Que Es Sabiduría Según La Biblia?

Que Es Sabiduría Según La Biblia
Básicamente, la sabiduría es el arte de alcanzar el éxito, de formar el plan correcto para llegar a los resultados deseados. Su asiento es el corazón, el centro de la decisión intelectual y moral (comparar 1 Reyes 3:9, 12).’ (J.D.
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¿Qué es tener sabiduría?

Alegoría de la sabiduría en la biblioteca de Celso en Éfeso, Turquía, La inscripción en griego dice «ΣΟΦΙΑ ΚΕΛΣΟΥ» ( sofía Kelsou ). Pese a la ausencia de iota subscrita marcando el dativo en la primera palabra, se interpreta como «A la sabiduría de Celso».

La sabiduría o experiencia ​ es un carácter que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo,

La sabiduría y la moral se interrelacionan dando como resultado un individuo que actúa con buen juicio, Algunas veces se toma a la sabiduría como una forma especialmente bien desarrollada de sentido común, En ciencias de la información, la sabiduría constituye el vértice de la pirámide constituida, de menor a mayor complejidad, por dato, información, conocimiento y sabiduría.

  • En la sapiencia se destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento ; la aptitud de valerse del conocimiento con éxito, y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas, o aconsejar a otros.
  • Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la locura, y a menudo se contrasta con estas.

Tomás de Aquino define la sabiduría como “el conocimiento cierto de las causas más profundas de todo” ( In Metaphysica, I, 2). Por eso, para él, la sabiduría tiene como función propia ordenar y juzgar todos los conocimientos. La sabiduría toma sus referencias de lo que se denomina memoria a largo plazo,
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¿Cómo se obtiene la sabiduría de Dios?

¿Dónde se halla la sabiduría? ¿Dónde se halla la sabiduría? “Para adquirir una educación, tiene mas influencia el deseo personal que la institución académica a la que se asista y es mas motivadora la fe que la capacidad que se posea.” Hoy me gustaría hacer una pregunta, la misma que hizo Job hace ya mucho tiempo: “Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?” (Job 28: 12),

Los lideres de la Iglesia constantemente destacan la importancia de la educación; esta es un componente vital de la sabiduría. Poco después de empezar los pioneros la construcción del templo en el estado de Illinois, establecieron la Universidad de la Ciudad de Nauvoo. La Primera Presidencia dijo lo siguiente de esa universidad: “Nos permitirá enseñar sabiduría a nuestros hijos e instruirlos en todo el conocimiento de las artes, las ciencias y las profesiones” (History of the Church, 4:269).

Algo similar ocurrió después que los perseguidos pioneros entraron en el Valle del Gran Lago Salado. Al cabo de menos de tres años, el 28 de febrero de 1850, fundaron la Universidad del Estado de Deseret (Journal History of The Church of Jesús Christ of Latter-Day Saints, 28 de febrero de 1850, págs.1-2).

Mas adelante se establecieron otras varias academias de enseñanza. Ahora que el numero de miembros de la Iglesia supera los ocho millones, es evidente que no seria posible que esta ofreciera educación secular. No obstante, nuestra dedicación a la educación continua siendo la misma. Las Escrituras nos enseñan que “la gloria de Dios es la inteligencia” (D.

y C.93:36). Por otra parte, nos dicen que “las inteligencias fueron organizadas antes que existiera el mundo” (Abraham 3:22). “También el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser” (D.

  • Y C.93:29).
  • La inteligencia de cada uno de nosotros es eterna y divina.
  • Creo que Tomas Jefferson (político y tercer Presidente de los Estados Unidos) percibía la dignidad del espíritu humano cuando escribió esto: “Sobre el altar de Dios he jurado eterna oposición a toda forma de tiranía que se quiera ejercer sobre la mente del hombre” (Elbert D.

Thomas, Thomas Jefferson, World Citizen, Nueva York: Modern Age Books, 1942, pág.251). Por el carácter sagrado que tiene para nosotros el intelecto humano, consideramos que el obtener una educación es una responsabilidad religiosa. Aun así, la capacidad individual y las oportunidades difieren mucho.

  1. Creo que para adquirir una educación, tiene mas influencia el deseo personal que la institución académica a la que se asista y es mas motivadora la fe que la capacidad que se posea.
  2. Nuestro Creador espera que Sus hijos de todas partes sean autodidactas.
  3. El nos dio un mandamiento: ” buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D.

y C.88:118). Y nos asegura que el conocimiento que obtengamos aquí permanecerá con nosotros para siempre (véase D. y C.130:18-19). A juzgar por esa norma celestial, es evidente que los que impulsivamente abandonan sus estudios por la mitad, cortando su educación, no sólo desobedecen un decreto divino sino que al mismo tiempo frustran la posibilidad de que se cumpla su propio potencial.

  1. Recuerdo el momento en que yo mismo tome la resolución de adquirir una educación, cuando siendo un adolescente sin preparación conseguí trabajo temporario durante la época de Navidad.
  2. La labor era monótona y las horas y los días pasaban lentamente.
  3. En aquel momento resolví que obtendría una educación que me preparara mejor para ganarme la vida; tome la decisión de mantenerme en la universidad y estudiar con ahínco, como si mi vida dependiera de ello.

Mas adelante, cuando era presidente de estaca, muchos jóvenes me consultaban con respecto a sus estudios; algunos me preguntaban cuanto tiempo me había llevado la carrera de medicina. A estos les contestaba: “En general, son cuatro años de universidad, seguidos por otros cuatro en la facultad de medicina.

  • Y si decides especializarte, eso te puede llevar otros cinco años o mas, según la especialidad que elijas”.
  • Mis palabras provocaban en algunos esta reacción: “Pero ¡son trece años, o tal vez mas! ¡Es demasiado tiempo para mí!” “Eso es relativo”, les decía yo.
  • La preparación para una carrera no es demasiado larga si sabes lo que quieres hacer con tu vida.

¿Qué edad tendrás dentro de trece años si no sigues una carrera? ¡Tendrás exactamente la misma edad, seas o no seas lo que quieres ser!” Así que mi consejo a los jóvenes era (y sigue siendo) que continúen su educación, estén donde estén, sean cuales sean sus intereses y oportunidades, decidan lo que decidan en cuanto a cual será la mejor forma de servir a su familia y a la sociedad.

Los jóvenes deben decidir lo que quieren aprender y que intereses servirán; pero no deben limitar su capacidad intelectual a un solo campo de aprendizaje. Es preciso que recuerden esta advertencia que se halla en el Libro de Mormón: ” ¡Oh las vanidades, y las flaquezas, y las necedades de los hombres! Cuando son instruidos se creen sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo que saben de si mismos; por tanto, su sabiduría es locura, y de nada les sirve; y perecerán.

“Pero bueno es ser sabio, si hacen caso de los consejos de Dios” (2 Nefi 9:28-29). Esos versículos me recuerdan a un amigo que se jactaba orgulloso diciendo que sus riquezas eran el resultado de su trabajo incansable y de las lecciones que había aprendido en “la escuela de la vida”.

  • Pero el costo de su fortuna había sido su propio progreso espiritual.
  • Cuando ya era demasiado tarde, lleno de pesadumbre se dio cuenta de que erradamente había apoyado su escalera hacia el éxito contra una pared que no lo conducía a ningún lado.
  • Nunca había leído esta instrucción de su Hacedor : “No busquéis riquezas sino sabiduría; y he aquí, los misterios de Dios os serán revelados, y entonces seréis ricos.

He aquí, rico es el que tiene la vida eterna” (D. y C.6:7; véase también D. y C.11:7). La falta de conocimiento de las Escrituras que tiene la humanidad ha acarreado aflicciones a muchas personas durante largo tiempo. El sufrimiento que ha habido como resultado de esa ignorancia es realmente trágico.

Ilustraré lo que he dicho mencionando casos históricos que se relacionan con el contagio de las infecciones. En el siglo diecinueve, la contaminación del aire era motivo de preocupación para los oficiales sanitarios y otras personas; no se trataba de los hidrocarbonos que enturbian visiblemente nuestra atmósfera hoy en día.

sino de una miasma invisible a la que se culpaba de casi todas las infecciones. Por ejemplo, en 1867, el cirujano británico Joseph Lister declaró que el aire era la causa principal de toda infección a Lister, “On a New Method of Treating Compound Fracture, Abscess, Etc., with Observations on the Conditions of Suppuration”, Lancet, 1867, 1:326),

  1. Por ese motivo, en 1869, un médico escocés de Edimburgo, de apellido Simpson, opinó que los hospitales debían demolerse y volver a edificarse cada pocos años a Y.
  2. Simpsoní “Our Existing System of Hospitalism and Its Effects”, Edinburgh Medical Journal, 1869, 14:817).
  3. Hubo también otros expertos que recomendaron esa practica tan absurda (L.A.

Stimson, “Bacteria and Their Influence upon the Origin and Development of Septic Complications of Wounds”, New York Medical Journal, 1875, 22: 144). Incluso la enfermera Florence Nightingale, cuyo nombre es leyenda debido a sus heroicas labores durante la guerra de Crimea, no reconoció el contagio de la infección de un paciente a otro, y esto a pesar de las cuidadosas anotaciones que hizo sobre el hecho de que las infecciones de las heridas eran la causa del cuarenta por ciento de las muertes postoperatorias (véase Edward Cook, The Life of Florence Nightingale, 2 Tomos, Londres: Macmillan and Co., 1913, 1:352-438).

  • Hubo otros que tampoco percibieron esa conexión.
  • Durante siglos, muchas fueron las madres y los niños recién nacidos que perdieron la vida debido a “fiebres” que eran en realidad infecciones que se transmitían a los inocentes por personas que los atendían con las manos sin lavar (véase Ignaz Philipp Semmelweiss, Die Actiologie, der Begriffund die Prophyktxis des Kindbettfiebers, reimpreso de la ed.

de 1861, New York: Johnson Reprint Co., 1966, págs.102-113).

  • Sólo hace menos de un siglo que la extraordinaria labor de científicos como Koch, Pasteur y otros probó que la infección podía ser causada por la bacteria que se hallaba en los fluidos corporales contaminados -o en el tejido infectado- que pasaban de una persona a otra.
  • Teniendo presentes estos detalles de la historia, quisiera citar las palabras del Señor, que hace mucho tiempo se registraron en el libro de Levítico:
  • “Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
  • “Hablad a los hijos de Israel y decidles: Cualquier, cuando tuviere, será inmundo.
  • “Y esta será su inmundicia en su
  • “Toda cama en que se acostare el que tuviere, será inmunda; y toda cosa sobre que se sentare, inmunda será.
  • “Y cualquiera que tocare su cama lavara sus vestidos; se lavara también a si mismo con agua
  • “Asimismo el que tocare el cuerpo del que tiene, lavara sus vestidos, y a si mismo se lavara con agua ” (Levítico 15:1-5, 7; cursiva agregada).
  • A continuación, hay varios versículos que ilustran y hacen destacar estos importantes principios. Después, la conclusión:
  • “Cuando se hubiere limpiado de su el que tiene lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en aguas corrientes, y será limpio” (Levítico 15:13).

Vemos de esta manera que nuestro Padre Celestial reveló hace mas de tres mil años los principios sanitarios apropiados para tratar a los pacientes con infección. Esos versículos están en completa armonía con las normas de la medicina moderna (véase Isolation Techniques for Use in Hospitals, Washington D.C.: U.S.

Department of Health, Education, and Welfare, 1970, pág.9). Pero, durante miles de años,)cuántas madres habrán perecido innecesariamente?)Cuántos niños habrán sufrido porque el hombre no incorporó en sus investigaciones la palabra del Señor? Muchos son los problemas que enfrentamos en esta época; algunos son nuevos, otros viejos pero encubiertos con apariencia moderna.

Las epístolas de Pablo contienen profecías que se refieren a nuestros días. ¿Hay alguna de las siguientes descripciones que resulte conocida?

  1. ” en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
  2. “Porque habrá hombres amadores de si mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios
  3. “sin afecto natural
  4. ” amadores de los deleites mas que de Dios,
  5. “que tendrán apariencia de piedad, pero negaran la eficacia de ella
  6. ” siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:1-5, 7).

Las advertencias de Pablo describen la apostasía y otros peligros que nos amenazan en nuestros días. Esos peligros son contrarios a los propósitos de Dios y los provocan personas que tienen poder persuasivo, y que poseen mas habilidad que moralidad y mas conocimiento que sabiduría.

Con su racionalización tratan de justificarse. La Biblia afirma que “el camino del necio es derecho en su opinión” (Proverbios 12:15). Y es cierto, hay personas con propósitos malignos que llevan una máscara de honestidad; por eso, debemos estar continuamente en guardia. Para edificar una casa fuerte y de paredes derechas, no se eligen materiales retorcidos.

Por lo tanto, para edificar nuestro destino eterno, no podemos ni debemos limitarnos a recibir sólo las lecciones que se han retorcido para dejar fuera la revelación de Dios. El Libro de Mormón nos ofrece estas palabras de advertencia y esperanza: ” no procuréis aconsejar al Señor, antes aceptad el consejo de su mano.

  1. Porque he aquí, vosotros mismos sabéis que el amonesta con sabiduría, con justicia y con gran misericordia sobre todas sus obras” (Jacob 4:10).
  2. Es preciso recordar el terrible precio que se pagó por ignorar las instrucciones divinas.
  3. Hasta principios de este siglo las infecciones se extendían por contagio como si nadie hubiera leído ni tomado en serio nunca el capitulo quince de Levítico, ¿dónde se halla la sabiduría? En la actualidad nos preocupa seriamente el terrible aumento en el índice de personas infectadas con el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) y otros virus derivados, y el consecuente ataque de SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida).

Se ha pronosticado una epidemia -una plaga empeorada por unas cuantas personas que demuestran mayor preocupación por los derechos civiles que por la salud publica-, una plaga que han iniciado y propagado los inmorales. Hay quienes viven para satisfacer su lujuria, como si el mandamiento de Dios de ser castos tuviera una enmienda por la cual se les exceptuara de obedecerlo.

  1. Y, lamentablemente, como ha pasado con otras plagas, en esta también hay muchas víctimas inocentes que sufren.
  2. ¿dónde se halla la sabiduría? En todo el mundo ocurren muertes que se podrían evitar y tremendas cargas económicas debido a la indiferencia o la ignorancia de la declaración que hizo Dios diciendo que “el tabaco no es bueno para el hombre” (D.

y C.89:8). Se podrían citar muchos otros problemas sociales como el del alcoholismo y el consumo de drogas, el juego, los disturbios civiles y la erosión de la estabilidad familiar (véase Bryce J. Christensen, “Critically Ill: The Family and Health Care”, The Family in America, The Rockford Institute Center on the Family in America, Mount Morris, mayo de 1992, págs.1-8).

Quizás sepamos mucho pero aprendamos muy poco. “¿dónde esta la sabiduría que hemos perdido al adquirir conocimiento? ¿dónde esta el conocimiento que hemos perdido al adquirir información?” (T.S. Eliot, “Choruses from ‘The Rock”‘, The Complete Poems and Plays, New York: Harcourt, Brace &World, 1971, pág.96).

Pregunto otra vez: ¿dónde se halla la sabiduría? La sabiduría se halla en la inteligencia pura, en esa luz divina que puede guiar a las personas de todo país, todo clima, todo continente. El Señor prometió que “resplandecerá una luz entre los que se asientan en tinieblas, y será la plenitud de mi evangelio”.

  • “Mas no lo reciben, porque no perciben la luz, y apartan de mi su corazón a causa de los preceptos de los hombres
  • “Y vivirán hombres en esa generación que no morirán hasta que vean un azote desbordante, porque una enfermedad desoladora cubrirá la tierra.
  • “Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos; pero entre los inicuos, los hombres alzaran sus voces y maldecirán a Dios, y morirán.

“Y también habrá terremotos en diversos lugares, y muchas desolaciones; sin embargo, los hombres endurecerán su corazón contra mi ” (D. y C.45:28-29, 31-33; véase también D. y C.87:6). En espléndido contraste con ese terrible caos, la luz del Evangelio de Jesucristo brilla como una esperanza para el mundo.

  1. Los misioneros y los miembros de la Iglesia proclaman valientemente su fulgor.
  2. En todo el mundo hay estudiantes sabios que prestan atención a la luz y mejoran su educación al estudiar las lecciones de Seminarios e Institutos de la Iglesia.
  3. El Señor no niega a nadie Su sabiduría: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios” (Santiago 1:5).

Vuelvo a hacer esa misma pregunta que hizo Job: “¿dónde se hallará la sabiduría?” La respuesta es: emana del Señor. El mismo dijo esto: “Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí; y benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría, pues a quien reciba, le daré mas ” (2 Nefi 28:30).

  1. Cuando aumenta nuestro amor por Dios, también se incrementan la sabiduría y la luz divina; “Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe mas luz, y esa luz aumenta mas y mas en resplandor hasta cl día perfecto” (D.
  2. Y C.50:24; véase también D.
  3. Y C.88:67).
  4. El que guarda mis mandamientos recibe verdad y luz, hasta que es glorificado en la verdad y sabe todas las cosas” (D.

y C.93:28). ¿dónde se halla la sabiduría? Vibra y late en la luz de la verdad que proviene del Señor. Con esa luz El nos eleva hacia la vida eterna. Lo testifico en el nombre de Jesucristo. Amén. _ : ¿Dónde se halla la sabiduría?
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¿Qué es la sabiduría espiritual?

La sabiduría espiritual es ese silencio, que es también una ignorancia, una docta ignorancia, una nube del des-conocimiento, una noche oscura, una purificación del corazón. Como dice San Mateo: ‘bienaventurados los de corazón puro, pues verán a Dios’.
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¿Qué es la sabiduría según la Biblia Reina Valera?

▷ ¿Qué es la Sabiduría de Dios? – Significado Bíblico por Qué es la Sabiduría de Dios – Estudio Bíblico Este estudio te enseñara cual es el Significado Bíblico de la Sabiduría de Dios de acuerdo con la Biblia y como se obtiene por medio de Jesucristo esta Sabiduría Espiritual. Lee También: En términos humanos diríamos que la Sabiduría es la capacidad en conocimiento y habilidad que tiene una persona. Pero la Sabiduría de Dios es un atributo absoluto que solo Dios posee (Ro 16:27), la cual se demuestra en la creación y en la redención en Cristo (Pr 3:19, 8:22-31; 1 Co 1:30; Col 2:2-3).

También Dios la concede a los que a los que lo buscan con reverencia (Pr 2:6, 9:10). Cuando hablamos de la Sabiduría Divina en relación a las personas, se refiere a las habilidades otorgadas por Dios a las personas en todos los aspectos de la vida (artesanía Ex 35:1; conocimiento y comprensión para decidir rectamente 1 Re 5:12; 1 Co 6:5).

Si buscamos un término más exacto de lo que es la Sabiduría, la definición más precisa es que «Dios es la Sabiduría». Debido que es el creador de todas las cosas en el cielo y en la tierra y nada le es oculto a Él (). Pues lo que es oculto para el hombre y su sabiduría humana limitada para Dios no lo es. La Sabiduría de Dios no es algo que se obtiene por leer 200 libros o resolver la ecuación más complicada. Esta sabiduría es la revelación de Dios por medio del Espíritu Santo (2 Sa 23:2) y solo se obtiene por una búsqueda reverente de Dios (Pr 2:3-6) y la lectura de su Palabra (Pr 2:1-6).

  • El Espíritu de Dios es quien nos provee de su Sabiduría y quien nos hará entender sus palabras (Pr 1:23).
  • Pero la Biblia nos dice que solo hay uno que bautiza con el Espíritu Santo de Dios y es Jesucristo (Mt 3:11; Lc 3:16),
  • Solo por medio de la fe en Cristo es obtenida esta sabiduría (Col 2:2-3), ya que es el único intercesor entre Dios y el Hombre (1 Ti 2:5), entregándose a sí mismo por nuestros pecados para que nos fuera quitado el velo de nuestra mente y nos fuese revelada la Sabiduría de Dios (He 10:19-22; Mr 15:37-39).

«El principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Pr 1:7)».
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¿Cómo actúa una persona con sabiduría?

Muchas personas confunden la inteligencia con la sabiduría, Peroaunque muchas personas sabias son también inteligentes, no todas las personas inteligentes son sabias. La sabiduría es la habilidad de una persona para emitir juicios certeros, basados en el conocimiento y la experiencia.

  • Una destreza que ha sido enormemente valorada desde la antigüedad, en todas y cada una de las grandes tradiciones filosóficas y religiosas.
  • Una persona sabia es un líder natural, al menos en aquello en lo que es especialista, y todos acudimos a pedirle consejo si tenemos un problema.
  • Pero ¿qué distingue exactamente a los sabios? En 1995, un grupo de investigadores liderado por los psicólogos Paul Baltes y Ursula Staudinger trató de discernir esta cuestión pidiendo a un grupo de reconocidos periodistas que nombraran a las figuras públicas que consideraban sabias.
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Los investigadores sintetizaron la lista original quedándose conun grupo de líderes sociales, religiosos, científicos y culturales, que la mayoría coincidía en señalar como personas sabias. Tras esto, compararon la “lista de sabios” con otra lista de profesionales de éxito (abogados, médicos, profesores, científicos), que nadie consideraba sabios.

  • Entre los 25 años de edad y los 75 la correlación entre edad y sabiduría es inexistente Tras obtener su lista, los investigadores pidieron a los nominados que les contestaran una serie de preguntas, que tenían como objetivo valorar su sabiduría.
  • Llegaron a la conclusión de que las personas que todos consideramos sabias se distinguen del resto en seis cualidades principales.

Casi 20 años después, el profesor de la Wharton School Adam Grant, uno de los más destacados investigadores en dinámica organizacional y management del mundo, ha recuperado estas seis cualidades, que, asegura, siguen teniendo validez. Al fin y al cabo, el concepto de persona “sabia” sigue siendo el mismo que tenía Aristóteles.

  • Y todos podemos seguir estos consejos.1.
  • No esperes a ser mayor e inteligente La sabiduría siempre se ha asociado a la vejez, pero la realidad, asegura Grant, es que el número de experiencias que uno haya tenido en la vida tiene poco que ver con la calidad de éstas,
  • Un joven de 25 años puede haber experimentado muchas más cosas que una persona de 50, y ser más sabio.

Según los datos del estudio, entre los 25 años de edad y los 75 la correlación entre edad y sabiduría es inexistente. La sabiduría no surge de la experiencia en sí, sino más bien de la reflexión que hagamos de estas experiencias, y las lecciones que hayamos aprendido de éstas.

La inteligencia en bruto tampoco parce jugar un papel importante. Según un estudio del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y la Educación, la inteligencia sólo es responsable del 2% de la sabiduría, Hay mucha gente lista, que trabaja forma rápida y eficaz, pero no es capaz de desarrollar nuevas soluciones a los problemas, ni ofrecer consejos valiosos.2.

Observa el mundo en tonos de grises, no en blanco y negro Los sabios son especialistas en lo que el experto en estrategia Roger Martin llamaba el pensamiento integrador: la capacidad para mantener dos ideas diametralmente opuestas en sus cabezas, y saber conciliar éstas en cada situación.

  1. Immanuel Kant fue claro al respecto: “El sabio puede cambiar de opinión.
  2. El necio, nunca”.
  3. Una persona sabia, ante una pregunta difícil, jamás contesta con afirmaciones del tipo “es así, porque es así”: sólo ofrece afirmaciones rotundas si sabe argumentar éstas con la suficiente seguridad.3.
  4. Equilibra el interés propio y el bien común Una habilidad que define a los sabios es la capacidad para mirar más allá de sus deseos personales.

Como apuntó el psicólogo Rober Sternberg – uno de los mayores expertos del tema – en su teoría sobre la sabiduría, “la sabiduría y el egocentrismo son incompatibles. Las personas que han llegado donde están sin tener en cuenta los intereses de otras personas o incluso frustrándolos activamente, no serán vistas como sabias”.

Grant advierte, no obstante, que es igual de peligroso para nuestra salud y productividad ser extremadamente egoístas que ser extremadamente altruistas. Los sabios no creen que el mundo sea un lugar en el que se gane o se pierda: encuentran maneras de beneficiar a los demás que también les beneficien a ellos mismos.4.

Cuestiona el statu quo Las personas sabias suelen cuestionar las normas. Son rebeldes por naturaleza. No en vano, la sabiduría implica estar siempre abierto a la crítica y no aceptar las cosas como son sólo porque “siempre han sido así”. Los sabios buscan siempre una manera mejor de hacer las cosas.5.

Trata de comprender en lugar de juzgar Por defecto, todos tenemos prejuicios. Valoramos con rapidez las acciones de los que nos rodean para poder meterlos en sencillas categorías de “bueno” y “malo”. Esto es así porque tenemos que formarnos una opinión sobre las personas con rapidez, y también es algo que hacen las personas sabias, pero, a diferencia del resto, los sabios son capaces de elaborar estejuicio primerizo teniendo en cuenta más variables, y lo cambianen cuanto es necesario.

Se comportan más como detectives que como miembros de un jurado : tratan de comprender qué lleva a las personas a hacer lo que hacen, en vez de juzgarles con severidad teniendo en cuenta sólo lo que han hecho.6. Mantén tus objetivos por encima del placer En otro estudio, el equipo de Baltes descubrió que las personas sabias no son más felices que sus compañeros, quizás porque la sabiduría requiere un pensamiento crítico y a largo plazo que no proporciona una satisfacción inmediata.
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¿Cuál es el fruto de la sabiduría?

La sabiduría es necesaria, sobre todo, a la hora de relacionarnos con otras personas. El mundo dice conocer el camino hacia una vida exitosa y gratificante: ambición, educación, riqueza, reconocimiento público, poder e influencia.
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¿Dónde se encuentra la sabiduría?

¿ D ÓNDE se encuentra la sabiduría ? es un libro que comienza a escribirlo un Bloom moribundo, el mismo Bloom que durante toda su carrera productiva diera la impresión de que su estado de salud estuviera en perfecta sintonía con su vigorosa crítica en la arena literaria y su vertiginoso ritmo en investigación, interpretación y especulación. Sin embargo, y lejos de cualquier deseo de aquellos que se mueven en el análisis literario por las corrientes del deconstructivismo, por la crítica del género, e incluso para aquellos que se agrupan en los estudios culturales, con este libro Bloom renace y retoma su repudiada práctica de escribir canon 1, esto es, en síntesis, de expresar fehacientemente cuáles son los criterios para discernir qué es lo bueno, lo regular, o lo malo en la literatura; de instruir qué y cómo se debe leer; de señalar cuáles son las figuras dignas de atención en el arte del texto. Ahora es el turno de la escritura sapiencial, es decir, de la que debe ser considerada sabia. Como ya se desprende, Bloom aquí trata de exponer qué textos y autores caben bajo tal rótulo, por qué razones, bajo cuáles criterios estéticos y en qué medida ellos distan de otras plumas y personalidades filosóficas o poéticas, desde que el tiempo es tiempo en la escritura de Occidente. Valga comenzar enfatizando que a pesar de que las notas relativas a su estado de salud puedan sonar exageradas, es éste el que da el tono general de este texto, pues el propio autor es quien lo admite, y no sólo en los dos siguientes pasajes, cuando expresa el objeto del libro, su visión de la belleza y comenta su relación con la poesía:, Durante medio siglo he estudiado y enseñado la literatura que emergió del monoteísmo y sus secularizaciones posteriores. ¿ Dónde se encuentra la sabiduría ? surge de una necesidad personal, que refleja la búsqueda de una sagacidad que pudiera consolarme y mitigar los traumas causados por el envejecimiento, por el hecho de recuperarme de una grave enfermedad y por el dolor de la pérdida de amigos queridos. A lo que leo y enseño sólo le aplico tres criterios: esplendor estético, fuerza intelectual y sabiduría. Las presiones sociales y las modas periodísticas pueden llegar a oscurecer estos criterios durante un tiempo, pero las obras con fecha de caducidad no perduran. La mente siempre retorna a su necesidad de belleza, verdad, discernimiento. La mortalidad acecha, y todos aprendemos que el tiempo siempre triunfa. “Disponemos de un intervalo y luego nuestro lugar ya no nos conoce” (13). No creo que la poesía sea una manera de ganarse la vida (excepto por unos pocos, como Shelley y Hart Crane); es algo demasiado grande, demasiado homérico. A las puertas de la muerte me he recitado poemas, pero no he buscado un interlocutor para entablar una conversación dialéctica (66) 2, La presión de la muerte, el significado del dolor, el rol del miedo, pero también la tranquilidad de la belleza, el aroma de la sagacidad, la vitalidad de la ironía, incluso el sabor del chisme, en un hombre que estuvo ad portas de la muerte, son los elementos combinados que dirigen el sentido de este texto. Estos elementos los busca Bloom desesperada y paradójicamente antes de que el inevitable exterminio físico lo consuma, a través de algunas de las hebras escritas en Jerusalén, Atenas, en la Europa laica, o la Tierra del Atardecer. Y las paradojas comienzan de inmediato, en las primeras páginas de la búsqueda, cuando sostiene: No he visto que la literatura sapiencial sirviera de consuelo. (15) Desde la infancia he encontrado consuelo en la sabiduría talmúdica, que se concentra en los Pirke Aboth, los “Dichos de los Padres”. En la vejez, recurro a menudo a los Aboth, que son un añadido posterior al inmenso Mishnah, la “Torá oral”. (16) En breve se debe decir que: éste es un libro de un hombre agotado, frágil, quejumbroso, que vuelve a su origen judío, para él la sabia de la cultura occidental, con el objeto de alegar en contra del periodismo actual, la decadencia intelectual, la América de Bush -la del Nuevo Orden Mundial. Es un libro político, como pocos de Bloom, que utiliza la categoría de “sabiduría” para estos propósitos. Pero, ¿qué entiende Bloom por este concepto? Sin dar recetas escolares, pareciera ser que Bloom entiende por sabiduría el camino de la Verdad, aquella que, aunque no se pueda encarnar, se puede conocer, la misma que nos permite reconocer nuestros límites frente a la naturaleza y, sobre todo, la que muestra la dirección hacia una doble Alianza. Para Bloom, esta Alianza ha estado con nosotros siempre, y se compone de un eje evidente, y de otro más arduo de confesar. El primer eje de esta Alianza es de orden religioso, dada la coincidencia entre las civilizaciones en la apuesta monoteísta, producto de la raíz similar en los ancestros espirituales; el segundo eje es de orden estético, el cual se mueve entre la sabiduría prudencial y la escéptica, las únicas dos versiones para Bloom de sabiduría, siendo aquélla producto directo del monoteísmo -judío, cristiano o islámico- penitente y doloroso, y siendo ésta producto del individualismo laico e irónico. De aquí que el primer apartado del libro titulado “Sabiduría”, que funciona como introducción, termine con: Si la sabiduría es la fe en la Alianza, entonces no veo que la sabiduría pueda ir más lejos (18). Y que el final del libro, cuyo apartado se titula “Coda: Némesis y sabiduría” y que se utiliza como conclusión, acabe con: El monoteísmo occidental -judío, cristiano, islámico- quizá no es tan opuesto como complementario a la confianza de Goethe, Emerson o Freud en el genio individual, o Eros demoníaco. La tradición de la sabiduría laica y la esperanza monoteísta quizá al final no puedan conciliarse, al menos no del todo, pero los más grandes escritores antiguos y modernos -Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare- idean equilibrios que (aunque precarios) permiten que coexista la sabiduría prudencial y algunas insinuaciones de esperanza. Leemos y reflexionamos porque tenemos hambre y sed de sabiduría. La verdad, según el poeta William Butler Yeats, no puede conocerse, pero puede encarnarse. De la sabiduría yo, personalmente, afirmo lo contrario: No podemos encarnarla, aunque podemos enseñar cómo conocer la sabiduría, la identifiquemos o no con la Verdad que podría hacernos libres (259). Entre la introducción y la coda, la primera parte, titulada como “El poder de la sabiduría”, se abre con un primer capítulo encabezado como “Los hebreos: Job y el Eclesiastés”. En esta sección, Bloom se esfuerza por hacernos ver que los hebreos, recogiendo la influencia egipcia y sumeria, nos heredan con los libro de Job y el Eclesiastés la sabiduría más brutal y escéptica de la Biblia hebrea. Mientras Job nos conduce a un Dios, un Leviatán, que se manifiesta sólo como poder y que no hace pactos con nadie, Cohélet, el predicador, nos lleva a un genio que viaja por los abismos de una confesión personal, que rehúsa de la vanidad. Job le da el título a Bloom, Cohélet el modelo de su retórica y la sapiencia que quiere comunicar: El libro de Job ofrece sabiduría, pero no la podemos comprender. De ahí el espléndido poema del Capítulo 28, 12-28, que no nos deja otra opción que rendirnos ante su elocuencia: Mas la sabiduría, ¿de dónde viene? ¿cuál es la sede de la Inteligencia? Ignora el hombre su sendero, no se le encuentra en la tierra de los vivos. Dice el abismo: “No está en mí”, y el mar: “No está conmigo”. La Perdición y la Muerte dicen: “De oídas sabemos su renombre”. Sólo Dios su camino ha distinguido, sólo él conoce su lugar (28). Desde el inicio del libro, Cohélet manifiesta lo que será su enorme elocuencia a través de los doce breves capítulos: Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir. Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír. Lo que fue, eso será; Lo que se hizo, eso se hará. Nada nuevo bajo el sol. Si hay algo que se diga: “Mira, eso sí que es nuevo”, aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron. No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria en los que después vendrán. He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos. Lo torcido no puede enderezarse, Lo que falta no se puede contar. El doctor Johnson, en su gran poema “La vanidad de los deseos humanos”, capta el significado central de vanidad de vanidades, principalmente una referencia a nuestros deseos, ya sean eróticos o pertenezcan a la ambición. Hemingway se apropió del versículo 5 para titular su mejor novela. Pero gran parte de lo que aparece aquí forma parte de nuestras vidas: “Nada nuevo hay bajo el sol” y “Lo torcido no puede enderezarse”. (31-32) Pues con Nada nuevo hay bajo el sol, proverbio que cruza todos los caldos culturales, Bloom pareciera que quiere advertirnos que las tragedias y esperanzas humanas apuntadas en el libro de Job y el Eclesiastés son las que retomarán Montaigne y Bacon, Johnson y Goethe, Emerson y Nietzsche, Freud y Proust, y también la sabiduría cristiana de su mayor exponente, San Agustín. Sin embargo, en esta sección, en realidad, se nos viene a decir que la cuestión judía, la reflexión proveniente de este sustrato, moldeará buena parte de la cultura occidental y, por cierto, los tópicos de los sabios trabajados por Bloom. Por lo pronto, véase que en estos pequeños trozos citados, desde los abstractos que el propio autor nos propone, se encuentran las claves para ver su juego intertextual vinculado tanto a los contenidos literarios occidentales generales, como a los temas específicos de los autores, e incluso a las fijaciones del propio Bloom. En efecto, se puede decir que este libro es de raigambre muy personal, demasiado personal, que se convierte para Bloom en un tipo de desafío intelectual azuzado por la presencia de la finitud. No obstante, no por estas características el texto es menos atrayente, ni menos estimulante. La cuestión judía sigue dirigiendo la interpretación global de los desarrollos del segundo capítulo de la primera parte, titulado “Los griegos: La disputa de Platón con Homero”, puesto que el legado homérico, el platónico y el socrático -de este último, tanto en la versión de Platón como en la de Jenofonte-, sólo pueden concebirse en el marco de las alianzas antes indicadas:, Nuestra civilización sigue escindida entre un conocimiento y una estética helenas y una moralidad y una religión hebreas. Podríamos decir que la mano de la civilización occidental (y de hecho de gran parte de la oriental) tiene cinco dedos heterogéneos: Moisés, Sócrates, Jesús, Shakespeare y Freud. La cultura de Platón es totalmente socrática, por deseo propio, pero también homérica, a regañadientes. Entre La República y nosotros están Moisés, Jesús, Shakespeare, Freud, y aunque no podemos abandonar Atenas, menos aún podemos evitar que nuestras lenguas se nos peguen al paladar si no preferimos Jerusalén a Atenas (44). Los derroteros de este pasaje citado conmueven, pero por los impulsos que suscita de replicar. Se deja al lector esta tarea. Interesa, de sobre manera, apuntar de este capítulo del texto la fina discusión de Bloom en torno a la disputa entre la sabiduría poética y la filosófica, emanada de las diatribas de Platón en contra de Homero. Las querellas que el autor expone son las de un crítico amante de la literatura-poética. Es tal el caso que bien vale registrar las siguientes citas como muestrario: Se dice que Homero vivió a mediados y finales del siglo VIII a. de C. y que Hesíodo le disputó su excelencia poética a principios del siglo VII a. de C. Pero su contienda más encarnizada, la de Platón, comenzó con la llegada se Sócrates (469-399 a. de C.) y culminó con su “hijo”, profeta de La República y del Banquete, Platón (429-347 a. de C.) fue derrotado por Homero, según criterios estrictamente literarios, pero posteriormente se enzarzó en una lucha mental con él, no tanto como poeta, sino contra el papel de Homero como maestro de los griegos, para quienes Homero se había convertido en libro de texto en todos los temas. Pero en este aspecto Platón también fue derrotado, aunque en casi dos milenios y medio transcurridos desde entonces han dejado a Platón como maestro de filosofía y a Homero como fundador de la poesía (39). Susan B. Levin, en un estudio revisionista de la relación de Platón con la tradición griega, nos hace acompañarla a la antigua disputa entre filosofía y poesía. Aunque deja constancia con precisión de la opinión de Platón de que los filósofos no necesitan poesía (lo que vaticina la actitud de David Hume y Ludwig Wittgenstein hacia Shakespeare), también capta cierta urgencia en la determinación de Platón de derrotar a Homero. (41). No leo a Hume ni a Wittgenstein si no es en busca de algún aforismo deslumbrante, y vuelvo incesantemente a Shakespeare en busca de verdad, de fuerza, de belleza y, por encima de todo, de personas. Digo esto para admitir que La República es un libro que me hace infeliz. Al igual que releo el relato magníficamente ácido de Jonathan Swift, Historia de una barrica, dos veces al año para dominar mi rabia, también releo regularmente La República para recibir una sabiduría que mitigue mi furia contra toda ideología (43). La disyuntiva se ofrece al lector para apreciar que, en la perspectiva de Bloom, Platón es eminentemente un poeta, de allí su deseo empedernido de disputa contra Homero, y que su manera poética esconde un misticismo que busca en las formas un Dios tan deshumanizado como alternativo, tan abstracto como normativo. El corolario para nosotros como lectores se obtiene en los siguientes términos: La astucia de Platón es la misma que la de los poetas a través de todas las épocas: malinterpretar creativamente al precursor poético dominante a fin de crear espacio imaginativo para ti. Platón, aunque fuera de su elemento al enfrentarse a Homero, es al menos un contrincante aceptable, pues ningún otro filósofo ha sido tan gran artista literario (63). A propósito de las paradojas de este libro, la alabanza a Platón en la última línea de lo citado entra en cierta contradicción con, como se verá luego, las distinciones que el autor ensaya sobre otro filósofo: Montaigne. Pero antes de ello, paso obligado es asistir a las loas a Cervantes y Shakespeare, que son los nombres que, sin más, dan título al tercer capítulo que cierra la primera parte del texto. En realidad alguien que conozca medianamente a Bloom sabrá que estos monstruos son sus predilectos, y que describe sus universos como un hiato insoslayable para la educación de cualquiera que se considere culto. Quizá sea ésta la sección más gozosa del libro, más positiva, con menos enojos y menos cinismo: Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores capitales de Occidente, al menos desde Dante, y ningún otro escritor los ha igualado, ni Tolstoi, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce. Cervantes y Shakespeare escapan a su contexto: la Edad de Oro en España y la época isabelino-jacobina son algo secundario cuando intentamos hacer una valoración completa de lo que nos ofrecieron (81-2). Con certeza lo que se le puede recriminar a Bloom en esta sección, y no es un detalle menor, es que peca de textualista, cuando señala que las obras de ambos escapa a su contexto socio-histórico; pero además, exceptuando a Unamuno, en esta sección del texto no cita a ningún analista español contemporáneo en sus comentarios a El Quijote, como si ellos no pudieran ofrecer claves sensatas y cercanas para el entendimiento del universo cervantino. Se puede sostener que aquí Bloom tiene un vacío considerable en su lectura crítica. Con todo, las perspectivas de Bloom sobre ambos autores se pueden resumir, entre otros, en3: sostener que las figuras ficticias de los últimos cuatro siglos son cervantinas o shakesperianas; que en sus obras Shakespeare no aparece ni remotamente, mientras que Cervantes habita en su obra principal en forma omnipresente durante todo el relato; Shakespeare no se adhirió a ningún género en especial, Cervantes cultivó la tragedia y la comedia; Shakespeare nos enseña a hablar con nosotros mismos, pues sus grandes figuras son solipsistas (Shylock, Falstaff, Hamlet, Yago, Lear.); Cervantes nos anima a construir amistad y a escuchar al otro; Cervantes nos enseña a aprovechar la necesidad humana de resistir el sufrimiento, mientras Shakespeare a tomar todo con cierta distancia, incluso Shakespeare se adelanta a Nietzsche en la apuesta por el nihilismo. Para responder sus preguntas principales, Bloom nos arroja sobre ambos colosos lo siguiente: La verdad estética de Don Quijote consiste en que, al igual que Dante y Shakespeare, hace que nos enfrentemos cara a cara con la grandeza. Si nos cuesta comprender del todo la búsqueda de don Quijote, sus motivos y fines pretendidos, es porque nos enfrentamos a un espejo que nos sobrecoge incluso en los momentos en que más disfrutamos (94). ¿Dónde pues, en Shakespeare, encontramos sabiduría? La respuesta, me temo, es en el cosmos vacío de El rey Lear y Macbeth, Aunque El rey Lear está ambientado en una Inglaterra pagana, Macbeth supuestamente tiene lugar en una Escocia medieval y, por tanto, católica, aunque hay muchas más alusiones bíblicas en la tragedia de Lear que en el mundo nocturno de las Brujas y Hécate que aparece en Macbeth, Una sabiduría negativa emana de ambas tragedias, presagiando a Schopenhauer, Freud, Proust y Beckett, visionarios de un Eros ilusorio y un Tánatos celoso (106-7). Las más grandes ideas son los más grandes acontecimientos es la línea de Nietzsche que titula la segunda parte del libro, que se abre con el capítulo dedicado a “Montaigne y Francis Bacon”. Si Platón es el gran artista literario como ningún otro filósofo, Montaigne, ¿qué es para Bloom? Es el dueño del ensayo, el mentor de los sabios, el vigoroso lector, aquel pensador que reflexiona sobre sí mismo sin velos, en resumen, es el gran pensador filósofo como ningún otro literato. Por su parte, Francis Bacon es presentado, simplemente, como un sabio, y sus rasgos de frío y enigmático político intelectual lo hicieron un desagradable pero brillante humano. Sus aforismos lo convierten en un poeta en prosa, y su fe en el conocimiento un profeta de lo moderno. No obstante, frente a Montaigne, Bacon es de una sabiduría más limitada, más contenida, más simulada. Así lo concibe Bloom. Lo que cabe destacar de esta sección, que en realidad no pasa de ser un juego de erudición, es, nuevamente, los vínculos que el autor hace en torno al contrapunto entre los textos de ambos pensadores y sus respectivas biografías, por un lado, y el tenor religioso de sus acercamientos a la realidad, la experiencia y la soledad, por ejemplo. Frente a Montaigne, Bloom es cínico, frente a Bacon entusiasta. Es como si le molestara más lo católico del primero, que lo protestante del segundo: Lo que Montaigne te ofrece va más allá de la sabiduría, si una trascendencia tan laica te resulta aceptable (118). La sabiduría de Montaigne no es bíblica: en sus Ensayos, Cristo se menciona sólo nueve o diez veces, mientras que cita a Sócrates en más de cien ocasiones. Aunque Montaigne, contrariamente a Emerson y Nietzsche, procura no ser poscristiano, en la práctica es no-cristiano. Dios y Cristo existen, pero son tan lejanos y están tan fuera de nuestro alcance que no han de preocuparnos. Una manera perfecta de comprobarlo y una lección de diferentes sabidurías es la relación de ansiedad con Montaigne de Blaise Pascal, cuyos Pensamientos dan la impresión de que los Ensayos constituyeron una herida imperecedera a su propia visión del cristianismo (122). En El avance del saber, libro segundo, Bacon admira los aforismos o Proverbios de Salomón, y nos ofrece un centón de sus preferidos. Son las directrices implícitas de la Casa de Salomón, fundada como centro de poder por Salomona, que de este modo inaugura una academia y una tiranía amable, basándose en el modelo de la República de Platón. Deberíamos haberlo supuesto: la Nueva Atlántida nos devuelve a la fábula de Platón sobre la Atlántida de Timeo y Critias, La primera Atlántida quedó anegada por las olas; en la Nueva Atlántida la gente dominará la naturaleza y se convertirá literalmente en inmortal. La sabiduría de Bacon se convierte en la de un Mago poscristiano; la instauración de una New Age restaurará la Sabiduría de los Antiguos, que precedieron a los griegos y a los hebreos. La sabiduría, para Bacon, es a la vez científica e irracional y el Tiempo no puede derrotarla (142-3). Pareciera ser que para Bloom sólo Bacon quiere apropiarse de las categorías bíblicas para sus propios fines, mientras que Montaigne se conforma con su propia cepa. Con “Samuel Johnson y Goethe”, capítulo siguiente de la segunda parte, el lector se encuentra con un Bloom, si bien elocuente y vasto en comparaciones y citas, repetitivo en sus adjetivos de admiración:, Goethe constituye para mí una incesante fuente de asombro, un auténtico milagro de fecundidad literaria en su grado absoluto. Johnson me sigue pareciendo el mejor de todos los críticos literarios, mientras Goethe es el poeta inigualable de la Vieja Europa (149). Pero le importa a Bloom un Johnson y un Goethe sapienciales, esto es, escritores de aforismos morales, tal como él lo señala, con lo que se nos muestra una definición de lo sapiencial limitada y un tanto caprichosa. Como sea, en esta línea, mientras Goethe es un pagano instintivo, Johnson un hombre sombrío y mordaz, al estilo de Eclesiastés nos dice Bloom. Comienzan a destacar a partir de esta sección del libro, el uso de los pensadores como respaldo para las críticas políticas de Bloom. Así se lee: Johnson, un sabio sinceramente cristiano, emprendió una cruzada contra la hipocresía, la maldición, en la actualidad, de las universidades y de los medios de comunicación. La hipocresía, en nuestra época, queda perfectamente ejemplificada por esos que tachan a cualquiera que se oponga a los recortes de impuestos para los más ricos de defensor de la lucha de clases, y por los académicos resentidos que desprecian todo criterio intelectual y estético tachándolo de racista y sexista. Con Emerson, como se verá, esto llega a una deliciosa catarsis. Por lo pronto, las ideas esenciales que Johnson nos hereda, a juicio de Bloom, son: la crítica directa al concepto de historia y al trabajo del historiador (“La historia no existe, sólo la biografía”); la advertencia inaugural de que la misión del autor es multiplicar las palabras, es decir, el escritor no debe tratar con las cosas, sino con los pensamientos de las cosas; la descripción de un mundo, a través de La historia de Rásselas, príncipe de Abisinia, construido por apotegmas, que lo denotan más lleno de sufrimiento que de dicha; la desconfianza hacia todo sistema de interpretación, y la confianza, en el reverso, de una vida más allá de ésta. Goethe le devuelve a Bloom la posibilidad de hablar del amor, de forma negativa y perversa, claro; luego Freud y Proust pondrán la diversión, los celos y el sexo. Para Bloom, Goethe entrega una serena visión de la condición humana, al precio, no obstante, de ser sólo percibida por el espíritu culto. La sabiduría de Goethe se nos entrega a través de uno de sus poemas, dedicado a su desdichada historia amorosa, cuando embelesado por una mujer mucho más joven que él, Ulrike, el consciente abuelo ya sólo puede renunciar a ese amor para no sufrir: Y ahora, ¡lejos estoy ya! A este momento, ¿qué le corresponde? No sabría expresarlo. Motivos me ofrece para gozar de lo bello, mas de este lastre quiero verme librado. Me mueve sólo una indomable añoranza y salida no veo más que lágrimas (171). ¿Por qué Bloom considera a Goethe tan cercano? La respuesta no se hace esperar, y es política también: Goethe es uno de los mejores antídotos que conozco contra nuestras actuales ideologías del Resentimiento que, prácticamente, han destruido la educación estética en el mundo de habla inglesa. A partir del sexto capítulo, la denuncia, la protesta y la querella en contra del mundo que le ha tocado a Bloom se hace cada vez más patente, más cruel. Fundamental aquí es seguir de cerca la explicación de Bloom de la filosofía y cultura de la Tierra del Atardecer, Estados Unidos, y el acercamiento de esta nación a las nociones de poder, individualismo y confianza en sí mismo. Pero también no se debe perder de vista su explicación de la cuestión judía. Titulado como “Emerson y Nietzsche”, en este capítulo se nos entrega lo más novedoso de este libro para el lector de lengua española, puesto que en nuestros currículos escolares poco y nada se nos enseña del filósofo americano, y sus críticos aun se encuentran casi sólo en inglés 4, De Nietzsche es poco lo que se comentará aquí, pues nuestras noticias son, aunque distorsionadas las más de las veces, abundantes. Importará del nihilista contumaz el tópico de la poesía como dolor. Tres anotaciones bastarán para apreciar lo que Bloom quiere comunicar del rol de Emerson. Se recurre a la paciencia del lector para estas largas citas, pero sin las cuales el cuadro queda incompleto: En Estados Unidos seguimos teniendo emersonianos de izquierdas (el pospragmatista Richard Rorty) y de derechas (el enjambre de republicanos libertarios que exaltan al presidente Bush II). La visión emersoniana de la Confianza en Uno Mismo inspiró tanto al filósofo humanista John Dewey como al primer Henry Ford (divulgador de Los protocolos de los Sabios de Sión). Emerson sigue siendo la figura central de la cultura americana y conforma nuestra política, así como nuestra religión no oficial, que considero más emersoniana que cristiana. (179) Nada es más americano, ya sea catastrófico o amable, que la fórmula emersoniana referente al poder: “Reside en el momento de transición de un pasado a un nuevo estado, en cruzar velozmente un abismo, en lanzarse a por un objetivo”. (182) Los americanos pueden leer a Emerson sin leerlo: eso incluye a cualquiera en Washington D.C., que ahora pugna por el poder en el Golfo Pérsico (escribo esta frase el 24 de febrero del 2003). Regreso ahora a la paradoja de la influencia de Emerson: los que marchan por la paz y los partidarios de Bush son herederos por igual de Emerson en su dialéctica del poder. Me siento mucho más feliz al pensar en la influencia de Emerson en Whitman y Frost, Wallace Stevens y Hart Crane, que en su influencia sobre la geopolítica americana, pero me temo que los dos ruedos son difíciles de separar. Lo que más importa de Emerson es que es el teólogo de la religión americana de la Confianza en Uno Mismo, cuya confirmación se hace a un alto coste. Cada dos años, la organización Gallup realiza una encuesta sobre religión. Los hechos centrales, un tanto desconcertantes, no cambian: el noventa y tres por ciento de los americanos dicen que creen en Dios, y el ochenta y nueve afirma que Dios los ama de manera personal e individual. Ni siquiera en Irlanda hay un porcentaje tan grande de creyentes, y en ningún otro país del mundo (que yo sepa) hay una tierra en la que casi nueve de cada diez personas mantenga una relación tan íntima con Dios. Estoy convencido de que Emerson, un maestro de la ironía, se sentiría incómodo con esa progenie, pero su conocimiento del dios interior sin duda contribuyó a este aspecto de la religión americana. Entre sus primeros poemas, que dejó en manuscrito, hay asombrosas insinuaciones del desenfreno religioso americano, una fusión de Entusiasmo y gnosticismo autóctono: No viviré fuera de mí No veré con los ojos de los demás Mi bien es bueno, mi mal malvado (185-6) Probablemente ahora se pueda comprender la línea de Nietzsche de que las grandes ideas sean los más grandes acontecimientos. En Estados Unidos la idea del Uno Mismo, en todas las esferas, se ha hecho, para calamidad de todos, en la realidad más descarnada. Esta Confianza engendró el concepto de libertad en Emerson, pero a su vez, un fuerte sentido de responsabilidad pública, toda vez que la antípoda de la libertad sea la decadencia de la mentira, esto es, engañarse Uno Mismo. Por el contrario, Bloom sostiene que lo crucial de Nietzsche, desde una perspectiva poética, es que la poesía con sentido es aquella que produce dolor, ya que más allá del principio de realidad, que es la muerte, la poesía retrata al mundo que abunda en errores y que es prodigioso en sufrimientos. Como explica bellamente Bloom en vena nietzscheana: Santificar una mentira y engañar con buena conciencia es la labor necesaria del arte, porque una concepción errónea de la vida es necesaria para la vida, mientras que la idea acertada de la vida simplemente acelera la muerte. La voluntad de engañar no es una voluntad trágica y, de hecho, es la única fuente a la que puede acudir el impulso imaginativo para contrarrestar el impulso ascético contra la vida (201). En estrecha conexión con la exposición de estas notas está el trabajo en torno a “Freud y Proust”, que es el capítulo 7. Se trata, para Bloom, de la sapiencia alrededor del novelista de nuestro tiempo (Proust) y del moralista de nuestro tiempo (Freud). Más allá de que Bloom explica a Freud de forma acertada y resumida en algunos conceptos básicos, lo que llama la atención es la relación que establece el autor entre Freud y la cuestión judía. En realidad, Bloom devuelve a Freud a los judíos, a pesar de que éste se haya desvinculado de su herencia hebrea. El matiz es demasiado grueso, la estrategia valorativa demasiado obvia:, Abraham al discutir con Yah v é en el camino a Sodoma, regateó sobre el número de hombres justos que haría falta para impedir la destrucción de la ciudad, aunque sabía que no era nada cuando estaba cara a cara con Yahvé. No obstante, en su desesperación humana, el patriarca Abraham en la práctica tenía que actuar momentáneamente como si lo fuera todo. Es una característica judía, y no griega, vacilar como si tuvieras vértigo entre la necesidad de serlo todo y la angustia de no ser nada. Ese vértigo es la condición que hace necesario lo que Freud llamó defensa o represión, alejarse de las representaciones prohibidas del deseo. (209) Esta estrategia valorativa, de decir que lo judío como carga ancestral genotípica marca la producción de sus vástagos, se hace directa y sin contemplaciones cuando Bloom sostiene que: Lo que para los rabinos era memoria significativa, aparece en Freud bajo el signo de negación, como un olvido o represión, inconsciente pero deliberado. Pero esta negación freudiana es precisamente judía o rabínica, marcada por el dualismo de cuño hebreo, que no es una separación entre mente o alma y cuerpo, o entre el yo y la naturaleza, sino una dicotomía más sutil entre la interioridad y la exterioridad. Es un dualismo profético, la postura de Elías y de su línea sucesoria, desde Amós a Malaquías (210). Por su parte, la vinculación entre Freud y Proust, Bloom la hace a través de la sabiduría que ambos poseen y manifiestan vía especulación sobre los celos. La novelística de Proust, deliciosamente irónica según el autor, se muestra generosa al tratar este tópico, y sólo se le compara Shakespeare en Otelo. Los celos en Proust se convierten en algo muy parecido a la pulsión de la muerte en Freud, toda vez que los protagonistas celosos de su narrativa “señalan la transformación de la persona amada en una sobredeterminación teológica, en que la supuesta inevitabilidad de la persona es simplemente una máscara para la inevitabilidad de la muerte del amado” (220). La ligazón que Bloom establece entre los contemporáneos Freud y Proust se desequilibra a favor del austriaco, siendo que el segundo escribió primero, ya que las interpretaciones del crítico literario de las novelas de Proust pasan por el cedazo de lo psicoanalítico que, ya sabemos, es tributario de lo judío: En Proust, la anatomía también es destino, pero ésta es una anatomía trasladada a la mente, por así decir. Los exiliados de Sodoma y Gomorra, más celosos incluso que los demás mortales, se convierten en monstruos del tiempo, aunque también en héroes y heroínas del tiempo. El complejo de Edipo nunca se diluye del todo, según la idea que tiene Freud de la disolución, y tampoco en Proust ni en sus personajes principales. El complejo de castración de Freud, en última instancia el temor a la muerte, es una metáfora del mismo deseo ensombrecido que Proust representa con la compleja metáfora de los celos (233). Distante de los problemas de los celos, y de las pasiones humanas limitadas, se encuentra “El Evangelio de Tomás”, que es el capítulo ocho con el que se abre la tercera parte del libro, titulada como “Sabiduría Cristiana”. El lector aquí asiste nuevamente a vinculaciones que hace Bloom entre religión, la figura de Cristo en particular, y la forma que los americanos tienen para abrazar la espiritualidad. Es una sección que tiene comentarios políticos, literarios y notas de análisis cultural. Llama la atención, específicamente, el que Bloom desarrolle el argumento de que la popularidad del Evangelio de Tomás entre los americanos, aquellos que residen en la Tierra del Atardecer, sea un indicador de que existe una religión americana, diferente a otras sectas cristianas. En los Evangelios de Tomás, según Bloom, se nos presenta a un Dios llamado Jesús, y se le ahorra al seguidor del mismo pasar por la crucifixión, haciendo innecesaria la resurrección, esto es, se entrega un sentimiento religioso libre de dolor, bendecido por el nombre de Jesús autónomo de cualquier martirio. La sabiduría que Bloom encuentra en estos evangelios, y por la cual se entiende la Confianza en Sí Mismo de Emerson, por ejemplo, es la de la apuesta por la libertad y el conocimiento, y el rechazo a la pobreza de espíritu encarnada en la fe: El conocimiento es el único remedio y dicho conocimiento ha de ser un conocimiento del yo. El Jesús del Evangelio de Tomás nos llama al conocimiento y no a la creencia, pues la necesidad de fe no conduce a la sabiduría; y este Jesús es un maestro de sabiduría, gnómico y errante, más que un declarador de hechos definitivos. El Jesús que insta a sus seguidores a ser transeúntes es un Jesús extraordinariamente whitmaniano, y en el Evangelio de Tomás hay muy poco que no hubiera sido aceptado por Emerson, Thoreau y Whitman (238). Es como si les dijera, en particular a todos los católicos, que se desembaracen de las ataduras de la lectura guiada de las prácticas religiosas, y se asuman sin precipitación que desemboque en creencia fácil. La retórica de los Evangelios de Tomás es impactante, según nos cuenta Bloom, e intenta abolir cualquier idea preconcebida, como en el enigmático dicho 101: Jesús dijo: “Todo aquel que reconozca a su padre y madre será llamado hijo de una ramera” (244), con el que se intenta dejar en entredicho no ya la paternidad o maternidad, sino la posibilidad de nacimiento, es decir, poner el acento en que la paternidad es sólo una metáfora para el vivir juntos. Muy distinto es el apartado dedicado a San Agustín, que es el capítulo nueve, titulado “San Agustín y La Lectura”, que cierra la tercera parte del texto. Aquí se rescata el trabajo de San Agustín en torno al yo interior para entregarnos su acercamiento a Cristo. Pero lo que realmente le interesa a Bloom, y hace de San Agustín poseedor de un lugar en el canon de la sabiduría 5, es la defensa que éste hizo de leer, y leer bien, que sería la auténtica imitación de Dios y de los ángeles 6, La nota política en este capítulo tampoco está ausente:, Pero seguimos siendo siempre la progenie de Agustín, que fue el primero que nos dijo que el libro podía alimentar el pensamiento, la memoria y su compleja interacción en la vida de la mente. La sola lectura no nos salvará ni nos hará sabios, pero sin ella nos hundiremos en la muerte en vida de esta versión simplificada de la realidad que Estados Unidos, como tantas otras cosas, impone al mundo (253). La última palabra de este capítulo es “Jerusalén”, la novia de la ciudad de Dios, y la última palabra de la Coda “Némesis y Sabiduría”, que ya se ha comentado que funciona como conclusión del libro, es “libres”; mientras la primera es la orilla más lejana del terreno de lo sapiencial, según Bloom, la segunda es la consecuencia lógica del intento de mostrar cómo es la sabiduría. Pues bien, algunos libros son un viaje. Este es uno de aquéllos, porque ha permitido un traslado genuino en el tiempo y el espacio en la geografía del comentario literario. Pero también es un libro en el viaje de recuperación de Bloom, que resulta de un enfrentamiento sensato ante la agonía de saberse débil y derrotado. Ya se ha dicho que es un texto político, biográfico, muy personal, que busca en la sabiduría cierto tipo de consuelo. Se agradece, como lectores, el que siempre se intente interpretaciones arriesgadas, y que éstas se apoyen en comparaciones literarias ágiles y estimulantes. De allí que en estas notas se haya abusado, quizá, de las citas, que sólo tenían por objeto compartir pasajes notables de este texto. Cabe la pregunta, no obstante, si acaso éstas son interpretaciones o lecturas antojadizas, o al menos forzadas. La respuesta es rotundamente negativa: éste es un texto con cierta autoridad, otorgada por un trabajo de real compromiso con la investigación, que ya tiene más de cuarenta años de producción, a pesar de las críticas que ha recibido por su inclinación a clasificar en escalas dicotómicas la creación artística. Sin embargo, una tendencia de Bloom en este libro debe ser cuestionada: depositar en la cultura hebrea, en tanto intertexto, la única fuente de buena parte de los tópicos intelectuales importantes de la historia de occidente, lo que expone un corte grueso e inadecuado de las relaciones históricas, en desmedro, incluso, de su propia primera línea del libro: Todas las culturas del mundo -la asiática, la africana, la de Oriente Próximo, la del hemisferio europeo-occidental- han fomentado la escritura sapiencial (13); por eso la pregunta por otros protagonistas de la literatura y la filosofía queda aun en el aire: por ejemplo, un filósofo o literato africano no cristiano, ni asomo; un asiático, para qué; un latinoamericano, qué más da; un oceánico, ¿existen? Una mujer. una mujer tras un vidrio empañado. NOTAS 1 De la saga de escritos de Bloom en esta vena se encuentran, claramente, Cómo leer y por qué, Canon occidental., El futuro de la imaginación y Genios,, una de sus últimas producciones traducidas al español.2 En esta línea van otros intempestivos comentarios de Boom: He regresado a la enseñanza después de pasar un año recuperándome de una enfermedad. (43); o, A veces me río con pesar cuando me repito estas palabras, al despertarme a las cuatro de la mañana una fría mañana de octubre, sabiendo que a las cinco debo volver a escribir y que a las nueve debo acudir a la gimnasia de rehabilitación cardiaca., (162).3 En esta sección se encuentra una contradicción flagrante de Bloom. Sostiene: “El caballero y el príncipe van a la busca de algo, pero no saben muy bien qué, por mucho que digan lo contrario. ¿Qué pretende realmente don Quijote? No creo que se pueda responder. ¿Cuáles son los auténticos motivos de Hamlet? No se nos permite saberlo.” (81); y casi seguidamente sostiene hablando sobre el Quijote: “Pero ni es un necio ni un loco, y su visión siempre es al menos doble: ve lo que nosotros vemos, y también algo más, una posible gloria de la que desea apropiarse, o al menos compartir. Unamuno llama a esta trascendencia fama literaria, la inmortalidad de Cervantes y Shakespeare. Sin duda eso es en parte lo que persigue el Caballero.” (83-4).4 Por suerte contamos con algunas traducciones de los libros de Stanley Cavell, quien se ocupa principalmente de su coetáneo Emerson. Véase En busca de lo ordinario,5 En esta sección Bloom declara la fuente que le autoriza la tarea de crear canon: “Ernst Robert Curtius, de quien deriva mi creencia en la necesidad de un canon literario.” (250).6 También se hace presente el chisme en este apartado, cuando Bloom enfatiza, innecesariamente, la relación de amantes entre Arendt y Heidegger para comentar el trabajo de la primera sobre San Agustín: “La filósofa Hannah Arendt, en su libro más útil, Entre el pasado y el futuro (1961, ampliado en 1968), observa sagazmente que, para Agustín, “incluso la vida de los santos es una vida en compañía de otros hombres”. La vida política, por tanto, tiene lugar incluso entre los que están sin pecado. En su juventud, Arendt escribió su tesis doctoral, que llevaba el título de El amor y san Agustín, que apareció póstumamente en inglés en 1996. Separándose de su profesor (y amante), Heidegger, argumentaba que el amor agustiniano se basaba en la memoria y no en la expectativa de la muerte” (251). BIBLIOGRAFIA Bloom, H.2000. Cómo leer y por qué, Barcelona: Anagrama. Bloom, H.2002a. Canon occidental: La escuela y los libros de todas las épocas, Barcelona: Anagrama. Bloom, H.2002b. El futuro de la imaginación, Barcelona: Anagrama. Bloom, H.2005. Genios: Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares, Barcelona: Anagrama. Cavell, S.2002. En busca de lo ordinario. Líneas del escepticismo y romanticismo, Madrid: Cátedra.

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¿Qué dice Proverbios de la sabiduría?

‘Los labios de los sabios esparcen ciencia; mas no así el corazón de los necios’ (15, 7).e. ‘Si reprendes al escarnecedor, te odiará; si en cambio reprendes al sabio, te amará’ (9, 8).
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¿Qué dice Jesús de la sabiduría?

La sabiduría es una conversación intergeneracional. Un versículo de Proverbios que requiere una mención especial es 26:4-5 que dice : ‘No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio.
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¿Qué se necesita para tener sabiduría?

Hay 3 maneras de adquirir sabiduría : 1, por la reflexión, que es la más noble; 2, por imitación, la más sencilla; y 3, por experiencia, la más amarga.
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¿Qué dijo Jesús sobre la sabiduría?

Santiago 3:17 – Pero la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina (Stg 3:17).
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¿Cómo vivir la vida con sabiduría?

La observancia de la Palabra de Sabiduría nos ayuda a cumplir mejor el propósito de nuestra vida. Se trata de un buen consejo que el Señor desea que Su pueblo obedezca para que pueda vivir en la tierra hasta cumplir la medida total de su creación.
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¿Qué es la sabiduría y quién es el verdadero sabio?

‘La verdadera sabiduría es reconocer tu propia ignorancia’, según el filósofo Sócrates; ‘El conocimiento viene, la sabiduría se queda’, según el poeta Alfred Tennyson (1809-1892); ‘El tonto se cree sabio pero el sabio sabe que es tonto’, según el dramaturgo William Shakespeare.
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¿Dónde están los 7 pilares de la sabiduría?

Trekking Wadi Rum: Los Siete Pilares de la Sabiduría Los Siete Pilares de la Sabiduría es una ruta a pie por el desierto de Wadi Rum, en Jordania. Nos descubrirá diferentes y solitarios valles por los que caminó en su día el mítico arqueólogo y militar Lawrence de Arabia. Valoración de la actividad: Muy buena
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¿Cuál es la diferencia entre la sabiduría y la inteligencia?

Inteligencia vs Sabiduría Que Es Sabiduría Según La Biblia El inteligente mide las últimas tendencias del mercado relacionando un análisis profundo. El sabio pondera, además, atención a elementos más sutiles en base a sus experiencias y percepciones. Que Es Sabiduría Según La Biblia Los inteligentes procesan información desde experimentos lógicos y sistemáticos. Los sabios procesan de forma más «coherente» y buscan el equilibrio entre lógica y emoción. Además de solucionar problemas, ¿motivan a los demás? Que Es Sabiduría Según La Biblia Los inteligentes confían en su conocimiento para resolver conflictos y se sienten bien con ello. Obvian así, algunas veces, la opinión de otros. (Decisiones fundadas o infundadas). Los sabios se atreven a confiar en su juicio e intuición para inspirar a otros a solucionar y aportar nuevas ideas. (Riesgo) Que Es Sabiduría Según La Biblia Los inteligentes son conscientes de sus habilidades y confían en ellas para llegar a metas y ambicionar más. Los sabios son conscientes de sus debilidades y se mantienen humildes e «ingenuos» para dejarse sorprender y no perder curiosidad. Que Es Sabiduría Según La Biblia Los inteligentes adquieren y aplican conocimientos bastante rápido. Dan mucho crédito a la analítica y la estadística. Los sabios tardan más en saber y aplicar conocimiento porque profundizan más para entenderlo y combinarlo con lo que ya saben Que Es Sabiduría Según La Biblia Los inteligentes pueden imponer sus pensamientos, son sabedores de hechos veraces y son taxativos. (Ego no controlado), A los jefes más sabios les gusta aceptar diferencias entre los demás y ellos. (Observación de la realidad), Que Es Sabiduría Según La Biblia Los inteligentes dicen y hablan de sus ideas, algunas de las veces para recibir feedback y otras, para reafirmarse a sí mismos. Los sabios captan pensamientos, escuchando a otros y definen y matizan ideas a medida que lo ven necesario.

  • Estas comparativas, no son en ningún caso algo exacto, de hecho, casi todas las personas tienen más o menos rasgos que bien podrían asociarse a un lado u otro.
  • Sencillamente, estamos destacando cómo podrían ser las tendencias predominantes en las personas que acusen más inteligencia o sabiduría.
  • Veamos ahora en más detalle las definiciones y orígenes.
  • Inteligente/inteligencia:
  • Del latín intellēctus> intellege, está compuesto por inter (entre) y legere (leer) que viene a significar, que captas lo que se está diciendo o leyendo.
  • Sabio/sabiduría:

Del latín sapere, que significa saber algo, conocerlo. Y puedes adquirir este conocimiento, no solo desde la lectura y estudio, sino desde cualquier otro elemento.

  1. La primera parece más un ” verbo de acción” : Se es inteligente porque se aplica una capacidad, una habilidad y se hace algo con ello; estudiar, leer, aprender
  2. La segunda parece más bien para calificar, ” como un adjetivo” : Un sabio es alguien que ya tiene un conocimiento, que simplemente es y reflexiona.
  3. ¿Ves como se ven claras las diferencias, solo con su significado de origen (etimológico)?
  4. Bien dicho esto, podemos deducir algunas cosas:

– Con la inteligencia aprendemos y asimilamos conocimientos nuevos: qué es la electricidad, por qué se mueve tan rápido un tren, cómo funcionan los mercados financieros, qué es la bio-ingeniería y dependiendo, nos es más fácil encarar una temática u otra.

  • La persona sabia suele denotar muestras de templanza y seguridad (confiada),
  • La inteligencia te ayuda en las clases, en la universidad, en tus estudios.
  • Por ello, los inteligentes se esfuerzan más en tener títulos académicos.
  • A los sabios no les preocupa tanto estar formado por academias reconocidas, sino conocerse a sí mismos para implementar o complementar ese saber en el plano terrenal.

Los inteligentes pueden caer en grandes faltas de ética y moralidad con tal de conseguir sus objetivos. También son víctimas de egos y pueden demostrar ínfulas de superioridad (pueden ser soberbios). Los sabios no quieren ni necesitan demostrar nada. Y se alinean mejor con valores personales y de responsabilidad con el medio.
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¿Cuál es la diferencia entre la sabiduría humana y la de Dios?

¿Usted sabe cuál es el por qué de esta paradoja? – La Biblia tiene la respuesta; dice en (Romanos 1:21-22) que: Los hombres se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron ni le dieron gracias.

  • Pero cuando lo hace con orgullo de corazón violentando los linderos divinos, se constituye en un necio delante del Señor.
  • Estimado amigo lector, por alto que sea su índice de inteligencia, procure desarrollarlo con humildad, y todo cuanto logre, póngalo al servicio del bien, para que Dios no trastorne el curso de su progresión, y le vaya bien, ya que la Biblia dice en ( Proverbios 11:12) que: La sabiduría habita con los humildes.
  • Usted estudiante de alto índice de inteligencia, o profesional de prestigio que se graduó con honores, manténgase humilde para que reciba gracia y sabiduría delante de Dios.

Cristo dijo: Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestra alma. La Biblia dice que, Dios da gracia a los humildes, y resiste a los soberbios. El hombre ha adquirido mucha ciencia y poca sabiduría. Dice la Biblia (1Corintios 3:19-20) que: La sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios, pues el Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.

  1. Conviene oír el consejo de Dios, según (Efesios 5:15)
  2. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
  3. Si necesita ayuda espiritual, llámenos al (809) 244-0836, con muchísimo gusto le atenderemos.
  4. Dios le bendiga.

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¿Qué debo hacer para tener sabiduría?

Hay 3 maneras de adquirir sabiduría : 1, por la reflexión, que es la más noble; 2, por imitación, la más sencilla; y 3, por experiencia, la más amarga.
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¿Qué tenemos que hacer para tener sabiduría?

Cómo adquirir sabiduría: 13 Pasos (con imágenes) La sabiduría es una virtud que no es innata, pero que solo puede adquirirse con la experiencia. Quienquiera que esté interesado en probar cosas nuevas y reflexionar acerca del proceso tiene la habilidad de adquirir sabiduría.

  1. 1 Prueba cosas nuevas. Es difícil adquirir sabiduría estando solo en casa haciendo lo mismo día tras día. Una persona es más sabia cuando sale y se da la oportunidad de aprender, cometer errores y reflexionar sobre las experiencias. Si tiendes a ser más cohibido, cultiva un espíritu curioso y la disposición de exponerte a situaciones nuevas. Cada vez que experimentes algo nuevo, ábrete a la posibilidad de aprender y de ser un poco más sabio por intentarlo.
    • Viajar a lugares que nunca has visitado es excelente para adquirir experiencia en la vida. Cosas como reservar un viaje a otra ciudad o hacer un viaje por carretera al siguiente pueblo. Haz lo posible por comer en los restaurantes populares entre la gente local, en vez de ir a tu cadena de restaurantes favorita. Cada oportunidad que tengas, opta por lo novedoso en lugar de lo familiar.
    • Probar nuevas actividades sociales es otra manera excelente para abrir tu mundo. Si tiendes a pasar tu tiempo mirando deportes, compra entradas para ver un partido. Si eres un ratón de biblioteca total, puedes inscribirte a un club de senderismo o unirte al equipo de bolos.
  2. 2 Sal de tu zona de confort. Si tienes miedo de hacer algo, quizá sea exactamente lo que tengas que hacer. Cuando tengas que enfrentarte a una situación incómoda o que te dé miedo, saldrás de ella mejor equipado para manejar el temor la próxima vez que lo enfrentes. Como dijo Eleanor Roosevelt en cierta oportunidad: “Adquirimos fuerza y valor y confianza con cada experiencia en que realmente nos detenemos a mirar el miedo en la caradebemos hacer aquello que creemos que no podemos hacer”.
    • Por ejemplo, si tienes miedo de hablar en público, ofrécete como voluntario para hacer una presentación.
    • Si no te gusta hablar de tus sentimientos, haz lo posible por tener una conversación con una persona a quien quieras para decirle lo importante que es para ti. Pregúntale también cómo se siente.
  3. 3 Haz lo posible por hablar con personas que no conozcas muy bien. Habla con personas de otros orígenes, de perspectivas diferentes a las tuyas y presta atención a lo que puedas aprender de ellas. Trata de no juzgarlas basándote en tu limitado punto de vista. Entre más puedas empatizar con los demás, serás más sabio.
    • Comparte también cosas de ti mismo con la gente con quien converses. Haz lo posible por tener conversaciones más profundas que casuales y de forjar nuevas amistades.

    Consejo: Practica tus habilidades de oyente y haz muchas preguntas para saber más. Presta mucha atención a lo que la gente diga en vez de dejar que tu mente divague. Cada conversación te dará la oportunidad de comprender mejor a alguien, de ampliar tus perspectivas y, por ende, de ser más sabio.

  4. 4 Ten una mente abierta. En vez de juzgar cosas que no conozcas a fondo, tómalas en cuenta desde todo ángulo y esfuérzate por entender. Es fácil fundamentar nuestras perspectivas en las limitadas experiencias que hayamos tenido en la vida, pero esa no es la manera de adquirir sabiduría. Es inevitable crecer en cierto lugar con cierta gente, pero puedes decidir cuán abierto eres para aprender sobre diferentes modos de vida.
    • No bases tus opiniones en lo que otros piensen ni en algo que sea popular. Averigua las cosas por tu cuenta y analiza ambos puntos de vista antes de decidir qué pensar sobre algún tema.
    • Por ejemplo, quizá pienses que cierto tipo de música no es buena, porque a ninguno de tus amigos le gusta. Antes de seguir al montón, trata de ir a un concierto de música en vivo y lee sobre su historia. Cuando te tomes el tiempo de comprender algo, podrás decidir si no te gusta, pero no antes.

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  1. 1 Enriquécete con educación. Si estás interesado en aprender algo nuevo, una de las mejores maneras de hacerlo es tomando una clase. Las clases que tomes pueden estar afiliadas con una universidad, pero no tienen que estarlo necesariamente. Averigua si hay miembros en tu comunidad que den clases o talleres en sus campos de especialización.
    • Ser autodidacta es igual que valioso que tomar clases. Si no tienes acceso a una clase del tema que quisieras explorar, busca maneras alternativas de aprender. Busca libros en la biblioteca, entrevista personas y aprende haciendo.
    • Por ejemplo, si quieres aprender un nuevo idioma, puedes tomar una clase o aprender por tu cuenta. Busca un grupo de gente que hable ese idioma, lee libros escritos en ese idioma y viaja al país donde se hable.
  2. 2 Busca mentores sabios. ¿A quién considera sabio en tu vida? La sabiduría se presenta en muchas formas. Podría ser un pastor que comparta mensajes importantes para que la gente reflexione cada semana. Podría ser un maestro con la habilidad de inspirar a otros con su conocimiento. Quizá sea un familiar que reaccione a cada situación difícil con la cabeza fría.
    • Identifica por qué consideras que esa persona es sabia. ¿Es porque es extremadamente culta? ¿Da consejos excelentes cuando la gente tiene necesidad de ellos? ¿Parece que ha descubierto el significado de la vida?
    • ¿Qué puedes aprender de esa persona? ¿Qué decisiones de vida y comportamientos pueden servirte de ejemplo? Cuando surja algún problema, pregúntate qué haría esa persona.
  3. 3 Lee lo más que puedas. La lectura sirve para absorber los puntos de vista de los autores, sea cual sea el tema del que escriban. La lectura te hará comprender la manera de pensar de otras personas que de otro modo sería imposible entender. Leer ambos puntos de vista de temas importantes te dará la información que necesites para tener opiniones válidas y tomar decisiones lógicas.
  4. 4 Comprende que todos son falibles. A medida que adquieras tu propia sabiduría y experiencia, verás que aquellos a quienes admirabas como mentores tienen sus propias debilidades. No sometas a nadie a estándares tan altos que sus errores te lleguen a impactar y repugnar. Haz lo posible por ver la humanidad de la gente, lo que significa no tenerlos en pedestales, sino tomar lo malo junto con lo bueno.
    • cuando alguien a quien respetes cometa un error. Procura empatizar con la gente en vez de patearla cuando caiga.

    Nota: Cada niño llega a un momento en que se da cuenta de que sus padres no son perfectos y que luchan para encontrar el camino correcto, así como el resto de la gente. Llegar al punto de ver a los padres como iguales, es decir, como personas que se equivocan como todos los demás, es un signo de madurez y sabiduría. Anuncio

  1. 1 Sé humilde en las situaciones nuevas. Como dijo Sócrates: “La única verdadera sabiduría consiste en saber que no sabes nada”. Es difícil entender por completo este concepto hasta que nos vemos frente a una situación en la vida que nos deja completamente perplejos. Por más inteligente que seas y por más experiencia hayas tenido, habrá momentos donde la línea entre lo correcto y lo incorrecto se difuminará y no estarás seguro de qué decisión tomar.
    • No enfrentes una situación nueva presumiendo que sabes exactamente qué hacer. Examina el problema de todos los ángulos, medita u ora, y luego actúa según lo dicte tu consciencia. Es lo único que puedes hacer.
    • Aceptar las limitaciones es un tipo elevado de sabiduría. Conoce aquello con lo que vas a trabajar y emplea tus talentos al máximo, pero no pretendas tener más de lo que tienes.
  2. 2 Piensa antes de actuar. Tómate el tiempo que necesites para analizar un problema antes de tomar una decisión. Piensa en los pros y los contras, toma en cuenta tu experiencia y los consejos de los demás para que tomes la decisión más sabia posible. Consejo: No tengas miedo de pedir ayuda cuando la necesites. Recurre a alguien que consideras sabio y pídele un consejo. Pero, debes tomar con pinzas incluso los consejos de alguien en quien confíes por completo. A fin de cuentas, tú eres la única persona que puede decidir qué cosa debes hacer.
  3. 3 Compórtate según tus valores. Recurrir a personas, a principios religiosos y a libros para pedir consejos y adquirir sabiduría es limitado. No te limites a aceptar una serie de valores solo porque eso fue lo que te enseñaron. Al fin de cuentas, tus valores deben estar alineados con tu consciencia, ese instinto que te dice qué hacer según lo que consideras una verdad. Cuando tengas que tomar una decisión importante, recuerda tus valores y adhiérete a ellos.
    • Por ejemplo, digamos que hay alguien en el trabajo a quien le hacen bullying, pero sabes que defenderlo enfadará a tu jefe. ¿Qué debes hacer? Piensa detenidamente y decide qué es lo más importante para ti: mantener tu trabajo o ayudar a alguien lastimado.
    • Defiende tus valores frente a las críticas. Esto no es nada fácil, ya que la gente te dirá toda la vida qué quiere que hagas. Separa tus valores de los de los demás y haz lo que consideres correcto, pase lo que pase.
  4. 4 Aprende de tus errores. Incluso una decisión cuidadosamente tomada puede terminar siendo la equivocada. Cada vez que tengas una nueva experiencia, reflexiona en ella y piensa qué salió bien y qué no. Cuando te des cuenta de que has cometido un error, analiza qué lecciones puedes aplicar la próxima vez que enfrentes un problema similar.
    • No te castigues por cometer un error. Eres un ser humano y lo único que puedes hacer es aprender del dolor de tus experiencias.
    • Comprende que la perfección no existe. La meta final no es ser perfecto o como un dios, sino hacer lo posible por actuar según nuestras consciencias y ser una buena persona en la vida.
  5. 5 Comparte tu sabiduría con los demás. Esto no quiere decir que debas decirles qué hacer, sino dar el ejemplo. Muéstrales a los demás la sabiduría de ser una persona de mente abierta, sin prejuicios y considerada en todas las situaciones. Piensa en los mentores que te hayan ayudado en el camino y busca maneras de desempeñar ese papel con otras personas que quizá puedan beneficiarse de lo que has aprendido.
    • Si alguien te pide consejos, haz lo posible por encaminarlo en la senda que te parezca correcta. No permitas que tus deseos personales empañen tu consejo.

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Coescrito por: Terapeuta matrimonial y familiar Este artículo fue coescrito por, Samantha Fox terapeuta matrimonial y familiar con un consultorio privado en Nueva York. Con más de una década de experiencia, Samantha se especializa en problemas de relaciones, sexualidad, identidad y familia.

  1. También brinda asesoría sobre las transiciones de vida a personas, parejas y familias.
  2. Tiene una licenciatura y una maestría en terapia matrimonial y familiar.
  3. Además, tiene una capacitación en sistemas familiares internos (IFS), psicoterapia dinámica experiencial acelerada (AEDP), terapia de pareja centrada en emociones (EFT) y terapia narrativa.

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