y como él tenía talento, siendo por otra parte robusto de cuerpo y sumamente valeroso, llegó a ser en breve tiempo el primer hombre de su tropa.

Juzgando entonces que era una cosa servil el permanecer confundido entre el vulgo de los capitanes, concibió el proyecto de apoderarse de Fermo, con la ayuda de Viteloro, y de algunos ciudadanos de aquella ciudad que tenían más amor a la esclavitud que a la libertad de su patria 225, En su consecuencia escribió, desde luego, a su tío Juan Fogliani, que era cosa natural que, después de una tan dilatada ausencia, quisiera volver él para abrazarle, ver su patria, reconocer en algún modo su patrimonio, y que iba a volver a Fermo; más que para adquirir algún honor, y queriendo mostrar a sus conciudadanos que él no había malogrado el tiempo bajo este aspecto, creía deber presentarse de un modo honroso, acompañado de cien soldados de a caballo, amigos suyos, y de algunos servidores 226,

Le rogó, en su consecuencia, que hiciera de modo que le recibieran los ciudadanos de Fermo con distinción, que no habiéndose fatigado durante tan larga ausencia «en atención a que, le decía, un semejante recibimiento no solamente le honraría a él mismo, sino que también redundaría en gloria de su tío, supuesto que él era su discípulo».

  1. Juan no dejó de hacerle los favores que él solicitaba, y a los que le parecía ser acreedor su sobrino.
  2. Hizo que le recibieran los habitantes de Fermo con honor, y le hospedó en su palacio.
  3. Oliverot, después de haberlo dispuesto todo para la maldad que él estaba premeditando, dio en él una espléndida comida a la que convidó a Juan Fogliani y todas las personas más visibles de Fermo 227,

Al fin de la comida, y cuando, según el estilo, no se hacía más que conversar sobre cosas de que se habla comúnmente en la mesa, hizo recaer Oliverot diestramente la conversación sobre la grandeza de Alejandro VI y de su hijo César, como también sobre sus empresas.

Mientras que él respondía a los discursos de los otros, y que los otros replicaban a los suyos, se levantó de repente diciendo que era una materia de que no podía hablarse más que en el más oculto lugar; y se retiró a un cuarto particular, al que Fogliani y todos los demás ciudadanos visibles le siguieron.

Apenas se hubieron sentado allí, cuando, por salidas ignoradas de ellos, entraron diversos soldados que los degollaron a todos, sin perdonar a Fogliani. Después de esta matanza, Oliverot montó a caballo, recorrió la ciudad, fue a sitiar en su propio palacio al principal magistrado, tan bien que poseídos del temor todos los habitantes se vieron obligados a obedecerle y formar un nuevo gobierno cuyo soberano se hizo él 228,

Librado Oliverot por este medio de todos aquellos hombres cuyo descontento podía serle temible 229, fortificó su autoridad con nuevos estatutos civiles 230 y militares 231, de modo que en el espacio de un año que él poseyó la soberanía 232 no solamente estuvo seguro en la ciudad de Fermo, sino que también se hizo formidable a todos sus vecinos; y hubiera sido tan inexpugnable como Agatocles si no se hubiera dejado engañar de César Borgia cuando, en Sinigaglia, sorprendió éste, como lo llevo dicho, a los Ursinos y Vitelios.

Habiendo sido cogido Oliverot mismo en esta ocasión, un año después de su parricidio 233, le dieron garrote con Vitellozo, que había sido su maestro de valor y maldad 234, Podría preguntarse por qué Agatocles y algún otro de la misma especie pudieron, después de tantas traiciones e innumerables crueldades, vivir por mucho tiempo seguros en su patria y defenderse de los enemigos exteriores sin ejercer actos crueles; como también por qué los conciudadanos de éste no se conjuraron nunca contra él, mientras que haciendo otros muchos uso de la crueldad, no pudieron conservarse jamás en sus Estados, tanto en tiempo de paz como en el de guerra.

  • Creo que esto dimana del buen o del mal uso que se hace de la crueldad.
  • Podemos llamar buen uso los actos de crueldad -si, sin embargo, es lícito hablar bien del mal- que se ejercen de una vez 235, únicamente por la necesidad de proveer a su propia seguridad 236, sin continuarlos después 237, y que al mismo tiempo trata uno de dirigirlos, cuanto es posible, hacia la mayor utilidad de los gobernados 238,

Los actos de severidad mal usados son aquellos que, no siendo más que en corto número a los principios, van siempre aumentándose, y se multiplican de día en día, en vez de disminuirse y de mirar a su fin 239, Los que abrazan el primer método pueden, con los auxilios divinos y humanos, remediar, como Agatocles, la incertidumbre de su situación.

En cuanto a los demás, no es posible que ellos se mantengan 240, Es menester, pues, que el que toma un Estado haga atención, en los actos de rigor que le es preciso hacer, a ejercerlos todos de una sola vez e inmediatamente 241, a fin de no estar obligado a volver a ellos todos los días, y poder, no renovándolos, tranquilizar a sus gobernados, a los que ganará después fácilmente haciéndoles bien.

El que obra de otro modo por timidez, o siguiendo malos consejos 242, está precisado siempre a tener la cuchilla en la mano 243 ; y no puede contar nunca con sus gobernados, porque ellos mismos, con el motivo de que está obligado a continuar y renovar incesantemente semejantes actos de crueldad, no pueden estar seguros con él.

  1. Por la misma razón que los actos de severidad deben hacerse todos juntos, y que dejando menos tiempo para reflexionar en ellos ofenden menos 244 ; los beneficios deben hacerse poco a poco, a fin de que se tenga lugar para saborearlos mejor 245,
  2. Un príncipe debe, ante todas cosas, conducirse con sus gobernados de modo que ninguna casualidad, buena o mala, le haga variar 246, porque si acaecen tiempos penosos, no le queda ya lugar para remediar el mal 247 ; y el bien que hace entonces, no se convierte en provecho suyo 248,

Le miran como forzoso, y no te lo agradecen. Vengamos al segundo modo con que un particular puede hacerse príncipe sin valerse de crímenes ni violencias intolerables 249, Es cuando, con el auxilio de sus conciudadanos, llega a reinar en su patria. Pues bien, llamo civil este principado.

Para adquirirle, no hay necesidad ninguna de cuanto el valor o fortuna pueden hacer, sino más bien de cuanto una acertada astucia puede combinar 250, Pero digo que no se eleva uno a esta soberanía con el favor del pueblo o el de los grandes 251, En cualquiera ciudad hay dos inclinaciones diversas, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no ser dominado ni oprimido por los grandes; y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo.

Del choque de ambas inclinaciones, dimana una de estas tres cosas: o el establecimiento del principado, o el de la república, o la licencia y anarquía. En cuanto al principado, se promueve su establecimiento por el pueblo o por los grandes, según que el uno u otro de estos dos partidos tienen ocasión para ello.

  • Cuando los magnates ven que ellos no pueden resistir al pueblo 252, comienzan formando una gran reputación a uno de ellos 253, y dirigiendo todas las miradas hacia él hacerlo después príncipe 254, a fin de poder dar, a la sombra de su soberanía, rienda suelta a sus inclinaciones.
  • El pueblo procede del mismo modo con respecto a uno solo, cuando ve que no puede resistir a los grandes, a fin de que le proteja su autoridad 255,

El que consigue la soberanía con el auxilio de los grandes se mantiene con más dificultad que el que la consigue con el del pueblo 256 ; porque siendo príncipe, se halla cercado de muchas gentes que se tienen por iguales con él 257, y no puede mandarlas ni manejarlas a su discreción.

Pero el que llega a la soberanía con el favor popular 258 se halla sólo en su exaltación; y entre cuantos le rodean, no hay ninguno, o más que poquísimos a lo menos, que no estén prontos a obedecerle 259, Por otra parte, no se puede con decoro, y sin agraviar a los otros, contentar los deseos de los grandes 260,

Pero contenta uno fácilmente los del pueblo, porque los deseos de éste tienen un fin más honrado que el de los grandes, en atención a que los últimos quieren oprimir, y que el pueblo limita su deseo a no serlo. Añádase a esto que, si el príncipe tiene por enemigo al pueblo, no puede estar jamás en seguridad; porque el pueblo se forma de un grandísimo número de hombres.

Siendo poco numerosos los magnates, es posible asegurarse de ellos más fácilmente. Lo peor que el príncipe tiene que temer de un pueblo que no le ama es el ser abandonado por él; pero si le son contrarios los grandes, debe temer no solamente verse abandonado, sino también atacado y destruido por ellos; porque teniendo estos hombres más previsión y astucia, emplean bien el tiempo para salir de aprieto, y solicitan dignidades al lado de aquel al que esperan ver reinar en su lugar 261,

Además, el príncipe está en la necesidad de vivir siempre con este mismo pueblo; pero puede obrar ciertamente sin los mismos magnates, supuesto que puede hacer otros nuevos y deshacerlos todos los días; como también darles crédito, o quitarles el que tienen, cuando esto le acomoda 262,

  1. Para aclarar más lo relativo a ellos, digo que los grandes deben considerarse bajo dos aspectos principales o se conducen de modo que se unan en un todo con la fortuna u obran de modo que se pasen sin ella.
  2. Los que se enlazan con la fortuna, si no son rapaces 263, deben ser honrados y amados.
  3. Los otros que no se unen a ti personalmente, pueden considerarse bajo dos.

aspectos: o se conducen así por pusilanimidad o una falta de ánimo, y entonces debes servirte de ellos como de los primeros, especialmente cuando te dan buenos consejos, porque te honran en tu prosperidad, y no tienes que temer nada de ellos en la adversidad 264,

Pero los que no se empeñan más que por cálculo o por causa de ambición 265, manifiestan que piensan más en sí que en ti. El príncipe debe estar sobre sí contra ellos y mirarlos como a enemigos declarados, porque en su adversidad ayudarán a hacerle caer 266, Un ciudadano hecho príncipe con el favor del pueblo debe tirar a conservarse su afecto; lo cual le es fácil porque el pueblo le pide únicamente el no ser oprimido.

Pero el que llegó a ser príncipe con la ayuda de los magnates y contra el voto del pueblo, debe, ante todas cosas, tratar de conciliársele; lo que le es fácil cuando le toma bajo su protección 267, Cuando los hombres reciben bien de aquel de quien no esperaban más que mal, se apegan más y más a él 268,

  • Así, pues, el pueblo sometido por un nuevo príncipe que se hace bienhechor suyo, le coge más afecto que si él mismo, por benevolencia, le hubiera elevado a la soberanía.
  • Luego el príncipe puede conciliarse el pueblo de muchos modos; pero éstos son tan numerosos y dependen de tantas circunstancias variables, que no puedo dar una regla fija y cierta sobre este particular.

Me limito a concluir que es necesario que el príncipe tenga el afecto del pueblo 269, sin lo cual carecerá de recurso en la adversidad 270, Nabis, príncipe nuevo entre los espartanos, sostuvo el sitio de toda la Grecia y de un ejército romano ejercitado en las victorias; defendió fácilmente contra uno y otro su patria y Estado, porque le bastaba, a la llegada del peligro, el asegurarse de un corto número de enemigos interiores.

Pero no hubiera logrado él estos triunfos, si hubiera tenido al pueblo por enemigo. ¡Ah!, no se crea impugnar la opinión que estoy sentado aquí, con objetarme aquel tan repetido proverbio «que el que se fía en el pueblo, edifica en la arena» 271, Esto es verdad, cenfiésolo, para un ciudadano privado, que, contento en semejante fundamento, creyera que le libraría el pueblo, si él se viera oprimido por sus enemigos o los magistrados.

En cuyo caso, podría engañarse a menudo en sus esperanzas, como esto sucedió en Roma a los Gracos y en Florencia a mosén Jorge Scali. Pero si el que se funda sobre el pueblo es príncipe suyo; si puede mandarle y que él sea hombre de corazón, no se atemorizará en la adversidad; si no deja de hacer, por otra parte, las conducentes disposiciones, y que mantenga con sus estatutos y valor el de la generalidad de los ciudadanos, no será engañado jamás por el pueblo, y reconocerá que los fundamentos que él se ha formado con éste, son buenos 272,

  • Estas soberanías tienen la costumbre de peligrar, cuando uno las hace subir del orden civil al de una monarquía absoluta, porque el príncipe manda entonces o por sí mismo o por el intermedio de sus magistrados.
  • En este postrer caso, su situación es más débil y peligrosa, porque depende enteramente de la voluntad de los que ejercen las magistraturas, y que pueden quitarle con una grande facilidad el Estado, ya sublevándose contra él, ya no obedeciéndole 273,

En los peligros, semejante príncipe no está ya a tiempo de recuperar la autoridad absoluta, porque los ciudadanos y gobernados que tienen la costumbre de recibir las órdenes de los magistrados, no están dispuestos, en estas circunstancias críticas, a obedecer a las suyas 274 ; y que en estos tiempos dudosos carece él siempre de gentes en quienes pueda fiarse 275,

  • Semejante príncipe no puede fundarse sobre lo que él ve en los momentos pacíficos, cuando los ciudadanos necesitan del Estado; porque entonces cada uno vuela, promete y quiere morir por él, en atención a que está remota la muerte 276,
  • Pero en los tiempos críticos, cuando el Estado necesita de los ciudadanos, no se hallan más que poquísimos de ellos.
You might be interested:  En Tiempo De Escasez Biblia?

Esta experiencia es tanto más peligrosa cuanto uno no puede hacerla más que una vez 277 ; en su consecuencia, un prudente príncipe debe imaginar un modo, por cuyo medio sus gobernados tengan siempre, en todo evento y circunstancias de cualquier especie, una grandísima necesidad de su principado 278,
Ver respuesta completa

¿Qué es el amor para Maquiavelo?

2. Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen. – El amor es un estado emocional que puede hacer que ciertas personas se tomen algunas confianzas, y por ello, según Maquiavelo, no siempre es indicado para un buen dirigente.
Ver respuesta completa

¿Quién fue el que dijo que el fin justifica los medios?

Desde el punto de vista de la moral pública, ‘el fin justifica los medios ‘, una frase asociada tradicionalmente al Maquiavelo de El Príncipe, dista mucho de ser un principio válido.
Ver respuesta completa

¿Cuál fue el primer nombre del idioma español?

Latín hispánico Entre el siglo III a.
Ver respuesta completa

¿Cuál fue el primer lenguaje de la humanidad?

¿Cuál es el idioma más antiguo del mundo? | Explora Publicado 26 May 2014 – 11:46 AM EDT | Actualizado 2 Abr 2018 – 09:15 AM EDT Existen unos seis mil quinientos idiomas en el mundo, algunos más extendidos que otros e incluso, hablados en casi todo el mundo, como el Inglés.

Pero existe una pregunta que atormenta a los especialistas desde hace siglos: ¿cuál fue el primer idioma hablado por la humanidad? Hay distintas teorías y pruebas que tienen diferentes interpretaciones. Este artículo repasa algunas de ellas para que puedas sacar tus propias conclusiones. La comunicación es una necesidad humana.

Piénsalo un segundo: nuestros pensamientos se organizan en palabras y desde el momento en que nacemos, debemos utilizar todo tipo de sonidos y gestos para que se nos alimente y atienda. Hay quienes dicen que los bebés son capaces de entender cualquier idioma, porque, después de todo, la comunicación es mucho más que palabras.

Según la Biblia, todos los hombres hablaban una misma lengua y empleaban las mismas palabras. Se pusieron de acuerdo para construir una torre que llegara al cielo, pero al ver su obra, Dios se ofendió por el orgullo y la insolencia de sus hijos y decidió confundirlos, cambiando sus lenguas. Ellos ya no pudieron entenderse y acabaron dispersándose por toda la Tierra.

Este es el origen bíblico de los diferentes idiomas. La teoría de la protolengua también sostiene que existió un único idioma, aunque lo explica de manera diferente. Este lenguaje original dataría de entre cien mil y doscientos mil años atrás y ha sido llamado y es el hipotético ancestro común de todos los idiomas del mundo,

Esta hipótesis se denomina monogénesis, es decir, un sólo origen. El primer científico en publicarla fue el lingüista italiano Alfredo Trombetti en 1905. Cuando pensamos en idiomas, o al menos a mí me pasó cuando analizaba cómo enfocar este tema, lo primero que se me vino a la mente fue mi profesora de historia y la escritura sumeria,

Los testimonios más antiguos de lenguaje escrito, hasta el momento, son las tabletas de piedra sumerias, encontradas en la Baja Mesopotamia y que datan del año 3.500 antes de Cristo. También hay registros encontrados en China que tienen la misma antigüedad, pero como imaginarán, estas impresiones hechas sobre arcilla, piedra o hueso, son muy posteriores al origen de los primeros idiomas.

  • La hipótesis de que existe un único idioma a partir del cual nacieron todos los demás es muy cuestionada y de hecho, existe muy poca evidencia a su favor.
  • Para que exista una lengua madre, debió existir un pequeño grupo humano del cual evolucionó el resto de la humanidad, algo que todavía se debate.
  • Quienes cuestionan la existencia de un único idioma, creen que las lenguas humanas pudieron nacer en varias comunidades independientemente, por lo que las lenguas actuales procederían de diferentes fuentes.

Según esta hipótesis, hubo brotes lingüísticos independientes en cada lugar donde se iban estableciendo humanos sin tener previamente ningún habla. Siguiendo esta lógica, el humano habría dejado África sin idioma y después de establecerse en Oriente Medio, Europa, Asia y América, fueron surgiendo los distintos grupos lingüísticos actuales y extintos.
Ver respuesta completa

¿Cuál es la lengua más antigua de la humanidad?

Conoce el sumerio, el idioma más antiguo del mundo Si echamos la vista atrás, existen numerosas lenguas cuyo origen se remonta a cientos de años antes de Cristo, e incluso siglos. Pues bien, los expertos han concluido que el sumerio es el idioma escrito más antiguo del que la humanidad tiene constancia. En este artículo conocerás la importancia que se esconde tras la misteriosa lengua sumeria.
Ver respuesta completa

¿Dónde se origina el latín vulgar?

La lengua que se habla hoy en día se derivó del antiguo Imperio Romano, llamándole latín vulgar, hablado por el pueblo y el latín clásico, hablado por los escritores. Aunque en cada lugar del mundo que se habla el castellano hay diferencias regionales, la lengua es una: el castellano o español.
Ver respuesta completa

¿Cómo se creó el latín vulgar?

A estas alturas, todo el mundo sabe aquello de que el español proviene del latín (al igual que las lenguas romances, como el francés, el italiano o el rumano ), y que este a su vez desciende del protoindoeuropeo, Sin embargo, cuando uno habla de latín en general, lo normal es que se esté refiriendo al latín clásico (o algo más extenso como el preclásico, clásico, posclásico), es decir, el latín que empleaban los grandes autores en sus obras.
Ver respuesta completa

¿Quién propago el latín vulgar?

Jorge Fernández Jaén 1. La Romanización de la Península Ibérica El Imperio Romano fue, sin duda, el mayor imperio del mundo antiguo. Se fue creando poco a poco a partir de la expansión de su capital, Roma, y pretendió conquistar todo el mundo conocido, es decir, todos los países próximos al Mar Mediterráneo, llamado mare nostrum por los antiguos romanos. Así, en su momento de máxima expansión durante el reinado de Trajano, el Imperio Romano se extendía desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sáhara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia (actual Escocia), en Gran Bretaña, al norte. En consecuencia, recibe el nombre de romanización el proceso a través del cual el Imperio Romano fue conquistando, sometiendo e integrando a su sistema político, lingüístico y social a todos los pueblos y territorios que fue encontrando a su paso. El fenómeno de la romanización es de una importancia histórica absolutamente fundamental puesto que gracias a él un amplio territorio de la antigua Europa pudo compartir una misma base social, cultural, administrativa y lingüística. Por lo que se refiere a la conquista y romanización de la Península Ibérica, ésta se inició en el año 218.a.C., al iniciarse la segunda guerra púnica con el desembarco de los Escipiones en Emporion (hoy Ampurias, en la provincia de Gerona). Desde el mismo instante en que los romanos se introdujeron en la península, empezaron a sucederse las conquistas. Así, por ejemplo, hacia el 209 a.C. Cornelio Escipión tomó la ciudad de Cartago Nova y poco después Gadir, antigua colonia fenicia, cayó en manos romanas en el año a.C. No obstante, el proceso de conquista de Hispania no fue rápido debido a la resistencia que opusieron algunos de los lugares conquistados; por ello, la colonización de toda la península duró dos siglos ya que sólo finalizó de modo definitivo en el año 19 a.C. (época de Augusto) con el sometimiento al norte de cántabros y astures. Puede considerarse que la romanización determinó y fijó el destino de Hispania, destino dudoso hasta entonces debido a las entrecortadas influencias oriental, helénica, celta y africana que había tenido. La romanización hispánica se produjo con una base social distinta de la que se había partido para conquistar territorios más próximos a Roma. A la Península Ibérica llegan colonos, soldados, comerciantes de todo tipo, funcionarios de la administración, arrendatarios e incluso gentes de baja estima social, lo que evidentemente condicionó el latín hablado en esta nueva provincia romana. Roma también llevó a cabo un reajuste de tipo administrativo de las antiguas provincias Citerior y Ulterior (que habían sido creadas en el año 197 a.C., cuando las autoridades romanas dividen el territorio hispano y lo consideran, definitivamente, una parte más del imperio); así, una parte de la Ulterior quedó anexionada por la Citerior, que ahora se llamará Tarraconense (considerada provincia imperial). El resto de la Ulterior se subdividió en dos nuevas provincias; por un lado, la Baetica y por otro la Lusitania, Además, la organización social de Hispania refleja la misma estructura social que el resto del imperio (al menos en un primer momento); de este modo, la población ( cives ) se dividía en ciudadanía plena y libre ( romani ), ciudadanía con libertad limitada ( latini ), habitantes libres ( incolae ) sin derecho a ciudadanía, los libertos ( liberti ) y los esclavos ( servi ). Con el paso del tiempo y a medida que la romanización se fue asentando, los nativos fueron obteniendo progresivamente el derecho de ciudadanía, hasta que en el S. III d.C. (época de Caracalla) se generalizó este derecho para la totalidad de la población del Imperio. Naturalmente, en el momento en que una nueva zona era anexionada, se implantaba también en ella, además de la estructura social, la estructura militar, técnica, cultural, urbanística, agrícola y religiosa que había en Roma, lo que garantizaba la cohesión del imperio. Por lo que respecta a la latinización (adopción del latín como lengua por parte de los pueblos colonizados en detrimento de sus lenguas autóctonas) hay que decir que no fue un proceso agresivo ni forzado: bastó el peso de las circunstancias. Los habitantes colonizados vieron rápidamente las ventajas de hablar la misma lengua que los invasores puesto que de ese modo podían tener un acceso más eficaz a las nuevas leyes y estructuras culturales impuestas por la metrópoli. Además, los nuevos habitantes del Imperio sentían de forma casi unánime que la lengua latina era más rica y elevada que sus lenguas vernáculas, por lo que la situación de bilingüismo inicial acabó convirtiéndose en una diglosia que terminó por eliminar las lenguas prerromanas. Por tanto, fueron los hablantes mismos, sin recibir coacciones por parte de los colonos, quienes decidieron sustituir sus lenguas maternas por el latín. No obstante, hubo en Hispania una excepción a este respecto, ya que los hablantes de la lengua vasca nunca dejaron de utilizarla, lo que permitió que sobreviviera, fenómeno de lealtad lingüística que se dio en varias partes del Imperio, como en Grecia, que nunca perdió el griego pese a su fuerte romanización. En definitiva, la romanización dotó de una identidad estable a Hispania y la introdujo de lleno en un Imperio que había de ser decisivo en la evolución de la Historia de la Humanidad. Con el paso del tiempo, Hispania también aportó grandes beneficios culturales al mundo latino, sobre todo en el campo de las letras. Así, tenemos retóricos de Hispania como Porcio Latrón, Marco Anneo Séneca y Quintiliano. También pertenecen a esta parte del Imperio escritores latinos tan importantes como Lucio Anneo Séneca, Lucano y Marcial, que escribieron obras muy relevantes en las que algunos críticos han visto los rasgos fundacionales del espíritu de la cultura y la literatura españolas. El latín, al igual que todas las demás lenguas, tenía variedades lingüísticas relacionadas con factores dialectales ( variedades diatópicas ), con factores socioculturales ( variedades diastráticas ), con factores históricos y evolutivos ( variedades diacrónicas ) y con factores relacionados con los distintos registros expresivos ( variedades diafásicas ); pues bien, el latín vulgar (también llamado latín popular, latín familiar, latín cotidiano o latín nuevo ) era la variante oral del latín, es decir, el latín que utilizaban los romanos (fueran cultos, semicultos o analfabetos) en la calle, con la familia y, en general, en los contextos relajados. Se trata, por tanto, de un latín que se aleja del latín clásico y normativo debido a la espontaneidad y viveza que le otorga su naturaleza oral y cotidiana. Esta variante diafásica de la lengua latina es de vital importancia puesto que es de ella (y no del latín culto de la literatura y los registros formales) de donde van a proceder las lenguas romances o románicas, y más en concreto del latín vulgar del período tardío ( S. II-VI). A principios del S. XX, el gran filólogo D. Ramón Menéndez Pidal empezó a estudiar el latín vulgar guiado por la intuición de que debía ser en esa variante en la que se encontrasen las pautas para poder reconstruir y entender el origen del español y del resto de lenguas romances. Desde entonces, las investigaciones realizadas en el terreno de la Filología Románica han permitido entender mucho mejor el origen de estas lenguas. No obstante, un problema se plantea de inmediato: ¿cómo estudiar una variante lingüística que es oral y que se distancia mucho de las variantes escritas? ¿De dónde se puede extraer información? Los filólogos que se han ocupado de este asunto han sido capaces, con el tiempo, de hallar algunos materiales muy valiosos. Fuentes para el conocimiento del latín vulgar Dado que el latín vulgar era oral y evanescente y que sólo se empleaba en contextos relajados, ¿de dónde podemos obtener información acerca de sus características? Es evidente que no existe ningún texto escrito en latín vulgar; a lo sumo, tenemos textos en los que se encuentran algunos vulgarismos dispersos, perdidos entre el estilo lujoso y cuidado que caracteriza a la literatura latina. No obstante, gracias a los vulgarismos que se pueden rescatar de algunas obras cultas (incluidos en ellas por razones muy variadas) y a algunos textos escritos por personas no demasiado cultivadas, la filología ha podido reunir un conjunto de materiales relativamente amplio. Veamos a continuación cuáles son las principales fuentes para conocer el latín vulgar. a) Obras de gramáticos latinos. Son muchos los autores latinos que, en su afán de purismo, reprenden y denuncian determinadas pronunciaciones incorrectas. El primero de los autores que censuró estos errores fue Apio Claudio (hacia el 300 a.C.), seguido por muchos otros, como Virgilio Marón de Tolosa ( S. VII) o el historiador lombardo Pablo Diácono (740-801). Con todo, las correcciones expresivas que señalan estos autores hay que tomarlas con prudencia, ya que muchas de ellas son arbitrarias e incluso abiertamente irreales. La obra más importante de este conjunto es, sin ninguna duda, el llamado Appendix Probi (¿ S. IV a.C. ?), llamado así porque se conserva en el mismo manuscrito que un tratado del gramático Probo. Es una especie de «gramática de errores» que cataloga y corrige 227 palabras y fórmulas tenidas por incorrectas, como por ejemplo las siguientes: vetulus non veclus, miles non milex, auris non oricla, mensa non mesa, etc. Lo relevante es que gracias a este texto se ha podido constatar que muchas palabras de las lenguas románicas han evolucionado a partir de la forma vulgar y no de la normativa. b) Glosarios latinos. Se trata de vocabularios muy rudimentarios, generalmente monolingües, que traducen palabras y giros considerados como ajenos al uso de la época ( glossae o lemmata ) por expresiones más corrientes ( interpretamenta ). El más antiguo de ellos es el glosario de Verrius Flaccus, De verborum significatione, del tiempo de Tiberio, pero que sólo es conocido por un resumen de Pompeius Festus (¿ S. III?). También es muy conocido el lexicógrafo latino Isidoro de Sevilla (hacia 570-636), autor de Origines sive etymologiae, obra en la que aparecen muchas noticias sobre el latín tardío y popular, tanto de España como de otros lugares. También pertenecen a este tipo de textos las famosas Glosas Emilianenses (de San Millán, provincia de Logroño, ¿mitad del S. X?) y las Glosas de Silos (Castilla, S. X), donde se encuentran voces como lueco (español luego ) o sepat (español sepa, subjuntivo del verbo saber ). c) Inscripciones latinas. Las inscripciones son una fuente muy interesante para conocer variantes poco cuidadas del latín. Conservamos en la actualidad inscripciones muy variadas, en las que pueden leerse todo tipo de textos: dedicatorias a divinidades, proclamas públicas, anuncios privados, textos honoríficos, etc. La mayoría de ellas están grabadas, aunque también las hay pintadas e incluso trazadas a punzón. d) Autores latinos antiguos, clásicos y de la «edad de plata» (desde la muerte de Augusto hasta el año 200). Son muchos los escritores romanos que reprodujeron en sus obras estilos descuidados o familiares. Por ejemplo, Cicerón solía utilizar en sus cartas personales muchas expresiones coloquiales como mi vetule ( mi viejo ). Por otro lado, muchos dramaturgos, como Plauto, ofrecen en sus obras diálogos llanos, propios de la gente del pueblo más iletrado. Lo mismo sucede cuando un autor relata alguna anécdota curiosa, sobre todo si el protagonista de la misma pertenece a una baja clase social (como se ve en las obras de Horacio, Juvenal, Persio o Marcial). Por último, merece una especial atención El satiricón (60 a.C.) de Petronio, especie de novela picaresca repleta de charlatanes vulgares y obscenos. e) Tratados técnicos. En algunos textos técnicos se pueden apreciar ciertas imprecisiones expresivas. Por ejemplo, M. Vitrubio Polión escribió un tratado de arquitectura en tiempos de Augusto y pidió excusas por su escasa corrección lingüística. También son dignos de mención muchos autores de tratados de agricultura, como Catón el viejo, Varrón y Columela (bajo Tiberio y Claudio) que tienen, en general, pocos conocimientos gramaticales. Especialmente valiosas, a causa de su lengua repleta de elementos populares, son las obras técnicas de baja época, tales como la Mulomedicina de Chironis, tratado de veterinaria de la segunda mitad del S. IV repleto de vulgarismos. f) Historias y crónicas a partir del S. VI. Se trata de obras toscas y sin pretensiones literarias, redactadas en un latín muy descuidado. Tenemos la Historia Francorum, de Gregorio, obispo de Tours (538-594); el Chronicarum libri IV, de Fredegarius (obra escrita en realidad por varios autores anónimos que relata la historia de los Francos); el Liber historiae Francorum, que se tiene por anónimo, aunque pudo ser compuesto por un monje de Saint-Denis en el 727; y, por fin, las compilaciones de historia gótica y universal de Alain Jordanès ( S. VI), obra fundamental en su género. g) Leyes, diplomas, cartas y formularios. La lengua de estos textos es híbrida y sorprendente, mezcla de elementos populares y reminiscencias literarias. Hay que recalcar que las cartas y diplomas originales tienen el mérito de estar desprovistos de correcciones que alteran los manuscritos de los textos literarios. En Galia se trata de documentos relativos a la corte de los reyes merovingios; en Italia son edictos y actas redactados bajo los reyes lombardos ( S. VI-VII); en España, tales textos provienen de los reyes visigodos ( S. VI-VII) y de los siglos siguientes. h) Autores cristianos. Los cristianos de los primeros tiempos rechazaron decididamente el excesivo normativismo del latín clásico, lo que les llevó, en muchas ocasiones, a emplear un latín mucho más relajado en la redacción de sus textos. Así, este latín de los cristianos, sobre todo el de las antiguas versiones de la Biblia, estaba cuajado de expresiones y giros propios de la lengua popular, por un lado, y por otro de elementos griegos o semíticos tomados en préstamo o calcados. De hecho, los traductores de la Sagrada Escritura se preocupaban más de la inteligibilidad de la versión que del estilo, actitud utilitaria que justificaba emplear un latín desmañado siempre que fuera preciso. Fue S. Jerónimo quien, aun conservando numerosas expresiones populares, hizo una versión más pulida y literaria de la Biblia, conocida como la Vulgata, También se pueden encontrar muchos datos interesantes en la poesía cristiana del S. IV, en los himnos religiosos de la alta Edad Media (especialmente útiles para conocer detalles acerca de la pronunciación del latín de la época baja) o en las obras hagiográficas o de vida de santos, como las que escribió Gregorio de Tours, hombre más piadoso que literato. i) Papiros y cartas personales. Se han encontrado también diversos papiros y textos epistolares pertenecientes a soldados residentes en las diversas provincias del Imperio que han resultado muy útiles para conocer rasgos del latín vulgar. Gracias a todas estas fuentes, los filólogos han reunido muchos datos relativos a la forma del latín hablado en la época imperial. Sin embargo, los datos aislados no permiten obtener una visión global de cómo era el latín vulgar, por lo que, en última instancia, debe ser la gramática comparada de las lenguas romances la que revele cómo era ese latín hablado y cómo evolucionó. Hay que recordar que las lenguas evolucionadas a partir de la latina asumieron propiedades que ya se encontraban cifradas en las últimas etapas evolutivas del latín. Por ello, teniendo en cuenta cuáles son los principales rasgos de las lenguas romances (desde un punto de vista tipológico) y cuáles son las características del latín vulgar recuperadas gracias a las fuentes antes descritas, se puede reconstruir de un modo bastante fiable un modelo que explique cómo era el latín que sirvió de base para que surgieran las lenguas románicas. Características del latín vulgar El conocimiento del latín vulgar es imprescindible para poder explicar las características gramaticales de las diferentes lenguas romances. Es una tendencia general de todas las lenguas del mundo evolucionar siempre a partir de los usos más relajados y espontáneos y no a partir de los registros más cuidados y formales, vinculados casi siempre al terreno de la lengua escrita en general y literaria en particular. De hecho, son muchas las características de las lenguas romances que no tendrían explicación si no se conociera el latín vulgar, ya que se trata de rasgos que jamás hubieran podido surgir a partir del latín clásico tal y como lo conocemos. A continuación ofrecemos un listado con las características más importantes del latín vulgar. a) Orden de palabras. La construcción clásica del latín admitía fácilmente los hipérbatos y transposiciones, por lo que era muy frecuente que entre dos términos ligados por relaciones semánticas o gramaticales se intercalaran otros. Por el contrario, el orden vulgar prefería situar juntas las palabras modificadas y las modificantes. Así, por ejemplo, Petronio aún ofrece oraciones como « alter matellam tenebat argenteam », aunque, tras un largo proceso, el hipérbaton desapareció de la lengua hablada. b) Determinantes. En latín clásico los determinantes solían quedar en el interior de la frase, sin embargo, el latín vulgar propendía a una colocación en que las palabras se sucedieran con arreglo a una progresiva determinación, al tiempo que el período sintáctico se hacía menos extenso. Al final de la época imperial este nuevo orden se abría paso incluso en la lengua escrita, aunque permanecían restos del antiguo, sobre todo en las oraciones subordinadas. c) Las declinaciones. El latín era una lengua causal, con cinco declinaciones, en la que las funciones sintácticas estaban determinadas por la morfología de cada palabra. Sin embargo, ya desde el latín arcaico se constata la desestima de este modelo y se advierte que empieza a ser reemplazado por un sistema de preposiciones. El latín vulgar propició de forma definitiva este nuevo modelo, y generó nuevas preposiciones, ya que las existentes hasta ese momento eran insuficientes para cubrir todas las necesidades gramaticales. Así, se crearon muchas preposiciones nuevas, fusionando muchas veces dos preposiciones que ya existían previamente, como es el caso de detrás ( de + trans ), dentro ( de + intro ), etc. Además, la pérdida de las desinencias causales provocó importantes transformaciones en el latín vulgar, simplificando los paradigmas léxicos hasta oponer únicamente una forma singular a otra forma plural, simplificación que fue adoptada por las lenguas romances. De hecho, sólo el francés y el occitano antiguo conservaron una declinación bicausal con formas distintas para el nominativo y el llamado caso oblicuo, declinación que desapareció antes del S. XV mediante la supresión de las formas de nominativo. d) El género. También se simplificó en latín vulgar la clasificación genérica; los sustantivos neutros pasaron a ser masculinos ( tempus > tiempo ) o femeninos ( sagma > jalma ), aunque también hubo muchas vacilaciones y ambigüedades, sobre todo para los sustantivos que terminaban en – e o en consonante ( mare > el mar o la mar ). También hay que señalar que muchos plurales neutros se hicieron femeninos singulares debido a su – a final ( ligna > leña, folia > hoja ), de ahí el valor de colectividad que todavía hoy mantienen en muchos contextos (la caída de la hoja ). e) Los comparativos. En latín clásico los comparativos en – ior y los superlativos en – issimus, – a, – um (que eran construcciones sintéticas) fueron desapareciendo en favor de las construcciones vulgares analíticas, construidas a partir de magis. qua ( m ). Sólo mucho más tarde, y por vía culta, se reintrodujo el superlativo en – ísimo, – a que aún perdura en la actualidad. f) La deixis. La influencia del lenguaje coloquial, que prestaba mucha importancia al elemento deíctico o señalador, originó un profuso empleo de los demostrativos. Aumentó muy significativamente el número de demostrativos que acompañaban al sustantivo, sobre todo haciendo referencia (anafórica) a un elemento nombrado antes. En este empleo anafórico, el valor demostrativo de ille (o de ipse, en algunas regiones) se fue desdibujando para aplicarse también a todo sustantivo que se refiriese a seres u objetos consabidos; de este modo surgió el artículo definido ( el, la, los, las, lo ) inexistente en latín clásico y presente en todas las lenguas romances. A su vez, el numeral unus, empleado con el valor indefinido de alguno, cierto, extendió sus usos acompañando al sustantivo que designaba entes no mencionados antes, cuya entrada en el discurso suponía la introducción de información nueva; con este nuevo empleo de unus surgió el artículo indefinido ( un, una, unos, unas ) que tampoco existía en latín clásico. g) La conjugación. Por lo que respecta a la conjugación verbal, en latín vulgar muchas formas desinenciales fueron sustituidas por perífrasis. Así, todas las formas simples de la voz pasiva fueron eliminadas, por lo que usos como amabatur o aperiuntur fueron sustituidos por las formas amatus erat y se aperiunt, También se fueron dejando de lado los futuros del tipo dicam o cantabo, mientras cundían para expresar este tiempo perífrasis del tipo cantare habeo y dicere habeo, origen de los futuros románicos. Por otra parte, también va a ser en latín vulgar donde surja un nuevo tiempo que no existía en latín clásico: el condicional. A partir de formas perifrásticas como cantare habebam se va a ir formando este nuevo tiempo, que pasará después a todas las lenguas románicas ( cantaría ). h) Fonética. El latín vulgar experimenta diversos cambios fonéticos, muchos de los cuales van a ser decisivos para la formación de las lenguas románicas. En primer lugar, se producen diversos cambios en el sistema acentual y en el vocalismo. El latín clásico tenía un ritmo cuantitativo-musical basado en la duración de las vocales y las sílabas; no obstante, a partir del S. III empieza a prevalecer el acento de intensidad, que es el esencial en las lenguas románicas. También se produjeron cambios muy importantes en las vocales, sobre todo en lo referente al timbre, debido a la paulatina desaparición de la cantidad (duración del sonido) vocálica como elemento diferenciador. Por lo que respecta a las consonantes, el latín tardío también experimentó cambios notables, como ciertos fenómenos de asimilación y algunos reajustes en el carácter sordo o sonoro de algunos sonidos. i) El léxico. El vocabulario del latín vulgar olvidó muchos términos del latín clásico, con lo que se borraron diferencias de matiz que la lengua culta expresaba con palabras distintas. Así, grandis indicaba fundamentalmente tamaño en latín clásico, mientras que magnus aludía a las cualidades morales; sin embargo, el latín vulgar sólo conservó grandis, empleándolo para los dos valores. Pero además de todos los reajustes léxicos, el latín vulgar privilegió mucho el fenómeno de la derivación morfológica, por lo que empezaron a utilizarse muchos sufijos para expresar todo tipo de valores semánticos, como por ejemplo valores afectivos gracias a los diminutivos. Como se puede ver, en los rasgos gramaticales del latín vulgar están presentes ya las principales señas de identidad de las lenguas románicas; en el S. VI, un latín fuertemente vulgarizado morirá como lengua (quedando sólo como herramienta culta para la ciencia) y de él empezarán a surgir variantes que, con el tiempo, se convertirán en las diferentes lenguas románicas. ¿Cómo se produjo esa fragmentación del latín? ¿Qué es lo que marca las diferencias entre las distintas lenguas que surgieron de él? 3. La fragmentación del latín y el surgimiento de las lenguas romances Mucho se ha discutido acerca de la unidad de la lengua latina; mientras que algunos investigadores sostienen que el latín se mantuvo muy cohesionado y uniforme hasta su desaparición, otros aseguran que ya desde los siglos II y III había perdido su carácter unitario, por lo que se encontraba fragmentado en múltiples y variados dialectos. Lo cierto es que el latín acabó fragmentándose, dando origen a diversas lenguas nuevas; esta fragmentación, inherente en última instancia a cualquier lengua que tenga muchos hablantes, se puede explicar en el caso del latín gracias a diversos factores: a) La antigüedad de la romanización. Dependiendo de la época en que era colonizado cada territorio, llegaba a cada nuevo lugar un latín concreto, lo que tiene su importancia a la hora de entender la naturaleza de la nueva lengua que surge en cada lugar. Por ejemplo, en el caso de Hispania, el latín que llega en el año 218 a.C. es un latín que aún no había llegado a la época clásica, por lo que es lógico que muchas palabras de las lenguas románicas de la Península Ibérica se hayan formado a partir de arcaísmos pertenecientes al latín preclásico, como sucede con una voz como comer, que ha evolucionado a partir de comedere en lugar del más moderno manducare, b) La situación estratégica de Hispania. Es normal que las provincias más extremas del Imperio (las que formaron con el paso del tiempo Rumanía, España y Portugal) compartan un cierto conservadurismo léxico, debido a su lejanía geográfica con respecto a Roma, núcleo de la metrópoli y fuente de innovaciones léxicas. Este fenómeno está relacionado con la mayor o menor facilidad para llegar a las distintas provincias; cuanto más aislado estuviera un asentamiento, menos dinamismo habría en el caudal léxico de la variante del latín de esa zona, y a la inversa, con todas las repercusiones que ello conlleva. c) El nivel social y cultural de los hablantes. Los factores diastráticos también pudieron tener su importancia en la evolución del latín y en su fragmentación. d) Influencia del sustrato. Finalmente, debe tenerse en cuenta la influencia que pudieron ejercer en el latín las lenguas prerrománicas que se hablaban en los distintos lugares que fueron conquistados; aunque estas lenguas fueron, generalmente, sustituidas por la lengua del invasor, no cabe duda de que ejercieron cierta influencia en ella en forma de sustrato latente. Sin embargo, nuestro desconocimiento científico de dichas lenguas impide calibrar en su justa medida cómo fue esa influencia sustratística. Sea como fuere, el latín, la poderosa lengua del imperio más grande de la Historia de la Humanidad terminó por extinguirse definitivamente como lengua viva, dejando como herencia diversas lenguas hijas que, pasados los siglos, habían de ser tan relevantes para la ciencia y la cultura universales como lo fue su lengua madre.4. Bibliografía ——Baldinger, K. (1971): La formación de los dominios lingüísticos en la Península Ibérica, Madrid, Gredos. ——Cano Aguilar, R. (1988): El español a través de los tiempos, Madrid, Arco/Libros. ——Cano Aguilar, R. ( coord.) (2004): Historia de la lengua española, Barcelona, Ariel. ——Coseriu, E. (1977): «El problema de la influencia griega sobre el latín vulgar» en Estudios de Lingüística Románica, Madrid, Gredos, pp.264-280. ——Díaz y Díaz, M. (1974): Antología del latín vulgar, Madrid, Gredos. ——Echenique Elizondo, M.ª T. y J. Sánchez Méndez (2005): Las lenguas de un reino. Historia Lingüística Hispánica, Madrid, Gredos. ——Lapesa, R. (1999): Historia de la lengua española, Madrid, Gredos (10.ª reimp. De la 9.ª ed. corr. y aum.1981; 1.ª ed.1942). ——Medina López, J. (1999): Historia de la lengua española I. Español medieval, Madrid, Arco/Libros. ——Posner, R. (1996): Las lenguas romances, Madrid, Cátedra. ——Väänänen, V. (1971): Introducción al latín vulgar, Madrid, Gredos. ——Wright, R. (1982): Latín tardío y romance temprano en España y la Francia Carolingia, Madrid, Gredos.
Ver respuesta completa

¿Cómo se dice camino en latín vulgar?

#PalabraDelDía | caminería Para descubrir la etimología de la palabra « camino », hay que remontarse al latín vulgar «cammīnus», voz de origen celta.
Ver respuesta completa